ESCENARIOS

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

06.- El Jardín de las Flores (hanabatake)
El lugar donde reposa Eurydice

Saliendo de la segunda prisión del Hades nos encontramos con un pequeño jardín de flores, algo muy similar a lo que vemos en el Limbo de Dante, pero este está habitado sólo por Orphée y Eurydice.

Cerca de la tercera prisión se encuentra el Hana Hata 花畑 “Campo de Flores”, el único lugar del Inframundo donde crecen hermosas flores blancas, rosas y amarillas en un prado cubierto de césped verde, un pequeño rincón de paraíso en medio del infierno (un poco como el campo que Esmeralda muestra a Ikki sobre la isla de la reina de la muerte).

Allí el Silver Saint músico Orphée de Lyra permanece junto a su amada, la bella ninfa Eurydice, ユリティース (Yuridiisu) “Eurídice”, que se encuentra atrapada y cuya parte inferior del cuerpo se solidificó en piedra debido a que Orphée rompió su promesa.

El campo de flores forma parte de la segunda prisión (la del templo del faraón y el Valle del Viento negro) y se encuentra en la parte posterior del edificio egipcio. Puede que se inspire en los campos de Asphodelos de la mitología griega que también tenían abundancia de flores.

Evidentemente, es un lugar añadido por Kurumada a su Meikai por las necesidades del guion, no aparece de ninguna manera en la Divina Comedia, aunque el personaje de Orfeo es citado por Dante entre los ocupantes del Primer Círculo, los Limbos.

Orfeo: amor y muerte

El mito del viaje de Orfeo, el poeta y músico, al Hades es de los más hermosos, elocuentes y conmovedores que existen. Desciende al Hades, por amor, en busca de su esposa muerta, Eurídice, una hermosa ninfa.

Poco después de su boda, la joven Eurídice correteaba por entre la hierba, acompañada de las náyades, desgraciadamente fue mordida en el pie por una serpiente y murió. Orfeo, desconsolado, descendió al Inframundo en busca de su amada. Atraviesa deprisa las regiones plagadas de espectros sin peso y al llegar ante los terribles dioses subterráneos tañe las cuerdas de su lira y canta. Acompañando su canto con los sones de su lira le rogó a Hades, dios de los muertos, que liberase a Eurídice.

Hades y Perséfone, conmovidos, le conceden el favor y le permiten volver con su mujer, con la condición de no volver su mirada atrás hasta que ambos no hubieran llegado al mundo exterior. Pero Orfeo es humano, y está enamorado: no puede evitar ver a su amada y, por ello, la pierde para siempre. Cuando ambos habían completado casi todo su ascenso Orfeo, abrumado por el amor y la ansiedad, se volvió para ver si Eurídice lo seguía. Rota la promesa, Eurídice se desvaneció para siempre en la región de los muertos.

La complejidad del relato es evidente. En un primer momento, Orfeo parece obtener lo que anhela, al lograr persuadir con su música a Hades y a Perséfone, que acceden a liberar a Eurídice. Sin embargo, la ruptura del orden tiene un precio que no parece poder pagarse fácilmente: la obtención del rescate de un alma que, por muerta, pertenece ya al Más Allá, está supeditada al cumplimiento de una condición: Orfeo no debe volverse a mirar, pues si lo hace antes de haber abandonado el mundo inferior Eurídice ya no podrá acompañarle al mundo de los vivos.

Para informaros con más detalle sobre la célebra historia de Orfeo y Eurídice, así como las comparaciones con Saint Seiya, leed el artículo "Los dos Orfeos y Mime".

En Saint Seiya, el guion de la leyenda de Orfeo y Eurídice en la mitología griega se ha modificado ligeramente para los fines de la historia, ya que Orphée y Eurydice son una pareja que vive en nuestra época, Orphée es un Silver Saint legendario del ejército de Atenea cuya armadura representa a la constelación de Lira.

 
 

Orphée transporta a este lugar a Shun y Seiya para salvarlos del Specter Pharao, a quien engaña diciéndole que ha eliminado a los Bronze Saints con la música de su lira, pero cuando se reencuentra con ellos les pide que huyan, a lo que estos se oponen, por el contrario le piden a Orphée que en su calidad de Saint ayude a su diosa Atenea en su guerra contra Hades.

A pesar de la buena treta de Orphée, Pharao sospecha de él y se persona en el campo de flores para aprovechar la oportunidad de eliminar a Orphée por traición.

Durante su encuentro Orphée descubre por casualidad la trampa que tiempo atrás Pharao empleó, a instancia de Pandora, para engañarlo y hacerle perder a Eurydice, cuando ambos intentaban dirigirse hacia la salida del Meikai, utilizando caminos mates y tristes, motivo por el que desafía al Specter egipcio.

En el pasado Pandora le dijo a Orphée que podría salir del Infierno con Eurydice, con la condición de que en su camino de vuelta a través del Infierno no la mirara ni una sola vez. Orphée y Eurydice iban de camino de vuelta cuando, él vio una luz y creyendo que era la luz del Sol se giró hacia Eurydice, en ese momento la parte inferior de su cuerpo se petrifico, a excepción de la cabeza, quedando atrapada en ese lugar para siempre. Orphée se quedó en el Infierno para hacerle compañía y cumplir su promesa a Eurídice de que tocaría su lira para ella para siempre.

Tras derrotar a Pharao y animado por las palabras de Eurydice, Orphée conduce a Shun y Seiya por un lugar secreto hasta Giudecca (en el anime se cita un camino que Orphée utiliza para pasar de 2ª a la 8ª prisión) y los esconde en un cofre repleto de flores.

En el manga, después de la partida de Orphée, Seiya y Shun hacia Guidecca Eurídice es visitada por Kanon de Géminis, quien atraviesa el campo de flores y le pregunta por el camino a seguir. Esta escena fue eliminada en el anime, donde Eurydice muere tras la marcha de Orphée, se da a entender que ella "murió" aunque eso no tiene sentido, pues ella ya está muerta y nada le ocurrió para que "muriese", aunque se presupone que era la melodía de Orfeo lo que la mantenía con vida y al no tocarla ella "pereció".

Las flores aparecen a priori por una especie de encantamiento, debido a la presencia de la dulce y tierna Eurydice y a la melancólica música de Orfeo. Es admirable esta imagen de música y amor capaces de rechazar las tinieblas infernales y el mal por su sola presencia y existencia. Imagen sobretodo inspirada en el Orfeo de la mitología, músico que se decía que cuando tocaba su Lira incluso los animales se reunían para escucharlo y que generaba la gracia a su alrededor.

Este campo es el único lugar del mundo subterráneo donde crecen flores, el único rincón de esperanza en medio de un mundo de desesperación. Un lugar de luz en un mundo oscuro. Esta parte nos recuerda el simbolismo de la pequeña flor que llega a crecer en los lugares más desolados, ya usado en Saint Seiya sobre "La isla de la muerte" (donde Ikki se entrenó, y donde convivió con Esmeralda durante las pausas de sus entrenamientos). El amor simbolizado por una hermosa flor que llega a vencer a la desolación natural.

La batalla entre Orphée y Pharao es también una lucha enteramente musical, pues los dos contrincantes compiten con sus liras. Mientras Pharao produce una música estresante y deprimente, Orphée emite una música graciosa y gentil.

Estos dos amantes recuerdan un poco algunas parejas de Tolkien, como Beren y Lúthien, la princesa elfa de la primera edad que abandonó la inmortalidad para casarse con un mortal y cuyas canciones dicen como ella hacía crecer las flores y aportaba la gracia y belleza natural donde quiera que iba por el bosque Neldoreth. Además, antes de amar a Beren, Lúthien era apreciado como un gran músico de elfo de Doriath.

En la Divina Comedia de Dante no hay un campo de flores, pero en el tercer círculo del infierno se condena a los pecadores de amor y lujuria, y entre los ejemplos de parejas que el poeta italiano encontró en ese lugar tenemos a Paulo Malatesta y la princesa Francesca da Rimini, que se amaban con locura a pesar de las prohibiciones, quienes fueron apuñalados por el príncipe de Gradara, Gianciotto, el esposo de la bella (un poco celoso!), cuando se dieron su primer beso fue una pareja célebre del siglo XIII.

Juntos en vida, estos dos amantes de Gradara fueron reunidos en la muerte en ese círculo del infierno, al igual que Orphée y Eurydice. Puede ser una leve referencia a esta historia por parte de Kurumada pues, obviamente, no hay ninguna mención de Orfeo y Eurídice en la Divina Comedia. Tengan en cuenta que en la mitología griega, por otra parte, cuando Orfeo se da la vuelta, Eurídice no se transforma en piedra, sino que se desvanece y desaparece, otro bonito ejemplo de alegre mezcla, una vez más.