ARTICULOS

 

SANTOS Y ESPARTANOS...

 

Tauro Aldebarán (España)
Phoenlx (Francia)

SUMARIO

Introducción
Esparta
Espartanos y Saints
La armadura del Hoplita griego vs las cloth de los Saints
Atletas griegos y Saints
Los 3 metales (oro, plata y bronce)
Entrenamiento espartano
Las mujeres en Esparta
Evolución de la educación espartana
Inspiración del manga Saint Seiya
La batalla de las Thermopilas

Introducción

Entre todos los paralelos que se hacen indirectamente en StS, seguramente aquel que llega a asombrar a los más grandes fans es el paralelismo entre los 88 caballeros que rodean a la diosa Atenea y... los espartanos en la antigüedad.

El gran período espartano se corresponde en líneas generales con el siglo VII AC. Era la época de las ciudades-estado en Grecia, había un buen número, estaban controladas por reyes autónomos pero conectadas entre ellas (a menudo combinadas para la guerra, compartían culturas similares y veneraban a los mismos y famosos dioses griegos).

Esparta

Esparta era una ellas y recibió muy pronto una reputación de ciudad guerrera, al margen del comercio y el arte marítimo que eran características comunes de las otras ciudades helenas más proximas al mar. Atenas aún era la más desarrollada de la época. Pero Esparta, después de haber conocido una evolución precoz, destacará debido a su modo de vida y a su cultura, muy diferente a la de las otras ciudades griegas. Buscará seguir siendo bastante arcaica, volviendo a costumbres tradicionales antiguas, mientras que otras ciudades se volcaran en un desarrollo por las artes, las letras, la filosofía o el comercio.

Los niños espartanos eran educados muy duramente. Muy pronto se los retiraba del núcleo familiar de sus padres (como los pequeños huérfanos de Saint Seiya que son arrancados del internado muy jóvenes). Los espartanos, después de haber dejado a su familia son entrenados en el deporte, las armas y las técnicas marciales con el fin de poder proteger la ciudad. Eran educados por el Estado en una especie de colegios. Incluso las mujeres y las jóvenes muchachas eran entrenadas, se les fomentaba a convertirse en fuertes y ágiles mediante competiciones, para poder generar niños vigorosos...

Contrariamente a las guerras más antiguas de los relatos homéricos, el joven espartano no es más un caballero sino un soldado: ya no se fomentan los combates uno contra uno, cuerpo a cuerpo (así como Hector/Aquiles en la Ilíada). No se trata más de héroes que descienden de su carro para medirse en confrontaciones singulares sino del choque de varias líneas de soldados de infantería.

El estado de ánimo del guerrero cambió a través de ello: no se trata de un ideal de gloria personal y prestigio sino más bien una dedicación en cuerpo y de alma a la ciudad por la cual se debe estar dispuesto a sacrificarse. Se nota así una semejanza con Saint Seiya, cuyos santos están siempre dispuestos a sacrificarse por su causa y aquella que la personifica: Atenea, y están dispuestos también a sacrificarse por sus compañeros de armas si ello permite alcanzar el objetivo común.

Espartanos y Saints

Allí donde por el contrario Saint Seiya se opone a los espartanos es con relación al tipo de enfrentamiento. En Saint Seiya los combates parecen más a los combates de la Iliada, se trata la mayoría del tiempo de uno contra uno, los caballeros (o santos) procuran respetar la mayoría del tiempo un código de honor, y con una tendencia poco violenta. Se puede citar el ejemplo de Camus, que deja pasar a Seiya y a Shun en la casa de Acuario para dedicarse al 100% a su duelo con Hyoga, lo único que reviste la importancia para él (más aún que su deber hacia el Pope), o también la batalla de Asgard con los God Warriors que se despliegan para enfrentarse a los santos de Atenea por separado (aunque se produce una mini batalla de 4 santos de bronce contra los 7 God warriors tras el episodio 75, cuando todos se reúnen entorno a Hilda). Se pueden citar también el combate contra los caballeros negros a las órdenes de Fénix (aun siendo guerreros degradados por Atenea respetan esta norma) o también la confrontación Shaina-Algol-Spartan vs Shiryu-Shun-Seiya, y en el film 3 Shura-Camus vs Belenger-Jao.

Observando la serie uno puede preguntarse porqué los enemigos (a menudo superiores en número y capacidades individuales) adoptan esta estrategia catastrófica del uno contra uno en cada batalla. Se podría valorar como un efecto argumental, una falta de imaginación de Kurumada, o que son herederos de este estilo de combate homérico, tan bien descrito en relatos como la Iliada... no podemos quejarnos porque esto nos da a menudo una descripción profunda de la personalidad y antecedentes de los enemigos, y a combates trágicamente destacados (Asgard, en particular).

Volviendo a los famosos espartanos, que precisamente predican lo contrario. Como hemos dicho anteriormente, la educación espartana se vuelca mucho hacia el deporte y el arte de la guerra. Los guerreros (hoplitas) llevaban una combinación mucho menos pesada y compleja que las pesadas armaduras de bronce de otros soldados de aquella época, para que la destreza y la libertad de movimientos primaran en combate.

Hoplita (soldado de infantería pesada griega), Siglo V A.C.
Enciclopedia Wikipedia : Hoplita - Sistema hoplítico

La armadura del Hoplita griego VS Las cloth de los Saints

El equipo del Hoplita griego en ésa época era bastante estándar en toda la Hélade. Sin embargo, había ciertas particularidades que diferenciaban las ciudades-estado entre sí. Así, por ejemplo, los Lacedemonios (o Espartanos) eran los únicos que llevaban el pelo largo, además de usar la letra Lambda (^) sobre el escudo. Otras ciudades también utilizaban letras o determinados símbolos sobre los hoplones (escudos) a modo de identificación. Al parecer, además de letras también era usual lucir diferentes dibujos mitológicos, alegóricos o incluso marcas de familia (una heráldica primitiva). Los atenienses usaban escudos muy coloridos.

La panoplia del hoplita griego estaba diseñada para las formaciones compactas y cerradas (falanges) en las que los escudos se solapaban en la línea frontal de batalla, las armas típicas de un hóplita que este lleva consigo son:

- Dory, lanza de base metálica con punta y contera de hierro, de entre 1,8 y 2,4 metros.
- Yelmo corintio de bronce e interior de cuero.
- Hoplon, escudo de madera, cuero y bronce redondo de más de 1 m de diámetro.
- Espada corta tipo cretense, puesta de moda por los espartanos en toda Grecia.
- Coraza musculada de capas de lino y escamas de bronce.
- Grebas de bronce, cubrían la pierna desde la rodilla hasta la garganta del pie.

Asimismo, en Saint Seiya los bronze y silver saints visten armaduras (cloth) cuyas corazas ofrecen una protección parcial del cuerpo, cubriendo algunas zonas clave del mismo (en el manga inicial, ya que en la adaptación televisada se cambió este punto). Los Gold Saint por el contrario llevan armaduras de protección íntegra, seguramente para destacar su importancia jerárquica. Si observáis bien, hay algunas similitudes en las armaduras de los saints y las de los hoplitas, las pecheras marcan los músculos del individuo y las grebas fueron asimiladas por Kurumada en muchos de sus diseños.

Atletas griegos y Saints

Los instructores espartanos eran muy severos: querían que los alumnos estuvieran dispuestos a defender su propia ciudad al precio del sacrificio de su vida. Entre las disciplinas en las cuales los formaban: el discobolo, la jabalina, la carrera, el salto de longitud, la lucha. Debían enfrentarse en pugilatos, participar en pentatlones, en carreras de caballos... se les enseñaba también a cazar... (un poco como en Saint Seiya).

Es en esa época en la que aparecen los primeros juegos olímpicos en Olimpia, dedicados a Zeus. La analogía de los santos de nuestra serie con los atletas de los JO es muy posible y a este respecto se puede pensar en el caballero de plata Capella con su disco-shurikenjitsu que recuerda claramente el disco de los atletas de los JO...

------

Los 3 metales (oro, plata y bronce)

Pero si bien ciertamente muchos dirán que puede no haber ningún vínculo. Más inquietante es el metal de los 3 tipos de armaduras (bronce, plata y oro).. ¿eso no les recuerda un poco las medallas olímpicas?!! (aunque en la antigüedad, se ofrecían a los vencedores no medallas sino laureles). Estos atletas permanecían en tiempo de guerra en la ciudad para protegerla de los invasores, un poco como los caballeros de oro que protegen el santuario guardando sus casas respectivas (es el círculo más potente y más insuperable de la guardia cercana a la diosa y del gran pope que la representa).

Entrenamiento espartano

Después del año 550 AC Esparta deja precipitadamente de evolucionar, permanece cerrada a los extranjeros, renuncia a los deportes, deja de participar en los JO y se vuelca con determinación hacia la guerra. La educación de cada uno es regulada por normas muy estrictas que irán incluso a endurecerse, deben seguirse por etapas rigurosas si se quiere beneficiar de los derechos cívicos.

Al nacer se hace una cruel selección. Se lanza a los niños que no se juzga conformes, aquellos no suficientemente robustos son lanzados a un pozo sin fondo. Hasta los 7 años están a cargo de sus padres que los educan y crian difícilmente, por ejemplo dejándolos a menudo desnudos para endurecerse. La desnudez era frecuente tanto para los jóvenes muchachos como para las jóvenes muchachas en desfiles festivos o ceremonias. Hacia los 7 años, el niño espartano era colocado bajo la vigilancia de un pedonomo y se queda para el resto de su vida a cargo del Estado. Comienza por lo tanto a ser embrigado en organizaciones tipo “boy scoot” donde se le enseñará a luchar, a cazar.. A los 12 años, se volverá "muchacho" y comenzará a vivir en un internado, donde debe dormir en el suelo etc..

A partir de los 16 años y hasta los 21 años el "muchacho" toma el nombre de "Irene". Puede entonces formar a los más jóvenes (un poco como los caballeros de nuestro relato que son alumnos a veces de otros caballeros y ellos mismos maestros de otros caballeros). Durante estos 3 períodos se les enseña obviamente también a leer y escribir, pero por el contrario, todo lo que afecta a la educación artística es orientada hacia un objetivo militar, como el aprendizaje de cantos que sirven en marchas y entrenamientos. La preparación moral es muy importante, la idea de preparar individuos sacrificados y dedicados en cuerpo y alma a la ciudad y al bien común. Se pretende así ahogar los comportamientos individualistas procurando que cada uno se sienta responsable y dependiente del otro. Se fomenta también una forma de hablar especial llamada "laconismo", sucinta y corrosiva. Se enseña a cada uno la disciplina, y una obediencia sin falta a los superiores, a adquirir un espíritu despierto y combativo, a resistir al dolor.

Se puede obviamente asociar fácilmente todo eso a Saint Seiya, en particular, en lo que se refiere a la disciplina y la sumisión al maestro de cada santo. El ejemplo de los jóvenes que son entrenados para convertirse en caballeros en el santuario de Atenea en la serie es a este respecto significativo, recordad por ejemplo el momento en que Algol de Perseo, ante de los ojos ulcerados de Aiolia, castiga a los 3 jóvenes desertores transformándolos en estatuas de piedra y dándoles la muerte. Es chocante ciertamente, obedece una orden formal del Pope maléfico pero eso no impide que incluso con un Gran Patriarca "normal" como el antiguo, la disciplina no se imponga con el fin de evitar deserciones. Quizás no en el mismo grado pero casi. Este estado de ánimo baña toda la serie de Saint Seiya y puede parecer un poco chocante para nosotros los occidentales del siglo XXI, dado que la historia transcurre en nuestra época.

Caballeros educados al modo espartano en la acrópolis de Atenas (o en otra parte, eso no importa) a finales del siglo XX en circunstancias chocantes, una selección de jóvenes y niños para ser entrenados en el arte de la guerra y preparados para morir a edades muy tiernas. Es facil suponer que todos los que vieron la serie por primera vez quedaran marcados por ello. La complejidad de la situación y la belleza trágica de la historia es una parábola de la sociedad espartana de la antigüedad, que inevitablemente ha inspirado a Kurumada.

Las mujeres en Esparta

Como hemos mencionado, en la sociedad espartana, las muchachas no escapaban a todas estas normas de vida, se debían también al entrenamiento, su feminidad no se tenía en cuenta, el objetivo era endurecerlas como a los muchachos, en particular para dar nacimiento a futuros niños fuertes y "conformes" a sus criterios. El pudor se combate: las mujeres debían llevar el “peplos”, una túnica generalmente pesada, de estilo dorio, a menudo de lana. Todo esto recuerda una vez más un poco el papel de la mujer en Saint Seiya, las mujeres-caballero que llevan una máscara para ocultar su feminidad. En la serie se precisa que ver a una mujer caballero sin su máscara es un crimen, que conlleva la muerte del santo masculino o el matrimonio entre santos (ejemplo: el caso Shaina/Seiya, pero podríamos también citar el caso más discreto de Shun y June: episodio 41: cuando Shun ve a June sin su máscara en las calles de Tokyo, dirá un poco más tarde en el avión que quiere vivir con ella sobre una isla de Andrómeda reconstruida, una vez que todo se termine).

Evolución de la educación espartana

Los espartanos y su educación estricta suscitaron la admiración de muchos, desde la antigüedad hasta nuestros días: algunos medios reaccionarios atenienses hacían su ideal de vida. Más recientemente, y más tristemente, algunas doctrinas racistas alemanas (K.O. Müller, W. Jaeger) lo admiraron para su política eugenista (selección cruel de los más débiles en el nacimiento), su culto del héroe y de una raza de guerreros superiores.

Pero en realidad la historia de Esparta prueba que su grandeza corresponde más bien al período anterior el endurecimiento de sus normas, el período siguiente corresponde más bien a su decadencia progresiva y a su aislamiento respecto a las otras ciudades. Esparta incluso se empujó a la absurdidad en el punto de perpetuar normas rígidas incluso en la época en la que estaba protegida por la pax romana, y en consecuencia sin la existencia de amenazas de invasiones y guerras.

Inspiración del manga Saint Seiya

Se puede pensar que los japoneses, autores del manga Saint Seiya, se hayan sentido próximos al sistema espartano y a sus guerreros orgullosos, nobles, lacónicos, sacrificados a sus jefes (un poco como los samourais japoneses) más que por el sistema político ateniense, basado en el poder de sus filósofos, ciertamente muy sabios pero un poco demasiado ociosos... El Gran Patriarca del Santuario en Saint Seiya, sobre el cual se puede establecer un paralelo con el rey de los espartanos, es un poco la imagen del Shogun de los japoneses (es decir, un "maestro supremo de los ejércitos") y la diosa Atenea recuerda un poco al emperador japonés (el "personaje sacralizado")...

La batalla de las Thermopilas

La batalla de las Thermopilas es emblemática por el espíritu de sacrificio de los espartanos por su ciudad, y puede haber inspirado el espíritu de sacrificio de los santos en nuestra serie, y, en particular, seguramente el de Shiryu contra Shura y el de Siegfried contra Sorento: Tuvo lugar en el año 480 AC, en las famosas guerras médicas, y opuso a los espartanos de Leonidas y a los persas de Jerjes.

Es necesario resituar el contexto: En esa época, después de las invasiones de los dorios, Grecia estaba formada por ciudades-estado frente a la amenaza del imperio persa, que pretendía extenderse por el Peloponeso. Las hostilidades comenzaron cuando los griegos de Ionia, tributarios del Imperio persa, se rebelaron, y llamaron en su ayuda a todos los griegos de Europa. Atenas fue la única que respondió a la llamada y aconteció la famosa batalla de Maraton.

Clica la imagen para visualizar una narración interactiva

La historia arranca en el 490 A.C., año en el que Darío I, rey del Imperio Persa, envía un poderoso ejército contra Grecia que desembarca en la ciudad de Maratón. Allí se enfrentan con los griegos atenienses, cuyo ejército, comandado por Milcíades, obtiene por sorpresa la victoria, a pesar de disponer los persas de un ejército muy superior en número. El general envió a un soldado a Atenas para dar la buena nueva a sus compatriotas; éste, tras recorrer 42,191 kilómetros sin pausa, muere de agotamiento tras comunicar la victoria. Tras esta hazaña, entonces poco deportiva, y en honor a esta proeza, se corre hoy en día la maratón.

Pocos años más tarde, en el 480 A.C., el hijo de Darío, el Rey de Reyes, no olvidaría la afrenta de los griegos, y movilizaría contra éstos un poderosísimo ejército para doblegar su voluntad y conquistar las fértiles tierras de más allá del Bósforo. Un año antes, Jerjes I había enviado heraldos a varias ciudades-estado griegas exigiendo sumisión absoluta, chantaje al que cedieron algunas de ellas; otras se declararon neutrales y otras hostiles, Atenas y Esparta entre estas últimas. Según las crónicas de Heródoto, historiador y geógrafo griego, principal fuente del lance, las fuerzas persas al mando de Jerjes I se componían de casi dos millones de efectivos en total, divididos entre 80.000 hombres de caballería, 1.200 trirremes, 5.000 penteconteros y la infantería de a pie. El ejército griego estaba lejos, según Heródoto, de los 300 hóplitas espartanos: junto a ellos, estaban 500 hombres de Tegea, 500 de Mantinea, 1.000 de Arcadia, 400 de Corinto, 200 de Fliunte y 80 de Mecenas. Aparte de estos contingentes del Peloponeso propiamente dicho, entre las fuerzas de los griegos estaban 400 de Tebas y 700 de Tespias junto a 1.000 focenses. En total, los griegos disponían de 7.000 valerosos hombres, unidos bajo la disciplina espartana de Leónidas. Muchos historiadores contemporáneos no cifran las fuerzas persas en más de 200.000 ó 250.000 hombres, y mantienen más o menos las griegas, especificadas por Heródoto. Aún así, estamos ante una lucha épica, pero enormemente facilitada por las circunstancias geográficas. Pero nada que ver con lo que históricamente se nos ha transmitido.

Jerjes I, atraviesa el Hellesponte (los dardanelos) con su formidable ejército, se apodera de Tracia y de Macedonia, y desciende sobre Atenas. Es detenido un tiempo en la famosa batalla de las Thermopilas por una tropa de 5.000 espartanos y tebanos. Los espartanos son comandados por Leonidas. Esta batalla entró en la leyenda y la tradición retiene el número de 300 espartanos contra 30.000 persas (se habla de "Miríadas" y el término permaneció).

El paso era un angosto pasadizo entre las montañas y el mar, con una longitud de dos kilómetros y medio, con una anchura media de unos 40 ó 30 metros (en varios tramos de no más de 15 ó 7 metros, según la fuente). Los griegos pretendían contrarrestar la superioridad numérica luchando en un lugar muy estrecho, con el fin de evitar los movimientos envolventes de la numerosa caballería persa. Pero no solo por esa razón las Termópilas eran el lugar ideal para plantar cara a tan poderoso ejército con pocos efectivos: el paso se encontraba muy próximo a los estrechos de Eubea, en el Artemisio, donde la flota griega, también inferior en número a la persa, podría luchar contra aquella en las mismas condiciones que la infantería. Los numerosos barcos de guerra persas no podrían desplegarse del todo, y en ese escenario serían vulnerables. La trampa era doble: si la armada griega conseguía la victoria, el ejército persa perdería el abastecimiento de suministros por mar, básico en una guerra lejos de territorio amigo; sin él, Jerjes tendría que retirarse. El paso protegía también todo el Ática y Beocia, y era la llave para entrar en territorio griego, sobre todo a Atenas, principal objetivo del ejército enemigo.

Los griegos que fueron al paso estaban preparados para morir, es evidente. Conocían las fuerzas persas, pero sabían que si conseguían aniquilar la flota enemiga y dejarles sin suministros, las fuerzas enemigas no durarían mucho en territorio griego. Las anécdotas del carácter griego, y sobre todo espartano, alrededor de las Termópilas, son numerosas. Cuentan que la reina Gorgo, esposa de Leónidas, que tomó el mando de las fuerzas aliadas griegas en las Termópilas, se quejó del escaso número de compatriotas que éste había movilizado, tan solo 300, a lo que éste contestó que sus paisanos jamás contaban los hombres antes de la batalla. El diálogo posterior, según cuenta Heródoto, que supuestamente tuvo lugar, es muy esclarecedor:

-"¿Qué he de hacer si no vuelves?”, preguntó Gorgo.

-"Si yo perezco cásate con uno digno de mi y ten hijos fuertes para que sean soldados dignos de Esparta”, respondió Leónidas.

Cuando los persas llegaron al paso y vieron que los griegos lo habían ocupado, enviaron hombres a observarles. Se encontraron con las tropas helénicas ejercitándose, limpiando sus armas y aseándose el cabello como si nada. Finalmente, Jerjes envió emisarios, anunciando el inminente ataque. Orgullosos de su poderoso ejército, éstos hablaron con Leónidas y le emplazaron a retirarse. Su rey le perdonaría la vida a cambio de entregar las armas. La respuesta del caudillo espartano no se hizo esperar:

-"¿Qué respuesta debo llevar al Rey?", preguntaron los persas.
-"Dile a tu rey que venga a cogerlas", respondió Leónidas.

Las tropas griegas estaban mejor preparadas que las persas para luchar en escenarios estrechos. Los primeros estaban muy acostumbrados a la lucha contínua, ya que los pueblos helénicos tan solo dejaban de contender entre ellos si sobrevenía una grave amenaza exterior, como era el caso. La falange hoplita, una sólida formación militar cerrada que avanzaba compacta y protegida por escudos y lanzas para evitar las flechas enemigas, era la base de sus ejércitos y responsable de muchos de sus éxitos en el campo de batalla. En cuanto al soldado, una lanza larga de dos metros, una espada corta, llamada “xifos” y un escudo de casi un metro de diámetro eran todo su armamento ofensivo, junto a la típica coraza de bronce o lino y un casco y protecciones para las piernas, también de bronce. Los espartanos estaban incluso mejor pertrechados y eran más disciplinados y brutales, gracias a su temprana educación militar y a lo inflexible de sus leyes. En cambio, los persas tenían otras costumbres a la hora de combatir y estaban también condicionados por las amplias extensiones sin excesivos accidentes del terreno del Imperio Persa, donde solían moverse. La infantería carecía de armas pesadas, sus lanzas eran más cortas y sus escudos más ligeros. Su composición era también muy dispar, ya que junto a fuerzas de choque de élite, como los renombrados 10.000 Inmortales, estaban también otras reclutadas mediante levas en las satrapías ocupadas, de mucha menor motivación y profesionalidad.

Precisamente la falange hoplita y el escasísimo espacio de maniobra fueron la llave de la resistencia heróica de los griegos. Tras entonar el “peán”, un canto en alabanza a Apolo, se prepararon para la embestida. La falange, con los flancos protegidos por las paredes del paso de las Termópilas, hicieron de tapón frente a las numerosas y aguerridas tropas persas, que se toparon con algo que no esperaban. Por la tarde, los griegos habían dejado cientos de cadáveres ante sí, sin apenas sufrir bajas. El ejército enemigo se replegó, y los temidos 10.000 Inmortales, la guardia personal de Jerjes, fue enviada al ataque. Éstos lucharon de forma denodada y valerosa, pero fueron igualmente rechazados con numerosas bajas. Al mismo tiempo, la flota griega también resistía en Eubea, por lo que Jerjes estaba atrapado. Sus tropas morían a cientos y su flota se encontraba atrapada sin posibilidad de enviar suministros… ¿por cuánto tiempo?.

En este estado de cosas, entra en escena un traidor, Efialtes, un pastor autóctono del paso que esperaba una recompensa de Jerjes. Se dirigió a su campamento, y le informó de un sendero que llevaría a sus tropas al otro lado del paso de las Termópilas, rodeando de esta forma a las tropas helénicas. El sendero estaba protegido por los griegos, que habían acantonado allí a 1.000 focenses. Jerjes mandó allí a los 10.000 Inmortales, llamados así porque, cuando uno moría, otro tomaba rápidamente su lugar en oleadas sucesivas. Leónidas fue informado de la cercanía de los persas y del cerco que pronto iba a cerrarse sobre ellos, así que decidió evacuar al ejército griego. Pero él permaneció en su puesto junto a sus 300 espartanos, no sin ordenar antes que también 400 tebanos se quedaran a luchar con él; por lo visto, en Tebas dominaba una fuerte tendencia política a pactar con los persas, y el general espartano temía que posteriormente estos soldados se aliaran con sus enemigos. Además, 700 soldados de Tespia, al mando de Demófilo, se negaron a abandonar a Leónidas. En total, unos 1.400 se enfrentaron al resto del imponente ejército persa. Famosa es la frase de Leónidas previa a la desesperada lucha final:

-“¡¡Esta es nuestra última comida entre los vivos, preparaos bien porque esta noche cenaremos en el Hades!!”

Uno puede preguntarse quien sobrevivió para transmitir la famosa y épica frase de Leónidas, así que muy probablemente estemos ante una nueva licencia literaria. Algunos historiadores cifran en dos los supervivientes: Alejandro y Antigono de Esparta, pero nada se sabe de forma irrefutable. El caso es que todos los hombres se aprestaron a formar una última y grandiosa falange, para enfrentarse a los ya menos de 10.000 Inmortales. Leónidas pretendía evitar una rápida llegada de Jerjes a Atenas, y dar tiempo al resto del ejército griego a plantear batalla y organizarse.

El ejército de Jerjes, una vez pasadas las Termópilas, se dirigió a Atenas, previamente evacuada, que fue saqueada e incendiada. Más tarde, en Salamina, la flota persa fue casi destruida por la griega, lo que forzó a Jerjes a dividir el ejército. Dejó en Grecia la mitad de los supervivientes, mientras que él mismo volvía a sus dominios con la restante. Tras varios meses de tanteos, el ejército aliado acabó con el ejército persa que aún seguía en suelo heleno, en la batalla de Platea.

Prefiriendo morir in situ que rendirse al enemigo, los espartanos y Leonidas seran masacrados hasta el último para permitir huir al resto del ejército griego. Desgraciadamente los persas, aprovechando las indicaciones de un traidor griego llegarán a infiltrarse en Atica y a apoderarse de Atenas, que será pillada, la Acrópolis será destruida. Pero más tarde, el mismo año, la flota del ateniense Themistocle llegará a destruir a la flota persa ante la isla de Salamina, a raíz de lo cual los persas se retirarán definitivamente. Grecia levantrá a continuación la cabeza para entrar en una nueva edad de oro, se reconstruirá incluso la Acrópolis en los tiempos de Pericles.

La victoria final griega supuso un punto de inflexión en la lucha por el poder en el próximo oriente. Toda la cultura griega, con su incipiente democracia (al uso peculiar de la época), fue salvada del régimen tiránico y monárquico persa en aquella ocasión, gracias al sacrificio de un puñado de hombres y a la clarividencia militar de sus jefes.

El código de honor espartano impedía a cualquier soldado retroceder en batalla e incluso se podía perder la condición de espartiata si se era el único superviviente de la contienda; así se constituyó el ejército espartano que después de su heroica actuación al mando de Leónidas en la batalla de las Termópilas y de la gran victoria de Platea, también ante los persas, fue considerado el mejor del mundo. Con esta imponente fuerza terrestre Esparta había consolidado una red de alianzas con otras ciudades de la Península formando la Liga del Peloponeso que en el último tercio del siglo V a.C. se enfrentaría a la Liga Ático-Délica comandada por Atenas.

Sin la resistencia heroica de los espartanos seguramente el gran ejército griego hubiera sido destruido, esta batalla se convirtió así en el símbolo de la resistencia griega al invasor, y Leonidas es aún hoy en Grecia un personaje emblemático, cuyo rostro se encuentra sobre algunas monedas.

300, incluso más allá de la tradición de Heródoto, impone una visión tópica del Imperio Persa: un puñado de héroes contra un enjambre de carne enemiga. Mientras que los griegos son disciplinados, pulcros, moralmente limpios y sobre todo, valerosos, los persas son corruptos, débiles, confian en el número por encima de la organización y son moralmente deleznables, gentes que solo son capaces de conseguir la victoria mediante la traición. Los personajes persas cumplen a rajatabla los tópicos de la "chusma salvaje" tan propios de los occidentales cuando quieren denigrar a un enemigo, y nada acorde con la realidad. Y esto viene de la propia tradición histórica de Heródoto, con lo cual no es difícil pensar en una manipulación, sobre todo cuando este episodio, que desembocó en una victoria posterior, pudo servir como aglutinante de la identidad griega, tan necesaria en una sociedad dividida como la helena.

Los persas vieron de qué pasta estaban hechos los helenos, en especial los espartanos. Su fiereza y desprecio por la muerte se forjaba desde el nacimiento… “Vuelve con el escudo o encima de él”. Las mujeres espartanas preferían ver muertos a sus hijos que ver su honor mancillado por la cobardía de éstos en combate. Para un hoplita, la única forma de salir ileso de una derrota en combate era abandonar el pesado casco (hoplon) que les protegía y correr. Tal deshonra sería recordada toda la vida del espartano, marcada en su capa con retales de colores, y sin poder contraer matrimonio con un miembro de sus iguales (homoioi).

Esparta adoptó el sistema de falange hoplita desarrollado por los argivos y lo llevó a sus máximas cotas de perfección, instaurando un sistema educativo cuyo fin era crear soldados altamente disciplinados que convivían en grupos, dándole un gran factor de cohesión cuando, formando una falange, se enfrentaban al enemigo.

Comentarios a este Artículo

¿Quieres añadir alguna cosa al artículo?, escribe un e-mail al webmaster... todas aquellas opiniones, información complementaria, críticas constructivas, rectificaciones etc... que nos enviéis y consideremos pertinentes o de interés serán añadidos al final del texto, para que todos los visitantes puedan leerlas, dando todo el crédito a su autor.

Tauro Aldebarán (España)