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EL PRÓLOGO

LA RECONSTRUCCIÓN DEL SANTUARIO

Al principio existió la armonía. Esta tierra estaba dominada por un aire de paz y serenidad. Y los hombres surgieron de no se sabe dónde, trayendo consigo sus sueños y pesadillas. Mientras la mayoría de ellos escogieron hundirse en la barbarie, algunos, por un milagro de sabiduría, consiguieron guiar a sus almas hacia cielos más clementes, y se convirtieron en dioses. De la partición del mundo nació el equilibrio. Cada uno había encontrado su lugar y su reino.

Podría haber sido así por toda la eternidad, pero ello sólo duró un breve instante. Pronto, algunos dioses juzgaron que los hombres no eran dignos de poblar el mundo, que merecían el más terrible de los castigos, y se lanzaron a aplicar por sí mismos su sentencia divina. Otros por el contrario, decidieron interponerse, para proteger a aquellos que consideraban como a sus hijos.

Y las guerras fratricidas comenzaron, para nunca encontrar su término...

Grecia, Santuario de Atenea
229 años antes de la conspiración de Saga de Géminis.

En el mes de octubre del año 1743 de nuestra era, una nueva Guerra Santa sacudió el planeta, sumiéndolo en una de las contiendas más pavorosas de las que se tenga memoria. Los ejércitos de la diosa Atenea, protectora de la Tierra, y de Hades, Señor del Inframundo, se enfrentaron en una batalla sin cuartel, donde la muerte y la desolación se vieron dueños de la escena.

Tras meses de contienda, todos los caballeros de bronce y de plata fallecieron, el ejército espectral se había adentrado hasta el corazón del Santuario y casi todos los caballeros dorados, a pesar de tener la autorización para usar las armas de Libra y la técnica prohibida "La Exclamación de Atenea" (Athéna Exclamation), también habían caído defendiendo a Atenea en un círculo que intentaron formar alrededor de su templo.

La mayoría del ejército ateniense había perecido, y aunque muchos sirvientes de Hades habían sido exterminados por el filo de las armas de Libra, quedaban decenas de espectros que aun estaban intactos... Atenea intentaba comunicarse con los supervivientes, pero eran tan pocos...

No desesperen caballeros. Siempre hay un rayo de esperanza... y mientras el último de nosotros permanezca en pie, la batalla no finalizará.”

La lluvia cae lentamente sobre los cuerpos de los guerreros caídos, sin ninguna discriminación de bando. El agua, enrojecida por la sangre derramada, se abre paso por entre los incontables escombros que pueblan el suelo.

Con una tensión evidente, los espectros suben la ladera rocosa y se detienen a algunos metros del único ocupante del lugar. Parecen dudar ante su destino. Un hombre se encuentra de pie entre los cadáveres, el pelo se mueve junto a su capa por efecto del viento, como si tuviera vida propia. Está vestido con una armadura dorada, verdes son sus cabellos, que descienden hasta la parte baja de su espalda, mientras que los dos puntos que marcan su frente lucen un misterioso brillo indefinido. Su mirada esta dirigida al suelo, con la serenidad de una estatua de la antigua Grecia. Enseguida el guerrero levanta la vista y los observa impasible... sostiene su casco con la mano derecha, como si tuviera pocas ganas de combatir.

Poco a poco otras figuras lo rodean, estas llevaban una aura cargada de maldad y odio. Ya han agotado hasta el último de sus hombres. ¿Qué no piensan rendirse?, sonaba la burla de uno de estos espectros malignos, dirigida hacia este hombre que no se movía, a la espera una acción enemiga que no llega. Entonces habla, para romper el silencio pesante.

Shion: "La guerra con Hades, el dios de la muerte y la oscuridad esta a punto de terminar en medio de esta lluvia. Hades ha sido sellado por Atenea... y ahora sólo han quedado algunos hombres del ejército de Hades".”

Espectro: "No me hagas reír caballero de Atenea, aquel guerrero al que le preocupa si vive o muere es alguien miserable... el mundo de los que nos reunimos ante Hades es el mundo de la muerte; así que siempre hemos tenido la muerte a nuestro lado. Aquellos de corazón débil no pueden dominar la tierra ni protegerla de los invasores, así que no podemos permitir que la tierra sea dominada por Atenea".”

En este instante, todos los espectros alzan sus manos, dirigidas hacia el caballero de Atenea y desatan sus ataques, todos visando al mismo punto. Al unísono lanzan haces de energía violeta contra el caballero dorado, pero este no hace ningún movimiento para evitarlos, tan sólo eleva ligeramente su mano derecha. Ni nosotros ni nuestra venerada Atenea tenemos ninguna intención de dominar la tierra mientras pronuncia esas palabras, contiene y regresa el ataque combinado con un solo gesto.

Todos sus enemigos quedan atónitos ante el despliegue de poder del caballero de Atenea. “¡Esta conteniendo y regresando nuestro ataque él solo! ¡Qué cosmos tan poderoso! ¿Es esta la fuerza de un caballero dorado?”

Shion: el deseo de Atenea es amar y proteger la vida y a esta tierra, lo que busca Atenea no es la dominación sino la armonía, su voz es pasiva, llena de calma y sabiduría. La fuerza misma que intenta lograr esa armonía es la más grande fuerza que protege la paz, esa fuerza es el amor, Revolución del polvo de Estrellas!! (Stardust Revolution)" su mano derecha se estira hacia el cielo, mientras su cosmos arde con gran fervor. El poder de las estrellas estalla en su mano mientras la figura de un Carnero Blanco corre hacia el infinito por su espalda.

Voz: Asombroso!!, caballero dorado de Aries Shion...”

Un silueta se acerca lentamente por la espalda de Shion, cuando llega a su vera, Shion consigue identificarlo.

Shion: Eh??.. Dohko de Libra... Tú también has sobrevivido.”

Dohko: Sólo quedamos nosotros dos, todos nuestros camaradas y enemigos han muerto...

Shion: Lo sé, he captado la explosión de los cosmos de varios de ellos... aunque esta guerra santa haya sido algo realmente trastornante, casi todos los caballeros de Atenea han perdido la vida. Toda esta cantidad de bajas es demasiado.”

Dohko: Ninguna muerte ha sido en vano.. la fuerza de estos jóvenes, su cosmos, quedarán por siempre en esta tierra, esa será la semilla que dé origen a la nueva generación de caballeros, yo creo que ellos obtendrán nueva vida y se levantarán nuevamente como guerreros que protegerán esta tierra.

Shion: Es cierto, yo también lo creeré.. y hasta que ellos vuelvan juro luchar por perpetuar la paz de la tierra, lo juro a las almas de estos héroes...”

El cielo se abre mostrando al sol pero la lluvia no se detiene.

Dohko: La luz y la lluvia caen al mismo tiempo y se vierten sobre la tierra. El cielo también ha respondido... esta despidiendo luz de bendición a las almas de estos héroes cuya existencia es eterna a través del cosmos, y al mismo tiempo derramando lágrimas de amor para aliviar su sufrimiento.”

Shion: ¿Cómo hemos llegado a esta situación?. Cada generación de caballeros sufre su cuota de víctimas. Humanos, arrastrados en un conflicto que no han desencadenado. Es una pesada carga la que pesa sobre nuestras espaldas. Tanta gente ignora nuestra existencia, mientras que el destino reposa sobre nosotros. Somos los garantes de su redención, y recolectaremos como única gloria la satisfacción de haber cumplido con nuestro deber. Es la más bella de las recompensas.”

Así fue como la Guerra Sagrada entre el dios Hades, regente del mundo subterráneo de los muertos, y Atenea, diosa de la sabiduría y las guerras justas, había llegado a su fin. La última batalla había sido ardua y cruenta, los 108 Masei, vestidos con las sapuris, armaduras negras de las tinieblas, habían sido al fin vencidos y devueltos a los infiernos, pero como resultado de sangrientos y despiadados combates, las bajas entre los caballeros del zodíaco se podían contar por decenas.

El enfrentamiento contra la guardia pretoriana de Hades se saldó con el sacrificio y la pérdida irreparable de muchos de los jóvenes caballeros: Hasta 10 Caballeros de Oro y un total de 67 caballeros de plata y bronce perecieron.

Aunque hubieran conseguido detener a Hades, que se había reencarnado en él mismo, el precio de la victoria había resultado muy caro: La sagrada orden del Zodíaco había quedado diezmada, y las heridas tardarían en cerrarse. La sola recompensa para los “héroes” era poder contemplar sin preocupaciones la luz de las estrellas, ya que los verdaderos héroes eran aquellos de la sombra, aquellos que no tienen necesidad de gloria, ni de trofeos...

El vasto ejército espectral fue encerrado en una gigantesca torre bajo el sello de Atenea, y las almas de los dioses gemelos que estaban al servicio del mal y de la oscuridad, Hypnos y Thanatos, confinadas para la eternidad en un cofre de oro bendecido por la propia diosa, depositado en un castillo y bajo un riguroso secretismo. Atenea, revestida con su armadura sagrada y ayudada por sus fieles caballeros, consiguió detener el eclipse total que Hades había invocado para sumir a la Tierra en una oscuridad eterna, y salió victoriosa de la trampa que el Dios de los Infiernos le había tendido.

Tan solo dos santos dorados, caballeros protectores del más alto rango, sobrevivieron a esta terrible batalla: los recordados Shion, del signo de Aries y Dohko, del signo de Libra.

A su regreso victorioso al Santuario en Grecia, y antes de reencarnarse nuevamente, Atenea se retira a la alcoba de su templo, situado en lo más alto, coronando las 12 casas, tras el palacio del Gran Patriarca, para recuperarse y planificar cómo rehacer la orden de los caballeros, así como su guardia personal y de honor de santos dorados.

Durante la noche, los dos caballeros supervivientes y los soldados hoplitas que mantuvieron guardia en el Santuario, se reúnen en la sala de audiencias del templo de Atenea, en una ceremonia solemne presidida por la diosa.

Atenea: Nobles caballeros, guardias hoplitas, os he convocado para haceros partícipes de las consecuencias de la amarga y agónica victoria sobre Hades y sus espectros, y anunciaros cuales van a ser las medidas que he decidido adoptar, para garantizar el orden y protección del planeta ante futuras amenazas.

Como todos ya debéis saber, la guerra sin cuartel contra Hades ha sido larga y difícil, mi energía se ha debilitado ostensiblemente y muchos caballeros han perecido, por lo que la orden ha sido peligrosamente diezmada. Tras esta dura batalla mi período de reencarnación en la tierra ha llegado a su fin, deberé abandonar esta misma noche el planeta de los mortales hasta mi próxima reencarnación en un cuerpo humano, aproximadamente en 200 años. La paz de la que gozamos actualmente no será eterna, por ello deberéis estar preparados para combatir a las fuerzas del mal hasta mi regreso, nuestros enemigos podrían aprovecharse de nuestra débil posición en estos momentos; tened en cuenta que la amenaza del retorno de Hades y su ejército espectral pende sobre la tierra, por ello debéis estar en alerta permanente.

Caballero dorado Dohko de Libra, iras a China, y permanecerás en el borde de la cascada de los Cinco Picos de Rozan, desde allí vigilaras la inmensa torre situada en la zona inexplorada, que retiene confinados los espíritus de los 108 espectros demoníacos, cuando mi sello se debilite los espectros renacerán.. y Hades volverá a asolar el planeta... debes saber que la entrada al reino de las tinieblas, donde duerme el espíritu y cosmos de Hades, la garganta de la muerte, está situada en el corazón del Castillo de Heinstein, en Alemania, allí están retenidos, en una caja sellada, las almas de los dioses servidores del mal, Hypnos, amo del Sueño, y Thanatos, regidor de la Muerte, aliados de Hades.

Caballero dorado Shion de Aries... siguiendo la tradición de elegir a mi representante espiritual de entre los caballeros dorados, desde este momento dejaras de ser el caballero de oro de la primera casa del zodiaco para asumir el cargo de Gran Patriarca del Santuario, sucediendo a tu predecesor Aldair; tus nuevas misiones como sumo sacerdote serán dirigir en mi nombre a los santos, restaurar y custodiar los 12 templos del zodiaco dañados durante la guerra, reparar y reconstruir las armaduras de los combatientes que perecieron por la causa, y formar a nuevos caballeros defensores de los valores que siempre he propugnado, hasta recuperar el orden de los Santos de Atenea, compuesta por caballeros de oro, plata y bronce.

Asimismo, deberás vigilar y custodiar el descanso eterno de Poseidón, dios de los océanos, manteniendo guardia en la entrada a su reino, situada al pie del Cabo Sounion, por la que se accede al Santuario submarino situado en el fondo del Mediterráneo. Lugar donde está retenido su tridente, mientras su alma reposa en paz y para toda la eternidad en el interior de un ánfora sagrada. Su sueño y encierro nunca debe ser alterado, pues una gran catástrofe amenazaría a todos los seres que habitan este planeta.”

Una vez me haya ido y hasta mi regreso, vosotros seréis los guardianes de la paz, confío que cumpliréis fielmente mis instrucciones...
Me despido de vosotros mis devotos caballeros, cuando el mal vuelva sobre la tierra renaceré, para afrontar una nueva guerra santa.”

Tras estas bellas palabras de esperanza, Atenea se levanta frente al trono y cierra los ojos, su aura desprende una luz de energía dorada intensa que de pronto empieza a desvanecerse, su cuerpo se va haciendo progresivamente más imperceptible, como un espíritu que se desvanece, hasta desaparecer por completo, en ese preciso instante una llama incandescente azulada se forma en el aire, es el alma inmortal de la diosa que se eleva, vuela y sale fulgurante por una de las ventanas, para esconderse en el corazón de la majestuosa y gigantesca estatua de Atenea, símbolo de la paz y de la armonía sobre el planeta, que se apoya en el techo del templo.

Dohko y Shion miran asombrados la partida de Atenea, ambos se arrodillan y, en señal de despedida, dedican una reverencia a su señora, recordando con respeto sus consejos y advertencias. Inmediatamente Shion ordena que dos destacamentos de hoplitas monten guardia rotativa esa noche en el Santuario, para a continuación indicar a los soldados que pueden retirarse.

Antes de partir, Dohko mira a Shion, que preocupado y con serio rostro, permanece sentado en el trono y medita sobre el futuro incierto que les espera.