ARTICULOS
SANTOS
Y ESPARTANOS...
Tauro Aldebarán (España)
Phoenlx
(Francia)
SUMARIO
Introducción
Esparta
Espartanos y Saints
La armadura del Hoplita griego vs las cloth de los Saints
Atletas griegos y Saints
Los 3 metales (oro, plata y bronce)
Entrenamiento espartano
Las mujeres en Esparta
Evolución de la educación espartana
Inspiración del manga Saint Seiya
La batalla de las Thermopilas
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Introducción
Entre
todos los paralelos que se hacen indirectamente en StS, seguramente aquel
que llega a asombrar a los más grandes fans es el paralelismo entre
los 88 caballeros que rodean a la diosa Atenea y... los espartanos en
la antigüedad.
El
gran período espartano se corresponde en líneas generales
con el siglo VII AC. Era la época de las ciudades-estado en Grecia,
había un buen número, estaban controladas por reyes autónomos
pero conectadas entre ellas (a menudo combinadas para la guerra, compartían
culturas similares y veneraban a los mismos y famosos dioses griegos).
Esparta
Esparta
era una ellas y recibió muy pronto una reputación de ciudad
guerrera, al margen del comercio y el arte marítimo que eran características
comunes de las otras ciudades helenas más proximas al mar. Atenas
aún era la más desarrollada de la época. Pero Esparta,
después de haber conocido una evolución precoz, destacará
debido a su modo de vida y a su cultura, muy diferente a la de las otras
ciudades griegas. Buscará seguir siendo bastante arcaica, volviendo
a costumbres tradicionales antiguas, mientras que otras ciudades se volcaran
en un desarrollo por las artes, las letras, la filosofía o el comercio.
Los
niños espartanos eran educados muy duramente. Muy pronto se los
retiraba del núcleo familiar de sus padres (como los pequeños
huérfanos de Saint Seiya que son arrancados del internado muy jóvenes).
Los espartanos, después de haber dejado a su familia son entrenados
en el deporte, las armas y las técnicas marciales con el fin de
poder proteger la ciudad. Eran educados por el Estado en una especie de
colegios. Incluso las mujeres y las jóvenes muchachas eran entrenadas,
se les fomentaba a convertirse en fuertes y ágiles mediante competiciones,
para poder generar niños vigorosos...
Contrariamente
a las guerras más antiguas de los relatos homéricos, el
joven espartano no es más un caballero sino un soldado: ya no se
fomentan los combates uno contra uno, cuerpo a cuerpo (así como
Hector/Aquiles en la Ilíada). No se trata más de héroes
que descienden de su carro para medirse en confrontaciones singulares
sino del choque de varias líneas de soldados de infantería.
El
estado de ánimo del guerrero cambió a través de ello:
no se trata de un ideal de gloria personal y prestigio sino más
bien una dedicación en cuerpo y de alma a la ciudad por la cual
se debe estar dispuesto a sacrificarse. Se nota así una semejanza
con Saint Seiya, cuyos santos están siempre dispuestos a sacrificarse
por su causa y aquella que la personifica: Atenea, y están dispuestos
también a sacrificarse por sus compañeros de armas si ello
permite alcanzar el objetivo común.
Espartanos
y Saints
Allí
donde por el contrario Saint Seiya se opone a los espartanos es con relación
al tipo de enfrentamiento. En Saint Seiya los combates parecen más
a los combates de la Iliada, se trata la mayoría del tiempo de
uno contra uno, los caballeros (o santos) procuran respetar la mayoría
del tiempo un código de honor, y con una tendencia poco violenta.
Se puede citar el ejemplo de Camus, que deja pasar a Seiya y a Shun en
la casa de Acuario para dedicarse al 100% a su duelo con Hyoga, lo único
que reviste la importancia para él (más aún que su
deber hacia el Pope), o también la batalla de Asgard con los God
Warriors que se despliegan para enfrentarse a los santos de Atenea por
separado (aunque se produce una mini batalla de 4 santos de bronce contra
los 7 God warriors tras el episodio 75, cuando todos se reúnen
entorno a Hilda). Se pueden citar también el combate contra los
caballeros negros a las órdenes de Fénix (aun siendo guerreros
degradados por Atenea respetan esta norma) o también la confrontación
Shaina-Algol-Spartan vs Shiryu-Shun-Seiya, y en el film 3 Shura-Camus
vs Belenger-Jao.
Observando
la serie uno puede preguntarse porqué los enemigos (a menudo superiores
en número y capacidades individuales) adoptan esta estrategia catastrófica
del uno contra uno en cada batalla. Se podría valorar como un efecto
argumental, una falta de imaginación de Kurumada, o que son herederos
de este estilo de combate homérico, tan bien descrito en relatos
como la Iliada... no podemos quejarnos porque esto nos da a menudo una
descripción profunda de la personalidad y antecedentes de los enemigos,
y a combates trágicamente destacados (Asgard, en particular).
Volviendo
a los famosos espartanos, que precisamente predican lo contrario. Como
hemos dicho anteriormente, la educación espartana se vuelca mucho
hacia el deporte y el arte de la guerra. Los guerreros (hoplitas) llevaban
una combinación mucho menos pesada y compleja que las pesadas armaduras
de bronce de otros soldados de aquella época, para que la destreza
y la libertad de movimientos primaran en combate.
Hoplita
(soldado de infantería pesada griega), Siglo V A.C.
Enciclopedia
Wikipedia :
Hoplita
- Sistema hoplítico
La
armadura del Hoplita griego VS Las cloth de los Saints
El
equipo del Hoplita griego en ésa época era bastante estándar
en toda la Hélade. Sin embargo, había ciertas particularidades
que diferenciaban las ciudades-estado entre sí. Así, por
ejemplo, los Lacedemonios (o Espartanos) eran los únicos que llevaban
el pelo largo, además de usar la letra Lambda (^) sobre el escudo.
Otras ciudades también utilizaban letras o determinados símbolos
sobre los hoplones (escudos) a modo de identificación. Al parecer,
además de letras también era usual lucir diferentes dibujos
mitológicos, alegóricos o incluso marcas de familia (una
heráldica primitiva). Los atenienses usaban escudos muy coloridos.
La
panoplia del hoplita griego estaba diseñada para las formaciones
compactas y cerradas (falanges) en las que los escudos se solapaban en
la línea frontal de batalla, las armas típicas de un hóplita
que este lleva consigo son:
-
Dory, lanza de base metálica con punta y contera de hierro, de
entre 1,8 y 2,4 metros.
- Yelmo corintio de bronce e interior de cuero.
- Hoplon, escudo de madera, cuero y bronce redondo de más de 1
m de diámetro.
- Espada corta tipo cretense, puesta de moda por los espartanos en toda
Grecia.
- Coraza musculada de capas de lino y escamas de bronce.
- Grebas de bronce, cubrían la pierna desde la rodilla hasta la
garganta del pie.
Asimismo,
en Saint Seiya los bronze y silver saints visten armaduras (cloth) cuyas
corazas ofrecen una protección parcial del cuerpo, cubriendo algunas
zonas clave del mismo (en el manga inicial, ya que en la adaptación
televisada se cambió este punto). Los Gold Saint por el contrario
llevan armaduras de protección íntegra, seguramente para
destacar su importancia jerárquica. Si observáis bien, hay
algunas similitudes en las armaduras de los saints y las de los hoplitas,
las pecheras marcan los músculos del individuo y las grebas fueron
asimiladas por Kurumada en muchos de sus diseños.
Atletas
griegos y Saints
Los
instructores espartanos eran muy severos: querían que los alumnos
estuvieran dispuestos a defender su propia ciudad al precio del sacrificio
de su vida. Entre las disciplinas en las cuales los formaban: el discobolo,
la jabalina, la carrera, el salto de longitud, la lucha. Debían
enfrentarse en pugilatos, participar en pentatlones, en carreras de caballos...
se les enseñaba también a cazar... (un poco como en Saint
Seiya).
Es
en esa época en la que aparecen los primeros juegos olímpicos
en Olimpia, dedicados a Zeus. La analogía de los santos de nuestra
serie con los atletas de los JO es muy posible y a este respecto se puede
pensar en el caballero de plata Capella con su disco-shurikenjitsu que
recuerda claramente el disco de los atletas de los JO...
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Los
3 metales (oro, plata y bronce)
Pero
si bien ciertamente muchos dirán que puede no haber ningún
vínculo. Más inquietante es el metal de los 3 tipos de armaduras
(bronce, plata y oro).. ¿eso no les recuerda
un poco las medallas olímpicas?!! (aunque en la antigüedad,
se ofrecían a los vencedores no medallas sino laureles). Estos
atletas permanecían en tiempo de guerra en la ciudad para protegerla
de los invasores, un poco como los caballeros de oro que protegen el santuario
guardando sus casas respectivas
(es el círculo más potente y más insuperable de la
guardia cercana a la diosa y del gran pope que la representa).
Entrenamiento
espartano
Después
del año 550 AC Esparta deja precipitadamente de evolucionar, permanece
cerrada a los extranjeros, renuncia a los deportes, deja de participar
en los JO y se vuelca con determinación hacia la guerra. La educación
de cada uno es regulada por normas muy estrictas que irán incluso
a endurecerse, deben seguirse por etapas rigurosas si se quiere beneficiar
de los derechos cívicos.
Al
nacer se hace una cruel selección. Se lanza a los niños
que no se juzga conformes, aquellos no suficientemente robustos son lanzados
a un pozo sin fondo. Hasta los 7 años están a cargo de sus
padres que los educan y crian difícilmente, por ejemplo dejándolos
a menudo desnudos para endurecerse. La desnudez era frecuente tanto para
los jóvenes muchachos como para las jóvenes muchachas en
desfiles festivos o ceremonias. Hacia los 7 años, el niño
espartano era colocado bajo la vigilancia de un pedonomo y se queda para
el resto de su vida a cargo del Estado. Comienza por lo tanto a ser embrigado
en organizaciones tipo “boy scoot” donde se le enseñará
a luchar, a cazar.. A los 12 años, se volverá "muchacho"
y comenzará a vivir en un internado, donde debe dormir en el suelo
etc..
A
partir de los 16 años y hasta los 21 años el "muchacho"
toma el nombre de "Irene". Puede entonces formar a los más
jóvenes (un poco como los caballeros de nuestro relato que son
alumnos a veces de otros caballeros y ellos mismos maestros de otros caballeros).
Durante estos 3 períodos se les enseña obviamente también
a leer y escribir, pero por el contrario, todo lo que afecta a la educación
artística es orientada hacia un objetivo militar, como el aprendizaje
de cantos que sirven en marchas y entrenamientos. La preparación
moral es muy importante, la idea de preparar individuos sacrificados y
dedicados en cuerpo y alma a la ciudad y al bien común. Se pretende
así ahogar los comportamientos individualistas procurando que cada
uno se sienta responsable y dependiente del otro. Se fomenta también
una forma de hablar especial llamada "laconismo", sucinta y
corrosiva. Se enseña a cada uno la disciplina, y una obediencia
sin falta a los superiores, a adquirir un espíritu despierto y
combativo, a resistir al dolor.
Se
puede obviamente asociar fácilmente todo eso a Saint Seiya, en
particular, en lo que se refiere a la disciplina y la sumisión
al maestro de cada santo. El ejemplo de los jóvenes que son entrenados
para convertirse en caballeros en el santuario de Atenea en la serie es
a este respecto significativo, recordad por ejemplo el momento en que
Algol de Perseo, ante de los ojos ulcerados de Aiolia, castiga a los 3
jóvenes desertores transformándolos en estatuas de piedra
y dándoles la muerte. Es chocante ciertamente, obedece una orden
formal del Pope maléfico pero eso no impide que incluso con un
Gran Patriarca "normal" como el antiguo, la disciplina no se
imponga con el fin de evitar deserciones. Quizás no en el mismo
grado pero casi. Este estado de ánimo baña toda la serie
de Saint Seiya y puede parecer un poco chocante para nosotros los occidentales
del siglo XXI, dado que la historia transcurre en nuestra época.
Caballeros
educados al modo espartano en la acrópolis de Atenas (o en otra
parte, eso no importa) a finales del siglo XX en circunstancias chocantes,
una selección de jóvenes y niños para ser entrenados
en el arte de la guerra y preparados para morir a edades muy tiernas.
Es facil suponer que todos los que vieron la serie por primera vez quedaran
marcados por ello. La complejidad de la situación y la belleza
trágica de la historia es una parábola de la sociedad espartana
de la antigüedad, que inevitablemente ha inspirado a Kurumada.
Las
mujeres en Esparta
Como
hemos mencionado, en la sociedad espartana, las muchachas no escapaban
a todas estas normas de vida, se debían también al entrenamiento,
su feminidad no se tenía en cuenta, el objetivo era endurecerlas
como a los muchachos, en particular para dar nacimiento a futuros niños
fuertes y "conformes" a sus criterios. El pudor se combate:
las mujeres debían llevar el “peplos”, una túnica
generalmente pesada, de estilo dorio, a menudo de lana. Todo esto recuerda
una vez más un poco el papel de la mujer en Saint Seiya, las mujeres-caballero
que llevan una máscara para ocultar su feminidad. En la serie se
precisa que ver a una mujer caballero sin su máscara es un crimen,
que conlleva la muerte del santo masculino o el matrimonio entre santos
(ejemplo: el caso Shaina/Seiya, pero podríamos también citar
el caso más discreto de Shun y June: episodio 41: cuando Shun ve
a June sin su máscara en las calles de Tokyo, dirá un poco
más tarde en el avión que quiere vivir con ella sobre una
isla de Andrómeda reconstruida, una vez que todo se termine).
Evolución
de la educación espartana
Los
espartanos y su educación estricta suscitaron la admiración
de muchos, desde la antigüedad hasta nuestros días: algunos
medios reaccionarios atenienses hacían su ideal de vida. Más
recientemente, y más tristemente, algunas doctrinas racistas alemanas
(K.O. Müller, W. Jaeger) lo admiraron para su política eugenista
(selección cruel de los más débiles en el nacimiento),
su culto del héroe y de una raza de guerreros superiores.
Pero
en realidad la historia de Esparta prueba que su grandeza corresponde
más bien al período anterior el endurecimiento de sus normas,
el período siguiente corresponde más bien a su decadencia
progresiva y a su aislamiento respecto a las otras ciudades. Esparta incluso
se empujó a la absurdidad en el punto de perpetuar normas rígidas
incluso en la época en la que estaba protegida por la pax romana,
y en consecuencia sin la existencia de amenazas de invasiones y guerras.
Inspiración
del manga Saint Seiya
Se
puede pensar que los japoneses, autores del manga Saint Seiya, se hayan
sentido próximos al sistema espartano y a sus guerreros orgullosos,
nobles, lacónicos, sacrificados a sus jefes (un poco como los samourais
japoneses) más que por el sistema político ateniense, basado
en el poder de sus filósofos, ciertamente muy sabios pero un poco
demasiado ociosos... El Gran Patriarca del Santuario en Saint Seiya, sobre
el cual se puede establecer un paralelo con el rey de los espartanos,
es un poco la imagen del Shogun de los japoneses (es decir, un "maestro
supremo de los ejércitos") y la diosa Atenea recuerda un poco
al emperador japonés (el "personaje sacralizado")...
La
batalla de las Thermopilas
La
batalla de las Thermopilas es emblemática por el espíritu
de sacrificio de los espartanos por su ciudad, y puede haber inspirado
el espíritu de sacrificio de los santos en nuestra serie, y, en
particular, seguramente el de Shiryu contra Shura y el de Siegfried contra
Sorento: Tuvo lugar en el año 480 AC, en las famosas guerras médicas,
y opuso a los espartanos de Leonidas y a los persas de Jerjes.
Es
necesario resituar el contexto: En esa época, después de
las invasiones de los dorios, Grecia estaba formada por ciudades-estado
frente a la amenaza del imperio persa, que pretendía extenderse
por el Peloponeso. Las hostilidades comenzaron cuando los griegos de Ionia,
tributarios del Imperio persa, se rebelaron, y llamaron en su ayuda a
todos los griegos de Europa. Atenas fue la única que respondió
a la llamada y aconteció la famosa batalla de Maraton.
Clica
la imagen para visualizar una narración interactiva
La
historia arranca en el 490 A.C., año en el que Darío I,
rey del Imperio Persa, envía un poderoso ejército contra
Grecia que desembarca en la ciudad de Maratón. Allí se enfrentan
con los griegos atenienses, cuyo ejército, comandado por Milcíades,
obtiene por sorpresa la victoria, a pesar de disponer los persas de un
ejército muy superior en número. El general envió
a un soldado a Atenas para dar la buena nueva a sus compatriotas; éste,
tras recorrer 42,191 kilómetros sin pausa, muere de agotamiento
tras comunicar la victoria. Tras esta hazaña, entonces poco deportiva,
y en honor a esta proeza, se corre hoy en día la maratón.
Pocos
años más tarde, en el 480 A.C., el hijo de Darío,
el Rey de Reyes, no olvidaría la afrenta de los griegos, y movilizaría
contra éstos un poderosísimo ejército para doblegar
su voluntad y conquistar las fértiles tierras de más allá
del Bósforo. Un año antes, Jerjes I había enviado
heraldos a varias ciudades-estado griegas exigiendo sumisión absoluta,
chantaje al que cedieron algunas de ellas; otras se declararon neutrales
y otras hostiles, Atenas y Esparta entre estas últimas. Según
las crónicas de Heródoto, historiador y geógrafo
griego, principal fuente del lance, las fuerzas persas al mando de Jerjes
I se componían de casi dos millones de efectivos en total, divididos
entre 80.000 hombres de caballería, 1.200 trirremes, 5.000 penteconteros
y la infantería de a pie. El ejército griego estaba lejos,
según Heródoto, de los 300 hóplitas espartanos: junto
a ellos, estaban 500 hombres de Tegea, 500 de Mantinea, 1.000 de Arcadia,
400 de Corinto, 200 de Fliunte y 80 de Mecenas. Aparte de estos contingentes
del Peloponeso propiamente dicho, entre las fuerzas de los griegos estaban
400 de Tebas y 700 de Tespias junto a 1.000 focenses. En total, los griegos
disponían de 7.000 valerosos hombres, unidos bajo la disciplina
espartana de Leónidas. Muchos historiadores contemporáneos
no cifran las fuerzas persas en más de 200.000 ó 250.000
hombres, y mantienen más o menos las griegas, especificadas por
Heródoto. Aún así, estamos ante una lucha épica,
pero enormemente facilitada por las circunstancias geográficas.
Pero nada que ver con lo que históricamente se nos ha transmitido.
Jerjes
I, atraviesa el Hellesponte (los dardanelos) con su formidable ejército,
se apodera de Tracia y de Macedonia, y desciende sobre Atenas. Es detenido
un tiempo en la famosa batalla de las Thermopilas por una tropa de 5.000
espartanos y tebanos. Los espartanos son comandados por Leonidas. Esta
batalla entró en la leyenda y la tradición retiene el número
de 300 espartanos contra 30.000 persas (se habla de "Miríadas"
y el término permaneció).
El
paso era un angosto pasadizo entre las montañas y el mar, con una
longitud de dos kilómetros y medio, con una anchura media de unos
40 ó 30 metros (en varios tramos de no más de 15 ó
7 metros, según la fuente). Los griegos pretendían contrarrestar
la superioridad numérica luchando en un lugar muy estrecho, con
el fin de evitar los movimientos envolventes de la numerosa caballería
persa. Pero no solo por esa razón las Termópilas eran el
lugar ideal para plantar cara a tan poderoso ejército con pocos
efectivos: el paso se encontraba muy próximo a los estrechos de
Eubea, en el Artemisio, donde la flota griega, también inferior
en número a la persa, podría luchar contra aquella en las
mismas condiciones que la infantería. Los numerosos barcos de guerra
persas no podrían desplegarse del todo, y en ese escenario serían
vulnerables. La trampa era doble: si la armada griega conseguía
la victoria, el ejército persa perdería el abastecimiento
de suministros por mar, básico en una guerra lejos de territorio
amigo; sin él, Jerjes tendría que retirarse. El paso protegía
también todo el Ática y Beocia, y era la llave para entrar
en territorio griego, sobre todo a Atenas, principal objetivo del ejército
enemigo.
Los
griegos que fueron al paso estaban preparados para morir, es evidente.
Conocían las fuerzas persas, pero sabían que si conseguían
aniquilar la flota enemiga y dejarles sin suministros, las fuerzas enemigas
no durarían mucho en territorio griego. Las anécdotas del
carácter griego, y sobre todo espartano, alrededor de las Termópilas,
son numerosas. Cuentan que la reina Gorgo, esposa de Leónidas,
que tomó el mando de las fuerzas aliadas griegas en las Termópilas,
se quejó del escaso número de compatriotas que éste
había movilizado, tan solo 300, a lo que éste contestó
que sus paisanos jamás contaban los hombres antes de la batalla.
El diálogo posterior, según cuenta Heródoto, que
supuestamente tuvo lugar, es muy esclarecedor:
-"¿Qué
he de hacer si no vuelves?”, preguntó Gorgo.
-"Si
yo perezco cásate con uno digno de mi y ten hijos fuertes para
que sean soldados dignos de Esparta”, respondió Leónidas.
Cuando
los persas llegaron al paso y vieron que los griegos lo habían
ocupado, enviaron hombres a observarles. Se encontraron con las tropas
helénicas ejercitándose, limpiando sus armas y aseándose
el cabello como si nada. Finalmente, Jerjes envió emisarios, anunciando
el inminente ataque. Orgullosos de su poderoso ejército, éstos
hablaron con Leónidas y le emplazaron a retirarse. Su rey le perdonaría
la vida a cambio de entregar las armas. La respuesta del caudillo espartano
no se hizo esperar:
-"¿Qué
respuesta debo llevar al Rey?", preguntaron los persas.
-"Dile a tu rey que venga a cogerlas", respondió Leónidas.
Las
tropas griegas estaban mejor preparadas que las persas para luchar en
escenarios estrechos. Los primeros estaban muy acostumbrados a la lucha
contínua, ya que los pueblos helénicos tan solo dejaban
de contender entre ellos si sobrevenía una grave amenaza exterior,
como era el caso. La falange hoplita, una sólida formación
militar cerrada que avanzaba compacta y protegida por escudos y lanzas
para evitar las flechas enemigas, era la base de sus ejércitos
y responsable de muchos de sus éxitos en el campo de batalla. En
cuanto al soldado, una lanza larga de dos metros, una espada corta, llamada
“xifos” y un escudo de casi un metro de diámetro eran
todo su armamento ofensivo, junto a la típica coraza de bronce
o lino y un casco y protecciones para las piernas, también de bronce.
Los espartanos estaban incluso mejor pertrechados y eran más disciplinados
y brutales, gracias a su temprana educación militar y a lo inflexible
de sus leyes. En cambio, los persas tenían otras costumbres a la
hora de combatir y estaban también condicionados por las amplias
extensiones sin excesivos accidentes del terreno del Imperio Persa, donde
solían moverse. La infantería carecía de armas pesadas,
sus lanzas eran más cortas y sus escudos más ligeros. Su
composición era también muy dispar, ya que junto a fuerzas
de choque de élite, como los renombrados 10.000 Inmortales, estaban
también otras reclutadas mediante levas en las satrapías
ocupadas, de mucha menor motivación y profesionalidad.
Precisamente
la falange hoplita y el escasísimo espacio de maniobra fueron la
llave de la resistencia heróica de los griegos. Tras entonar el
“peán”, un canto en alabanza a Apolo, se prepararon
para la embestida. La falange, con los flancos protegidos por las paredes
del paso de las Termópilas, hicieron de tapón frente a las
numerosas y aguerridas tropas persas, que se toparon con algo que no esperaban.
Por la tarde, los griegos habían dejado cientos de cadáveres
ante sí, sin apenas sufrir bajas. El ejército enemigo se
replegó, y los temidos 10.000 Inmortales, la guardia personal de
Jerjes, fue enviada al ataque. Éstos lucharon de forma denodada
y valerosa, pero fueron igualmente rechazados con numerosas bajas. Al
mismo tiempo, la flota griega también resistía en Eubea,
por lo que Jerjes estaba atrapado. Sus tropas morían a cientos
y su flota se encontraba atrapada sin posibilidad de enviar suministros…
¿por cuánto tiempo?.
En
este estado de cosas, entra en escena un traidor, Efialtes, un pastor
autóctono del paso que esperaba una recompensa de Jerjes. Se dirigió
a su campamento, y le informó de un sendero que llevaría
a sus tropas al otro lado del paso de las Termópilas, rodeando
de esta forma a las tropas helénicas. El sendero estaba protegido
por los griegos, que habían acantonado allí a 1.000 focenses.
Jerjes mandó allí a los 10.000 Inmortales, llamados así
porque, cuando uno moría, otro tomaba rápidamente su lugar
en oleadas sucesivas. Leónidas fue informado de la cercanía
de los persas y del cerco que pronto iba a cerrarse sobre ellos, así
que decidió evacuar al ejército griego. Pero él permaneció
en su puesto junto a sus 300 espartanos, no sin ordenar antes que también
400 tebanos se quedaran a luchar con él; por lo visto, en Tebas
dominaba una fuerte tendencia política a pactar con los persas,
y el general espartano temía que posteriormente estos soldados
se aliaran con sus enemigos. Además, 700 soldados de Tespia, al
mando de Demófilo, se negaron a abandonar a Leónidas. En
total, unos 1.400 se enfrentaron al resto del imponente ejército
persa. Famosa es la frase de Leónidas previa a la desesperada lucha
final:
-“¡¡Esta
es nuestra última comida entre los vivos, preparaos bien porque
esta noche cenaremos en el Hades!!”
Uno
puede preguntarse quien sobrevivió para transmitir la famosa y
épica frase de Leónidas, así que muy probablemente
estemos ante una nueva licencia literaria. Algunos historiadores cifran
en dos los supervivientes: Alejandro y Antigono de Esparta, pero nada
se sabe de forma irrefutable. El caso es que todos los hombres se aprestaron
a formar una última y grandiosa falange, para enfrentarse a los
ya menos de 10.000 Inmortales. Leónidas pretendía evitar
una rápida llegada de Jerjes a Atenas, y dar tiempo al resto del
ejército griego a plantear batalla y organizarse.
El
ejército de Jerjes, una vez pasadas las Termópilas, se dirigió
a Atenas, previamente evacuada, que fue saqueada e incendiada. Más
tarde, en Salamina, la flota persa fue casi destruida por la griega, lo
que forzó a Jerjes a dividir el ejército. Dejó en
Grecia la mitad de los supervivientes, mientras que él mismo volvía
a sus dominios con la restante. Tras varios meses de tanteos, el ejército
aliado acabó con el ejército persa que aún seguía
en suelo heleno, en la batalla de Platea.
Prefiriendo
morir in situ que rendirse al enemigo, los espartanos y Leonidas seran
masacrados hasta el último para permitir huir al resto del ejército
griego. Desgraciadamente los persas, aprovechando las indicaciones de
un traidor griego llegarán a infiltrarse en Atica y a apoderarse
de Atenas, que será pillada, la Acrópolis será destruida.
Pero más tarde, el mismo año, la flota del ateniense Themistocle
llegará a destruir a la flota persa ante la isla de Salamina, a
raíz de lo cual los persas se retirarán definitivamente.
Grecia levantrá a continuación la cabeza para entrar en
una nueva edad de oro, se reconstruirá incluso la Acrópolis
en los tiempos de Pericles.
La
victoria final griega supuso un punto de inflexión en la lucha
por el poder en el próximo oriente. Toda la cultura griega, con
su incipiente democracia (al uso peculiar de la época), fue salvada
del régimen tiránico y monárquico persa en aquella
ocasión, gracias al sacrificio de un puñado de hombres y
a la clarividencia militar de sus jefes.
El
código de honor espartano impedía a cualquier soldado retroceder
en batalla e incluso se podía perder la condición de espartiata
si se era el único superviviente de la contienda; así se
constituyó el ejército espartano que después de su
heroica actuación al mando de Leónidas en la batalla de
las Termópilas y de la gran victoria de Platea, también
ante los persas, fue considerado el mejor del mundo. Con esta imponente
fuerza terrestre Esparta había consolidado una red de alianzas
con otras ciudades de la Península formando la Liga del Peloponeso
que en el último tercio del siglo V a.C. se enfrentaría
a la Liga Ático-Délica comandada por Atenas.
Sin
la resistencia heroica de los espartanos seguramente el gran ejército
griego hubiera sido destruido, esta batalla se convirtió así
en el símbolo de la resistencia griega al invasor, y Leonidas es
aún hoy en Grecia un personaje emblemático, cuyo rostro
se encuentra sobre algunas monedas.
300,
incluso más allá de la tradición de Heródoto,
impone una visión tópica del Imperio Persa: un puñado
de héroes contra un enjambre de carne enemiga. Mientras que los
griegos son disciplinados, pulcros, moralmente limpios y sobre todo, valerosos,
los persas son corruptos, débiles, confian en el número
por encima de la organización y son moralmente deleznables, gentes
que solo son capaces de conseguir la victoria mediante la traición.
Los personajes persas cumplen a rajatabla los tópicos de la "chusma
salvaje" tan propios de los occidentales cuando quieren denigrar
a un enemigo, y nada acorde con la realidad. Y esto viene de la propia
tradición histórica de Heródoto, con lo cual no es
difícil pensar en una manipulación, sobre todo cuando este
episodio, que desembocó en una victoria posterior, pudo servir
como aglutinante de la identidad griega, tan necesaria en una sociedad
dividida como la helena.
Los
persas vieron de qué pasta estaban hechos los helenos, en especial
los espartanos. Su fiereza y desprecio por la muerte se forjaba desde
el nacimiento… “Vuelve con el escudo o encima de él”.
Las mujeres espartanas preferían ver muertos a sus hijos que ver
su honor mancillado por la cobardía de éstos en combate.
Para un hoplita, la única forma de salir ileso de una derrota en
combate era abandonar el pesado casco (hoplon) que les protegía
y correr. Tal deshonra sería recordada toda la vida del espartano,
marcada en su capa con retales de colores, y sin poder contraer matrimonio
con un miembro de sus iguales (homoioi).
Esparta
adoptó el sistema de falange hoplita desarrollado por los argivos
y lo llevó a sus máximas cotas de perfección, instaurando
un sistema educativo cuyo fin era crear soldados altamente disciplinados
que convivían en grupos, dándole un gran factor de cohesión
cuando, formando una falange, se enfrentaban al enemigo.
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Tauro Aldebarán
(España)
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