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INDICE SHAKA Y EL BUDISMO
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SHAKA Y EL BUDISMO
SHAKA DE VIRGO: EL HOMBRE MÁS CERCANO A LOS DIOSES

PARTE 4 ·

El Karma, el Samsara y la Metempsicosis
Los Mundos del Samsara
Los sentidos y el Arayashiki
El Concepto budista de la muerte
El Samadhi y los Siddhis

El Mala Budista

El Karma, el Samsara y la Metempsicosis

El Karma y las reencarnaciones...

El Karma (o Karman), (en sánscrito) Causalidad, Ley de causa y efecto. Acción intencional o volición. Semilla. Condicionamiento, es la suma de los actos de una vida terrestre que determinan las condiciones buenas o malvadas del renacimiento, es decir, que por sus actos y sus esfuerzos, el hombre puede actuar, en cierta medida, bajo los efectos futuros de los actos que cumple en el curso de su existencia presente…

Karma: causa y efecto

Según el budismo, toda acción intencionada (karma) crea uno o varios efectos que aparecen cuando las circunstancias son proclives, a lo que se llama maduración (vipaka) o fruto (phala). El karma en aplicación a la doctrina budista se refiere a cualquier acción de habla, cuerpo o pensamiento. Por tanto los movimientos ajenos a la volición o la intencionalidad —como ocurre en el caso de actos reflejos— son neutrales kármicamente. Sin embargo, cualquier movimiento de la voluntad es karma aunque no sea consciente.

El "buen" y "mal" karma se distingue de acuerdo a la raíz de las acciones.

La probabilidad de reencarnarse en un cuerpo humano es insignificante, "tanto como la probabilidad de que dos trozos de madera se encuentren en medio del océano", en el vedismo, además, toda acción tiene una consecuencia sobre el karma, buena o mala. A golpe de buenas acciones, se tiene un buen karma, y uno se reencarna en un mejor estatuto social o en un mundo más ventajoso. Con muy buen karma, uno va al mundo de los dioses. Al matar, al pegarse, se adquiere mal karma, y cuando se tiene demasiado, uno no se reencarna en el mundo de los humanos... vean sino los 6 mundos de Shaka.

Incluso en Asia, donde el concepto del karma es muy antiguo y se ha incorporado en muchas culturas, es a menudo malinterpretado. Considerado desde un punto de vista negativo, el karma se utilizó para animar a los miembros desfavorecidos de la sociedad para aceptar que su situación se debía a sus propios actos. En efecto, los sufrimientos se atribuyen a los efectos adversos de los errores del pasado.

Teniendo en cuenta que ellos son los responsables de su situación, algunas personas son presa de sentimientos de impotencia. Pero esto no refleja el sentido original del concepto de karma en la tradición budista. Aceptar la idea del karma no implica vivir bajo el yugo de la culpa y la ansiedad, sin conocer las acciones negativas que se han podido cometer en el pasado. Al contrario, es estar convencidos de que nuestro destino está en nuestras manos y que tenemos el poder de transformarlo positivamente en cualquier momento.

Nota : este concepto del Karma, rara vez se utiliza como tal en Saint Seiya, es simplemente próximo al destino (simbolizado por la interacción entre constelaciones y personajes) Noción en apariencia abrumadora, pero que también puede ser "plegada" por la voluntad de los santos.

En términos simples, la palabra "karma", que significa "acciones", designa el funcionamiento universal del principio de la causalidad, que también se encuentra en el corazón de la ciencia moderna. Esto nos asegura que todo, en el universo, está sometido al principio de causa y efecto. "Cada acción genera una reacción igual y opuesta." Este principio es bien conocido. La diferencia entre la causalidad materialista de la ciencia y el principio budista del karma es que este último va más allá de lo visible o medible. Por el contrario, engloba los aspectos invisibles y espirituales de la vida, como la sensación o el sentimiento de felicidad o desesperación, la bondad o la crueldad.

Originalmente, la palabra sánscrita "karma" significaba "trabajo" o "función" y se asoció con verbos que significaban simplemente "hacer" o "actuar". Según el budismo, creamos el karma en tres niveles: pensamiento, palabras y acciones. Por supuesto, las acciones tienen un impacto mayor que las meras palabras. De la misma manera, cuando expresamos nuestras ideas, se crea más karma que con sólo pensar en ello. Sin embargo, a sabiendas de que palabras como los actos nacen de la mente, el contenido de nuestro corazón (nuestros pensamientos) también son de crucial importancia.

El Karma puede ser considerado como nuestra primera personalidad, como las tendencias que se han impreso en las capas más profundas de nuestras vidas. Los ciclos más profundos de la causa y del efecto que van más allá de la existencia actual, definen la forma que iniciamos esta vida (nuestras circunstancias particulares en el momento del nacimiento) y continuarán más allá de nuestra muerte. La práctica budista tiene por objetivo transformar el sentido fundamental de nuestra vida para alcanzar nuestro pleno potencial humano en el curso de esta vida y más allá.

Como afirma un antiguo texto budista: "Si queremos comprender las causas creadas en el pasado, observemos los efectos que se producen en el presente. Y si queremos entender los resultados que se manifestarán en el futuro, observemos las causas que existen en el presente."

Como toda cosa, el karma está en constante evolución. Nosotros creamos nuestro propio presente y futuro mediante las elecciones que hacemos en cada momento. Interpretado así, la enseñanza del karma no favorece la renuncia sino que nos da los medios para convertirse en los protagonistas de la historia de nuestra vida aquí y ahora.

Varios personajes en el manga de Saint Seiya dicen de Shaka: “aunque sea como un dios, tiene una sola debilidad… es muy compasivo”. De acuerdo con las doctrinas budistas, lo que mueve a Shaka es su compasión y deseo de ayudar a todas las personas a escapar del sufrimiento. Pero como Saint Seiya es una historia de acción y aventura, este deseo de Shaka se manifiesta en su dedicación a luchar por la justicia, en contra de las fuerzas del mal. A diferencia de la mayoría de los personajes de Saint Seiya, el objetivo de Shaka no es destruir a sus enemigos, sino enseñarles los efectos de sus acciones pasadas, para que puedan reformarse.

La idea de que uno adquiere “el mal karma” y que uno debe arrepentirse de sus acciones es la noción principal en el budismo japonés. Mientras más pronto las personas se arrepientan y tengan fe en Buda, podrán sobreponerse o triunfar sobre sus pecados.

Las técnicas de lucha de Shaka reflejan las doctrinas Vijnanavada. La escuela Vijnanavada de budismo, también conocida como la “escuela de la conciencia” o la “escuela de la mente”, afirman que toda la realidad es una ilusión creada por la mente. Shaka usa juegos mentales en contra de sus oponentes, de modo que atrapa a sus adversarios en ilusiones muy elaboradas, normalmente todas ellas relacionadas con sus recuerdos y sus más profundos temores. Shaka también es capaz de anular los cinco sentidos de sus adversarios uno a uno.

“Voy a ejercer sobre ti el ataque más poderoso del que dispone el caballero de oro de Virgo, el Tesoro del Cielo.... el ataque del Tesoro del cielo es un ataque fundado sobre la verdad de nuestro universo, posee la llamada armonía perfecta, que asocia el arte del ataque y la defensa en una sola combinación imparable. Con la cual voy a privarte de tus sentidos uno detrás de otro.”

De acuerdo a la doctrina Vijnanavada, los cinco sentidos están vacíos y sus percepciones son el resultado de una ilusión donde lo material existe, todo es una ilusión creada por la mente.

Continuando con el manga, cuando Shaka se encuentra con Ikki por segunda vez, Ikki está frente a él como un adversario, así que Shaka necesita examinarlo y estar seguro de que él entienda la compasión y los resultados de sus acciones pasadas, su karma.

Si Ikki no ha aprendido y ha dejado que la maldad destruya la bondad en su corazón entonces Shaka estará obligado a matarlo. Por suerte Ikki ha madurado bastante desde el primer encuentro en la isla de la Reina de la Muerte. Primero Shaka le dice a Ikki que lo alabe y que le ruegue el perdón de todas sus transgresiones pasadas, de las cuales el Fénix no carece.

“Si quieres salvar tu pobre vida sólo hay una manera, debes pedirme perdón por tu sacrilegio, haber osado verter mi sangre, y que con la cabeza baja reconozcas mi superioridad y me adores” Ikki rehúsa hacerlo “pretendes que te adore como si fueras un dios, mejor morir mil veces que arrodillarme ante ti” y más adelante se encuentra a si mismo de pie en la palma de la mano de Buda “Tus poderes no pesan más que un mono en la palma de Buda comparados a los mios. Pensabas haber recorrido millones de kilómetros para encontrarte fuera del alcance de mis golpes, pero en realidad tan sólo te has movido algunos metros.....”.

Ahí le viene a la mente el encuentro que tuvo con Shaka en la isla de la Reina de la Muerte (escena desarrollada sólo en el manga), recuerdo que había sido bloqueado por el mismo caballero de Virgo hasta ahora. Ikki responde preguntándole a Shaka si es en verdad la reencarnación del Shaka Nyorai.

Después, usando su “telaraña” de ilusiones, Shaka lleva a Ikki a través de los seis niveles del infierno, que son conceptos budistas. Dependiendo del nivel del karma positivo de una persona, después de la muerte uno volverá a reencarnar otra vez en el lugar que mejor le corresponde como castigo de sus acciones pasadas y para darle el valor que necesitan para avanzar en su estado espiritual.

Este ataque de Shaka consiste en "hacer caer" mentalmente a su víctima en uno de los 6 mundos o senderos: el mundo infernal (Jigoku-kai), el mundo de los demonios (Gaki) espíritus devoradores o hambrientos de los mitos japoneses (Gaki-kai), el mundo de las bestias (Chikushô-kai), el mundo de los semidioses o espíritus maléficos guerreros (ashuras) (Shura-kai), el mundo de los hombres (Jin-kai) y el mundo de los dioses (Devas) o existencias celestiales (Ten-Kai). La víctima no se traslada o cae a ninguna parte, pero "cree" encontrarse en uno de esos mundos en función de sus diferentes pecados y finalmente "cae en el infierno de sus remordimientos" que lo lleva a su propia destrucción. Eso explica porque Shaka esta immunizado, y encaja mejor con el concepto budista de metempsicosis.

La técnica que usa Shaka se llama Rokudou Rinne (Ciclo Eterno de Renacimiento por los Seis Reinos) y no te "mata" sino que te manda directamente a tu proxima vida (que práctico!). Shaka llama a los Caballeros de Bronce "fantasmas hambrientos" y cuando lanza su técnica con Ikki lo manda al Ashura (osea, el Infierno). Tambien Shaka nombra como sitio más peligroso al Cielo (o sea, donde reencarnas como un Dios Hindú) eso es porque a pesar de que el budismo no niega la existencia de dioses, no les atribuye ninguna importancia especial. La vida de los dioses en el cielo es larga y apacible, aunque están sujetos a los mismos problemas que puede tener cualquier otra criatura, por lo que están expuestos a una eventual muerte y a una futura reencarnación en un estado de existencia inferior. No son los creadores del Universo, ni tampoco controlan el destino de la humanidad, por lo que para el budismo, el rezar o hacerles sacrificios no tiene ninguna utilidad. De las distintas modalidades de reencarnación, la humana es la mejor, porque las deidades están tan absortas en sus propios placeres que pierden de vista la necesidad de redención. Por lo tanto, la posibilidad de ser un iluminado es válida sólo para los seres humanos.

En el Budismo se plantean 6 posibilidades para tu siguiente reencarnación según la doctrina Karma. El karma se basa en los actos de cada persona y en las consecuencias morales que se desprendan de ese proceder. Los actos humanos determinan su posterior reencarnación, por lo que las buenas acciones lógicamente serán recompensadas, como serán castigadas las malas. Por eso el budismo sostiene que no existen en el mundo los placeres inmerecidos ni los castigos injustificados, sinó que todo es más bien producto de una justicia universal. El proceso kármico actúa por medio de una ley moral natural, más que por medio de un sistema de juicio divino. El karma de cada individuo determina asuntos tales como su belleza, su inteligencia, su longevidad, su salud y su nivel social. De acuerdo con las enseñanzas de Buda, dependiendo del tipo de karma que tenga cada persona, puede reencarnarse en un ser humano, un animal, un fantasma hambriento, un guerrero, un habitante del infierno o incluso en alguno de los dioses de la religión hindú.

Los 6 infiernos son simplemente una manera para Kurumada de colocar un poco más de simbolismo hindú entorno a Shaka, y que cuando dibujaba esta parte él había previsto la parte Hades así como los combates en el verdader infierno de la historia: el Mekai. Ya que las dos cosas están en contradicción, los 4 mundos "infernales" (los infiernos verdaderos sin el paraíso y el mundo humano) están un poco como ciertas prisiones del Mekai pero que no presentadas como tales allí, con el fin de ser coherente con el espíritu de la metempsicosis percibido por las religiones hinduistas y budistas. Kurumada hizo una mezcla interesante, un santo bañado literalmente en una cultura y una religión, hasta el más mínimo detalle.

MÁS INFORMACIÓN:

A to Z Photo Dictionary
JAPANESE BUDDHIST STATUARY
Gods, Goddesses, Shinto Kami, Creatures & Demons

LOS MUNDOS DEL SAMSARA

Entre los budistas, todos los seres vivos nacen en uno de los seis estados de la existencia (Samsara en Sánscrito, el ciclo de la vida y de la muerte). Todos están atrapados en esta "rueda de la vida," como la llaman los tibetanos. Todos los seres dentro de los seis reinos están condenados a la muerte y al renacimiento en un ciclo infinito, a menos que pueden romper libremente sus ansias de deseo y alcanzar la verdad. Además, más allá de la muerte, todos los seres renacen en un reino más bajo o más alto dependiendo de sus acciones en vida. Esto implica el concepto del karma y de la recompensa Karmica. Tengan en cuenta que no sólo se pierde la memoria cuando se renace, sino que no hay garantía de volver a otra vida como un ser humano. Cada individuo puede entrar en cualquiera de los seis reinos.

En el Budismo se plantean 6 posibilidades para tu siguiente reencarnación según con la doctrina Karma. El karma se basa en los actos de cada persona y en las consecuencias morales que se desprendan de ese proceder. Los actos humanos determinan su reencarnación posterior, por lo que las buenas acciones lógicamente serán recompensadas, como serán castigadas las malas. Por eso el budismo sostiene que no existen en el mundo los placeres inmerecidos ni los castigos injustificados, sino que todo es más bien producto de una justicia universal. El proceso kármico actúa por medio de una ley moral natural, más que por medio de un sistema de juicio divino. El karma de cada individuo determina asuntos tales como su belleza, su inteligencia, su longevidad, su salud y su nivel social. De acuerdo con las enseñanzas de Buda, dependiendo del tipo de karma que tenga cada persona, puede reencarnarse en un ser humano, un animal, un fantasma hambriento, un guerrero, un habitante del infierno o incluso en alguno de los dioses de la religión hindú.

Hablando espiritualmente, la existencia humana está dividida en diez mundos. De estos mundos los seis primeros se pueden representar como segmentos de una rueda que gira sin fin; los cuatro últimos se ven como pisos de una gran montaña.

Los tres estados más bajos se llaman las tres trayectorias malvadas, o tres malos estados. Los japoneses enumeran seis, esos seis mundos pertenecen al Samsara, el mundo de la ilusión en donde la realidad se distorsiona debido a la acción del ego. Los mundos pertenecen al Nirvana, el mundo de la conciencia pura en donde la realidad es experimentada directamente, en grados crecientes, sin las interpretaciones del ego.

La meta del Chan es llegar a la cima de la montaña, es decir, experimentar la vida espontáneamente, sin subordinar toda la información que nos llega a los mandatos e interpretaciones del ego. Debido a la importancia de entender desde el principio y exactamente lo que significan estos dos términos, Samsara y Nirvana, o bien Forma y Vacío como se les llama comúnmente, ilustraremos las diferencias entre ellos.

SAMSARA, Ciclo de Sufrimiento ...

Las religiones orientales tienen una noción muy diversa de la otra vida futura, aunque en algunos sectores del hinduismo, del budismo y del Taoismo existen cielos e infiernos similares a los de las ideas occidentales. El infierno hindú, sin embargo, es tradicionalmente una continuación de la vida terrestre llamado samsara. Samsara es el ciclo sin fin de muerte y renacimiento, que es el resultado de nuestra ignorancia sobre la última realidad del universo. La palabra Samsara significa "vagar a través," como en el curso de la vida, el samsara es el resultado del karma o las acciones realizadas en vida, lo que determina la naturaleza del renacimiento del ser y la casta en la que uno renace.

NIRVANA: El Despertar, La Iluminación

Una de las cuatro nobles verdades de Buda es que el sufrimiento es causado por el deseo, el deseo de poseer pero también el deseo de ser. El deseo es tanha, o una llama que nos mantiene captados en una ilusión que es nuestro ego. El Buda enseñó que el deseo es una llama que nos quema, nos causa el sufrimiento, y nos mantiene atados al ciclo de la muerte y del renacimiento, porque la llama continúa quemándose en la vida próxima. Aquello que esperamos alcanzar es el nirvana, o la extinción de esa llama, que es también el final del sufrimiento.

Buda Gautama afirmó que es posible el cese definitivo del círculo de la originación dependiente y el renacimiento. La meta de la práctica budista es por tanto el de despertar del Samsara para experimentar la verdadera naturaleza de la existencia y la vida.

El nirvana presenta cuatro características: la permanencia de lo Absoluto, la felicidad, la libertad y la pureza. Es algo que no puede definirse negativamente, porque se trata de un estado que no implica características específicas que se puedan expresar por el lenguaje. Por eso se lo describe por imágenes: es una gruta fresca en medio de la canícula de la vida cuotidiana, una isla pacífica en medio del mar del samsâra, un lugar donde no hay más de muerte, un lugar que no puede ser afectado por cualquier cosa.

Debido a la importancia de entender desde el principio y exactamente lo que significan estos dos términos, Samsara y Nirvana, o bien Forma y Vacío como se les llama comúnmente, ilustraremos las diferencias entre ellos.

Vamos a imaginarnos una habitación, el salón de la casa. En esta habitación un ser humano se encuentra sentado en un sofá de terciopelo azul. En el lado opuesto hay dos sillas con brocados de seda blanca. A ambos lados del sofá hay un par de mesitas sobre las que descansan lámparas de grandes pantallas y con volantes. En el suelo hay una alfombra redonda de colores rosa y crema, y de las paredes cuelgan multitud de pinturas al óleo. Las ventanas están abiertas y una fuerte brisa hace ondular las cortinas hacia el interior de la habitación. Afuera, la rama de un álamo golpea rítmicamente contra el vidrio de una de las ventanas. Un reloj en la repisa de la chimenea toca las once en punto.

Esta descripción de las cosas tal como son es la realidad del Nirvana o el Vacío.

Ahora vamos a imaginarnos esta misma habitación vista a través de los ojos de la persona que está sentada en el sofá. Supongamos que esa persona echa un vistazo a su alrededor y se dice a sí misma, "Esas pinturas son horrendas. Y ni hablar de las pantallas de las lámparas. ¡Qué desgracia! Sin embargo, este sofá es de buena calidad. Deben haber pagado una fortuna por él. La última vez que lo vi fue hace muchos años, y todavía conserva el mismo aspecto. Tan suave... es una pena que yo no sepa nada de tiendas de antigüedades. ¡Por Dios, alguien debería mandar a restaurar esas sillas! Los apoyabrazos están totalmente desgastados. Pero esta alfombra... apostaría a que es una alfombra oriental auténtica. Huh, ese viento significa problemas. Ahora no recuerdo si dejé las ventanas del coche bajadas. Deberían cortar esa rama o uno de estos días romperá el cristal. ¡Las once! Ah, ese es un antiguo reloj de pie. Seguramente me habré ido de aquí para el mediodía."

Esta descripción, de las cosas que se ven debido a la intervención del ego, es la distorsión de la realidad - Samsara o Forma. No hay diferencia intrínseca entre la Forma y el Vacío. Nosotros simplemente las percibimos como diferentes.

Tanto en el Samsara como en el Nirvana la habitación era la misma. Pero en el Nirvana no existía un escrutinio o una evaluación juiciosa. No había recuerdos ni planes, ni el 'antes y después', ni 'lo que solía ser' o 'lo que será', o 'lo que debería ser'. No había ningún 'yo' que emitiera prejuicios. En el Nirvana sólo 'hay'. Y la percepción de lo que 'hay' es directa, espontánea, y, como ocurre en la realidad, acompañada por un profundo gozo y serenidad.

Hablamos de los seis mundos del Samsara debido a los seis tipos de seres humanos que viven en él. Las personas se pueden clasificar de acuerdo a la manera en que su ego lleva a cabo su distorsión de la realidad. Cada tipo o 'mundo' representa un estilo de adaptación, un patrón de respuesta o una manera de soportar las exigencias de la vida. Cada individuo, desde su infancia en adelante, a través de la prueba y el error determina qué estilo le corresponde mejor y es más eficiente en proporcionarle la atención y el estatus que desea. Los seis mundos, entonces, pueden ser considerados como seis estrategias básicas de supervivencia (Su identificación, casualmente, constituye la psicología más vieja de la historia).

En el Budismo aprendemos a reconocer estas seis estrategias, pero no sólo para que las podamos identificar en los demás - aunque eso puede ser útil si las observaciones son objetivas, instructivas y no acusatorias - sino también para que podamos aprender a identificarlas en nosotros mismos cuando las usamos con la intención de evadir nuestra responsabilidad, o para lograr que la gente actúe según nuestros intereses, o para conseguirnos algún tipo de beneficio, etc.

Durante el transcurso de cada día en la existencia samsárica, cada una de las personas que se encuentran en cualquier sociedad usan una de estas estrategias. Pero primero deberíamos describirlas tal y como se encuentran en la vida religiosa. En los monasterios, templos y centros Chan, los monjes y los devotos que están todavía atrapados en la rueda del Samsara se dice en broma que están practicando el Chan de los Seis Mundos.

Las seis clases son: el Chan de los Fantasmas Hambrientos, el Chan de los Demonios, el Chan de los Seres Humanos, el Chan de los Animales, el Chan de los Titanes y el Chan de los Ángeles. Hay que añadir que estos no son tipos distintos de Chan, sino simplemente adaptaciones usadas por aquellos egos con ciertas pretensiones religiosas. (En el Zen Japonés estas clases se llaman, respectivamente, Gaki, Jigoku, Ningen, Chikusho, Shura, y Tenjo. En la "Rueda de la Vida" Tibetana las seis clases son Pretas, Infiernos, Hombres, Animales, Titanes, y Dioses).

El Chan de los Seres Humanos: este es el Chan de los asuntos mundanos. La gente que lo practica son personas pragmáticas que se destacan, cuando se trata de mejorar la existencia mundana. En los monasterios los Seres Humanos están continuamente involucrados en actividades no espirituales, realizando su trabajo con una eficiencia ejemplar. Su estrategia se basa simplemente en volverse indispensables, y eso sucede admirablemente cuando, invariablemente, no tienen miedo y son hábiles en todas las tareas que espantarían a los maestros Chan y otras personas espirituales. Saben cómo rellenar formularios, tratar con los medios de comunicación, organizar excursiones, controlar a las masas, recolectar limosnas, fabricar y distribuir con beneficio artículos y otras prendas de uso religioso, recopilar listas de correo, y mantener restaurantes, panaderías, refugios, albergues, etc. Cuando se trata de explotar los bienes del monasterio y de sacar un pellizco de los turistas, peregrinos y miembros de la congregación para pagar las mejoras, los Seres Humanos no tienen igual.

Estas notables personas se convierten en devotos Budistas o en monjes porque aprecian las muchas maneras en que sus vidas mejoran por el modo Budista de hacer las cosas. Los Seres Humanos generalmente creen que el Chan es más un modo de vida que una religión y, por lo tanto, lo valoran por el equilibrio que cultiva la meditación, la saludable dieta baja en colesterol, el ambiente libre de estrés, la excelencia ortopédica de la esterilla para dormir; o bien por la inteligencia, variedad, y actitud no fanática de sus seguidores, el confort de su ropa suelta de fibras naturales, y muchas otras cosas. Tampoco descuidan los aspectos espirituales. Algunas veces se comprometen con el mantra que produce el efecto más saludable en el sistema nervioso o con el canto que inspira el más alegre compañerismo. En ocasiones hay algo más. Llevan ambiciosas vidas sexuales y alguien les ha contado que hay ciertas técnicas en el Yoga Budista que cuando se emplean con éxito pueden prolongar el orgasmo unos veinte minutos. Esto por lo menos es auto-mejorarse, así que apresuradamente se apuntan a un centro Zen o Chan.

Los Seres Humanos simplemente no entienden que el Chan es Budismo y que el Budismo es una religión, una religión de salvación. Aunque el Budismo pueda proporcionar tales beneficios auxiliares, no es un centro de salud ni un centro social, ni una guarida, ni un estudio de arte y oficio, ni un sanatorio, ni un grupo de estudio, ni una sociedad filantrópica, ni una pensión o una empresa de la cual sacar dinero. El objetivo del Budismo no es soportar la existencia mundana sino trascenderla, no es ganar confort material sino deshacerse de esa inclinación, no es realzar o rehabilitar una reputación, sino nacer de nuevo sin una identidad mundana en el glorioso anonimato de la Naturaleza del Buda. Saber bien cómo hacer aumentar los fondos está un poco fuera de lugar.

El Chan de los Titanes: En la mitología, los titanes eran los toscos y poderosos antecesores de los antiguos y más civilizados dioses de los Griegos. Y siguiendo en esa tradición, la gente que practica el Chan de los Titanes tienen una bruta, sadomasoquista aproximación a la religión. Son estrictos y disciplinados, no saben hacer nada de otra manera que no sea 'según el libro'. Quizá inspirados por mártires, cruzados o férreos sargentos, están convencidos de que su compromiso con el Budismo y con el bienestar del monasterio exceden a los de cualquier otro. Y ellos realmente creen que los indicios de ese compromiso son el dolor, el sudor, la incomodidad, privación, y la sumisión a un código que haría avergonzarse a la mismísima KGB.

Aunque los Titanes son evidentemente unos duros trabajadores y cosechan considerables - si no envidiables - elogios por sus esfuerzos, todavía encuentran necesario recoger una última pizca de satisfacción denigrando el trabajo de los demás. Aunque se quejan y protestan de distintas maneras, el mensaje es siempre el mismo: "Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo".

De la manera en que los Titanes entienden la religión, la maldad se puede purificar, y la divinidad se adquiere por una variedad de coloridas y duras pruebas. Junto con sus rituales diarios de auto-sacrificio al realizar las tareas domésticas, llevarán a cabo, con la correspondiente fanfarria, prolongados ayunos cuya dificultad se ve atenuada - como modestamente comentarán - considerando las gachas preparadas por el personal de la cocina; o tomarán voto de silencio, una táctica que les permiten fruncir el ceño, garrapatear, sisear o, si no, mostrar gráficamente sus críticas mediante la mímica.

Durante el periodo de paseo para estirar las piernas que misericordiosamente divide una larga meditación, los Titanes permanecerán sentados en una postura perfecta demostrando que ellos nunca abusan de los demás más de lo que abusan de ellos mismos. En los salones Japoneses de meditación a un monje se le asigna la tarea de mantener a todo el mundo alerta. Este hombre hace la ronda por los pasillos con un palo largo y si descubre a alguien echando una cabezada, le golpea en el hombro. Estos golpes son bastante vigorizantes y si uno decide por sí mismo que necesita este estimulante para mantenerse despierto, se inclina ante su compañero y se le azota como ha pedido. No resulta necesario decir que los Titanes se inclinan repetidas veces. Ser testigo de esa paliza no conduce a la tranquilidad aunque es considerablemente más relajante que tener a uno de esos al otro lado del palo.

Tradicionalmente, en el Budismo Chino, tras haber completado un seminario de entrenamiento tanto los novicios como las novicias pasan por una ceremonia de ordenación, durante la cual se les coloca doce o trece conos de incienso en el centro de sus cabezas afeitadas. Cuando estos conos se consumen chamuscan el cuero cabelludo dejando unas marcas permanentes. Poco tiempo después el monje recién ordenado puede decidir repetir esta prueba de los conos encendidos, como una penitencia especial o una ofrenda de cualquier clase. Los Titanes, por supuesto, son los más entusiastas seguidores de esta práctica. De una manera similar a como los jóvenes jugadores de fútbol se pegan estrellitas en sus cascos para anunciar sus acciones meritorias, los monjes Titanes pueden tener sus cueros cabelludos decorados con pequeñas quemaduras redondas. (En la provincia de Guangdong, conocí un viejo monje que tenía alrededor de una docena más de las obligatorias doce o trece. El se rió de ellas, atribuyendo el exceso a la euforia juvenil. "Mas o menos como los tatuajes", dijo con cierto pesar.)

Para los extranjeros, eso es, cualquiera que todavía no ha demostrado ser vago, incompetente, cobarde o inmoral, los Titanes pueden ser sorprendentemente agradables. Pero esta amistad inicial es sólo un preparativo a partir del cual lanzarán más adelante ataques de honradez. Intimidar con el martirio no es una estrategia para hacer amistades íntimas; pero sale bien para ganarse la atención y un rango.

El Chan de los Animales: Este Chan obtiene su nombre de la principal característica de los animales domésticos... la dependencia. Una persona que practica el Chan de los Animales necesita ser cuidado de la manera en que se debe cuidar de las vacas o de los canarios. Consideremos a estas dos criaturas y el contrato que tienen con nosotros. Una de ellas nos da leche y la otra canta a cambio de espacio, comida, y cualquier otro requisito que se llegue a negociar. Deja de alimentar a un canario y éste parará de cantar. Deja de alimentar a una vaca lechera y a ver qué consigues. Si los dejas libres o sueltos, ninguno sobrevive durante mucho tiempo. Quizás en un primer momento los dos hubieran podido prosperar en libertad, pero ahora es demasiado tarde. Se han vuelto demasiado tímidos y han perdido la capacidad de apañárselas por sí mismos o incluso de pensar de forma independiente.

Una persona que sigue el Chan de los Animales no puede tolerar la ansiedad de la vida seglar.

Simplemente es incapaz de mantener su postura en el agitado dar-y-recibir de la vida sexual o del lugar de trabajo. En el monasterio sabe que va a recibir por lo menos tres comidas al día, una habitación para él sólo, atención médica, una jubilación beneficiosa, una pobre pero adecuada paga cada mes a cambio de un trabajo del cual nunca podrá ser despedido, donaciones adicionales provenientes de los parientes más queridos, una vida respetable que le permite reírse de aquellas personas que decían que nunca conseguiría nada. En las ocasiones festivas nunca se tiene que preocupar de obtener una invitación ya que siempre hay un lugar para él en la mesa. Y, por supuesto, en la Nochebuena nunca hay que preocuparse por conseguir una cita.

Las personas que practican el Chan de los Animales pueden ser tímidas, pasivas y dependientes, pero aunque esto sugiera una cierta estupidez, semejante deducción sería errónea. Ni son estúpidos ni incultos.

Aquellos que no han sido instruidos previamente a su ingreso en el monasterio se estimulan para alcanzar algún logro académico, recibir lecciones de música, aprender un oficio o alguna otra habilidad.

Por otro lado, tampoco es cierto que porque sean socialmente inútiles sean incapaces a su vez de no reaccionar ante la sociedad. Estas personas se dan cuenta de todo, memorizando quién hizo qué, en un cerebro que está programado a la defensiva, para minimizar la buena conducta de los demás y exagerar todo aquello que no es tan bueno. La información de este tipo es la munición que, en caso de ser descubiertos vagueando en el lugar de trabajo, usarán de cualquier manera para defenderse a sí mismos. Pero no sólo se quedan aquí, también lloriquean un montón.

El Chan de los Ángeles: Este es el Chan de los neo-intelectuales sofisticados a quienes les han cautivado los sublimes principios filosóficos del Chan, además de su aspecto sereno y estético y la dignidad de su hermandad, en la cual entran como si estuviera adherida a una buena Casa Griega. Este es el tipo de personas que el profeta Mohammed tenía en mente cuando dijo que, "Un filósofo que no ha descubierto su propia metafísica, es un burro cargado con un montón de libros".

Kosho Uchiyama Roshi, uno de los grandes maestros Zen de la era moderna del Templo Antaiji, comenta que en los monasterios Japoneses hoy en día son los Americanos los que aumentan las filas del Chan de los Ángeles. Según el maestro, sobresalen en "dar lustre a los cetros" de las personas con alto grado de espiritualidad. Se les denominan 'ángeles' porque, aunque son inferiores a Dios, se consideran mucho más que simples hombres mortales.

Las personas que practican el Chan de los Ángeles deambulan sin sentido por los jardines de los templos donde frecuentemente se les encuentra, in fraganti, en actos de cognición sublime. A diario mantienen tratos con el cosmos - encuentros que les dejan ligeramente sin aliento y prendidos con un poema o dos.

Generalmente se aproximan al Chan porque están cansados del materialismo y la degradación moral de las ciudades Americanas. Desprecian el mundo 'plástico' y ansían la elegante simplicidad del Hombre Natural del Chan. Pero a pesar de sus convicciones de que el Hombre Urbano está corrompido, nunca son remilgados al hablar sobre dónde consiguieron sus títulos universitarios o qué orquesta sinfónica ha grabado sus clásicos favoritos. Además, el Chan se describe a sí mismo como 'una transmisión especial fuera de las escrituras, que no se puede encontrar en las palabras o en las letras', una descripción que de alguna manera sugiere que si ciertas palabras canónicas provocan la menor disputa su estudio nunca fomentará el modo 'natural' de vivir; sin embargo, la gente que practica el Chan de los Ángeles escudriñan el tonelaje de escrituras Budistas simplemente para ser capaz de calumniar a los demás en el nombre de la exégesis más erudita. Discutirán durante horas sobre las frivolidades más abstrusas e insignificantes, recitando capítulos y versos como si fueran jugadores de béisbol.

Inevitablemente se llegarán a publicar sus obras. Pero no les importa si aparecen en la lista de los más vendidos o únicamente consiguen una cita ocasional en los periódicos o en alguna otra publicación interna. El hecho haber sido publicado es el reconocimiento de su erudición y por tanto prueba que su estrategia está funcionando.

Una persona que practica el Chan de los Ángeles cree que conocer algo es lo mismo que ser ese algo, como por ejemplo el saber sobre gramática le hace a uno un gramático o saber sobre serpientes le convierte a uno en un herpetólogo, así deduce que el saber algo sobre el Dao le hará Inmortal. Su saber es tan preciso y exhaustivo que se siente justificado a la hora de rechazar cualquier cosa que se encuentre detrás de este conocimiento - la experiencia espiritual - considerándola falsa o defectuosa. Mostrando una expresión de profundo conocimiento interior y cierto aire de benigna condescendencia, un Ángel - el cual nunca ha experimentado personalmente más de cinco minutos de verdadera meditación - intentará presentarse como un ente iluminado. Pero si se le utiliza para algo más que para la decoración de una ventana, puede resultar peligroso espiritualmente. Para aquellas pobres personas (gente que no reconoce el concepto ontológico cuando lo ve) que busquen discutir una visión estática del Buda que han tenido durante toda una hora de profundo samadhi, el Ángel probablemente les asegurará que han tenido una simple alucinación en lugar de una experiencia espiritual. Además, advertirá a la pobre víctima de que semejantes vuelos de la imaginación son bastante perniciosos y por tanto ha de evitarlos. Aunque pueda parecer increíble, en el Zen Japonés - pero no en el Tibetano o en el Chino - los Ángeles han conseguido estandarizar su consejo: "Si durante la meditación llegas a ver a Buda, escúpele en la cara y así desaparecerá". En fin...

El Chan de los Fantasmas Hambrientos: Un Fantasma Hambriento es una persona que fervorosamente desea cosas que le será imposible usar. Si tuviera que cazar un Smorgasbord para satisfacer su hambre, en cuanto tenga la primera ración delante de él, descubrirá que no se la puede comer; sin embargo, eso no le impedirá volver a cazar un segundo, un tercero, o más aún. Al buscar una razón que justifique esa incapacidad para ingerir la comida, nunca se investigará a sí mismo. Simplemente echará la culpa al recipiente, a los ingredientes o al chef, hasta el próximo intento. Este tipo de persona se le suele describir como alguien con una barriga llena de deseos y un cuello demasiado estrecho como para dejar pasar a la satisfacción.

De la misma manera en que un numismático no puede utilizar ninguna de las muchas monedas que colecciona para comprar el periódico, o un filatélico nunca podría pegar uno de sus sellos para hacer un envío, así en el Chan un Fantasma Hambriento colecciona técnicas para alcanzar estados alterados de la conciencia, pero ninguna le ha servido para elevar la suya más de un centímetro de su posición actual.

Sus deseos son tan intensos que para satisfacerlos no considera nada demasiado idiota, extraño o peligroso. Llegará a tomar drogas, escalar montañas, flotar en tanques de aislamiento, explorar desiertos, sentarse en cuevas, apoyarse sobre su cabeza, cantar, jadear, llevará gorros piramidales, se dejará hipnotizar, consultará la tabla de la guija, las cartas del tarot, y se unirá a los más estrafalarios cultos que uno se podría imaginar. Comienza cada nueva empresa con un enorme entusiasmo; pero si después de leer unos cuantos libros, acudir a algunas reuniones, o practicar unas pocas horas, no ha llegado a experimentar el satori, pasa a hacer cualquier otra cosa. Si nos lo encontramos en enero, nos dirá que se ha apuntado a un curso de yoga. Para cuando llegue junio, habrá elegido una aproximación más científica y por ello estará tomando lecciones de biofeedback. En diciembre se habrá vuelto un novicio en un monasterio Chan donde el lunes habrá decidido dedicar toda su vida a recitar los nombres de Buda y el martes se ha comprometido a pasar años de meditación silenciosa, y para el miércoles estará paseando por los jardines musitando las posibles soluciones a un koan al que le ha hecho la promesa de toda una vida de análisis - si esto es todo lo que se necesita; pero, por supuesto, el jueves descubre que todo lo que se requiere para alcanzar el Nirvana es practicar el vacío mental y por tanto se ha entregado a una eternidad de vigilancia.

Una y otra vez intenta una cosa tras otra. Pronto habrá almacenado una envidiable colección de libros y recibe por correo tal cantidad de publicidad internacional que los empleados de las estafetas de correos y los coleccionistas de sellos le reverencian. Con el paso de los años se convierte en aquello en lo que realmente - en su corazón - intentaba ser: un compendio de esoterismo, un catálogo de técnicas, una enciclopedia de creencias, un libro sobre lo oculto, y una antología de prácticas religiosas. Teniendo tanta información a su alcance, se le llega a considerar un experto, una 'referencia'. Y si en alguna ocasión ha hecho un donativo a una organización religiosa, se considera con derecho a discutirla con la misma autoridad que uno de sus miembros. Y por supuesto siempre está dispuesto a compartir sus conocimientos, precisamente porque tiene ese entusiasmo peculiar de todo coleccionista de ofrecer información, opiniones, referencias, consejo y digresiones anecdóticas. Esta es su estrategia para obtener atención y status.

En el bazar de la religión, el Fantasma Hambriento es el propietario de un popular kiosco. Ofrece conocimiento disfrazado de intimidad, lo superficial aparece tan solicitado como lo profundo, y todo en una increíble variedad.

El Chan del Demonio: Este es el Chan de las apariencias. El Chan de los Impostores. Aquellos que lo practican protestarán vehementemente por el cargo, pero esta gente simplemente se hacen pasar por personas religiosas. Criminalmente vanos y sin una mota de cerebro, los Demonios todavía creen que la apariencia es lo que cuenta. Se suscriben sin reservas al dicho del sastre, 'La vestimenta hace al hombre'.

El nombre de 'Demonio' viene del desgraciado infierno en el que se encuentran cada vez que son forzados a permanecer largos periodos de meditación sentados en silencio. No saben sacar mayor partido a la meditación que a los trabajos manuales. Las procesiones y las ceremonias son sus fuertes; y se preparan para tales ocasiones con mayor solemnidad y fastidio que el requerido para un acto de Hara Kiri. Aunque la satisfacción que obtienen de la religión está siempre limitada por su aspecto exterior, nunca es poca la satisfacción. Todos sabemos qué se siente al experimentar un ataque de placer cuando alguien nos ve llevando ropa en la que nos encontramos particularmente atractivos. También sabemos que ese ataque se intensifica si las ropas dan a entender la pertenencia a un grupo de élite, en el cual ni en sueños nos incluiríamos de tener que hacerlo desnudos. Da igual que no podamos recorrer una milla corriendo en menos de dos horas, un conjunto de ropa para correr bastante caro y unas zapatillas de deporte dejarán claro que somos unos serios atletas. Aunque sepamos con certeza que Shangri-La es un puerto marítimo en el sureste de China y que el Hilton asociado a él es un hotel del lugar, sólo necesitamos ponernos un jersey de cuello alto y una chaqueta de lana con parches en los codos para poder ser considerado correctamente como un intelectual de campus. Con la misma falsedad se pueden llevar las túnicas Budistas; aunque tengamos la humildad de un golfo del sur del Bronx y su misma naturaleza compasiva, una toga negra proclamará que de hecho poseemos tales buenas virtudes. Aunque estemos tan sexualmente restringidos como un alce en celo, una sotana convencerá al cínico más pícaro de que somos prácticamente vírgenes. Podemos ser tan retorcidos y manipuladores como para no poder comprar un sello de correos sin recurrir a intrigas Maquiavélicas, sin embargo unas pequeñas babuchas de tela declararán sin lugar a dudas nuestra simplicidad.

No importa si la persona que practica el Chan de los Demonios abraza la vida religiosa debido a que está compensando una naturaleza malvada, o si no es venial del todo, sino meramente necio y está simplemente hinchándose con los remedios de la religión. De hecho puede estar tan desprovisto de contento como los maniquíes de un escaparate, que son su fuente de guía e inspiración. No se creerá una simple sílaba de credo o sentirá un único latido de amor o pena por cualquier ser vivo excepto por él mismo, aunque, deje que se vista adecuadamente y llevar una expresión piadosa y éste encontrará su naturaleza y significado en las miradas de aprobación de todo aquel que lo observa. Estos son los tipos que habitan los seis mundos del Samsara.

A partir de todo esto puede parecer que un monasterio es el último sitio en el mundo donde uno se esperaría encontrar a una persona genuinamente religiosa; pero en verdad, podemos encontrar muchos santos en semejantes lugares. Pasan entre nosotros sin ser proclamados con tambores o trompetas. El sonido que hacen es lo que San Juan de la Cruz denominó 'música silenciosa', y nos tenemos que esforzar para oírla. En el Chan, nada se consigue sin la atención.

Estas son, por tanto, las seis estrategias básicas de supervivencia tal como se encuentran en la vida religiosa. Para ver estos tipos del Samsara tal como existen en el mundo seglar vamos a imaginarnos que en una sociedad imaginaria las mujeres fueran obligadas a casarse a los dieciocho años de edad. Una mujer madura y razonable que está auténticamente enamorada tiene una buena posibilidad de entrar en una unión permanente con su marido; pero aquellas mujeres cuyo matrimonio no está tan santificado responderán probablemente a este evento traumático de acuerdo con los tipos anteriores. El Fantasma Hambriento iniciará una serie de relaciones temerarias; el Demonio pretenderá ser una esposa adorable mientras que en secreto despreciará el papel y, presumiblemente, a su marido; el Ser Humano se aprovechará del compañerismo para fusionar valores, diversificar beneficios e inversiones, y organizar parejas de tenis. El Titán se martirizará a sí misma; el Animal se someterá pasivamente a su destino; y el Ángel se unirá a la Junior League y a la Sociedad Sinfónica, seguirá cursos de Educación Continua y en un tiempo record emergerá como una de las jóvenes matronas y líderes de la sociedad.

El RECORRIDO DE LOS 6 MUNDOS

Seis Estados de la Existencia :
Transmigración (japonés: rokudou)
Reencarnación (japonés: rokudou rinne).

Nombre original del ataque ????

En el Taizen, en la página de Shaka (página 88) los kanjis de su ataque (el 2º) se retranscriben como "Roku Dô Rin Ne"... en romaji :rougi: traducción basada en alguna cosa escrita o en la pronunciación de Shaka.

Kanjis
"ROKU" significa "6"
"DO" significa "camino", "moral"
juntos significan "los 6 mundos póstumos"
"RIN" significa aparentemente "círculo", "rueda".
“NE” significa "circunferencia"
enganchados uno a otro se pronuncian "RINNE" y significan "el ciclo eterno del renacimiento"

Al final, nos da literalmente "el ciclo eterno del renacimiento de los 6 reinos o mundos póstumos" y ese famoso círculo eterno es la metempsicosis, todo esto para decir que RIKUDÔ RINNE o ROKUDO RINNE, es lo mismo, pero el seiyuu (doblador) de Shaka, Yûji Mitsuya, escogió pronunciar RIKUDO.

La técnica que usa Shaka no te "mata" sinó que te manda directamente a tu proxima vida (que práctico). En todo caso, Shaka llama a los Caballeros de Bronce "fantasmas hambrientos" y cuando lanza su técnica contra Ikki lo manda al mundo de los Ashura (el Infierno).

Cuando ejecuta el Rikudô Rinne, Shaka toma la postura clásica del Sakyamuni. La mano derecha efectúa el abhaya-mudra (mudra de la pacificación de los temores) y la mano izquierda el varada-mudra (mudra del cumplimiento de los deseos).

Como ya debéis saber, este ataque “hace caer” de forma puramente mental a la víctima en uno de los 6 mundos o estados contemplados por el budismo en el Meikai, "son seis estados de nuestra mente, o de nuestras actitudes y vida corriente, que nos mantienen en la rueda del Samsara (sufrimiento sin fin)" : el mundo infernal (Jigoku-kai), (también conocido y llamado Makai), el mundo de los demonios hambrientos (Gaki-kai), el mundo de las bestias (Chikushô-kai), el mundo de los guerreros o las guerras (Shura-kai), el mundo de los hombres (Jin-kai) y el mundo de los Deva o Paraíso (Ten-Kai). La victima cree estar alli en función de sus diferentes pecados y “cae en el infierno de los remordimientos” hasta su propia destrucción. Circunstancia que explica porque Shaka está inmunizado y que se corresponde con el concepto budista de Metempsicosis, es decir las reencarnaciones que sufren los hombres en función de los actos que han cometido en sus vidas precedentes. Los seres humanos comunes se reencarnan en seis mundos que globalmente se llaman el Meikai (mundo de la errancia).

Todos los seres están atrapados en el circulo del sufrimiento (Samsara), círculo de muerte y renacimientos que sólo romperán alcanzando la iluminación. Hay seis estados en ese ciclo, los tres inferiores se llaman “los tres malos caminos” o “tres malos estados” (San’akudô), con karma negativo, donde son enviados aquellos que han cometido malas acciones, son :

(1) Jigoku-kai, (el mundo infernal), Seres en el infierno; Beings in Hell. (Naraka-gati en Sánskrito) (japonés: jigokudou; en saint seiya, shaka usa la palabra jigokukai.. 'kai' significa 'mundo, por lo que jigokukai significa mundo jigokudou...) es el peor y más bajo reino, caracterizado por la tortura y agresión. Aquellos que han cometido malas acciones, actos nefastos en vida, son enviados a ese mundo donde los demonios los torturan eternamente.
(2) Gaki-kai, (el mundo de los espíritus o demonios hambrientos), Fantasmas hambrientos; Hungry Ghosts. (Preta-gati en Sánskrito) (japonés: gakidou; shaka: gakikai) el reino de los espíritus hambrientos, caracterizado por eterno anhelo y hambre. Los que padecen deseos insaciables o contínuos son enviados a este mundo y transformados en Gaki, demonios que sufren hambre eternamente.
(3) Chikushô-kai, (el mundo de las bestias), Animales. Animals. (Tiryagyoni-gati en Sánskrito) (japonés: shoudou; shaka; shoukai) el reino de los animales y ganado, caracterizado por la estupides y la servitud. Los que sufren apego y dependencia son enviados a este mundo y transformados en bestias que sufren eternamente.

Los tres estados superiores, con karma positivo, son :

(4) Shura-kai, (el mundo de los Asura o guerreros), Asuras; Ashura. (Asura-gati en Sánskrito) (japonés: ashuradou; shaka: ashurakai) el reino del odio, celos y guerra constante, es el mundo de los Asura (Ashura) son semidioses, divinidades guerreras, seres semi-bendecidos; son poderosos, fieros y peleones; como los humanos, son en parte buenos y en parte malvados, en este mundo se combate sin cesar.
(5) Jin-kai, (el mundo de los hombres), Humanos; Humans. (Manusya-gati en Sánskrito) (japonés: nindou; shaka: ninkai) el reino de los humanos, donde viven los hombres deseosos de nombre y fama, seres que son a la vez buenos y malvados, su alineamiento es intrínseco con su asimiento, la mayoría son cegados o consumidos por sus deseos.
(6) Ten-kai, (el mundo de los Deva o seres celestiales), Devas. Deva (Deva-gati en Sánskrito). (japonés: tendou; shaka: tenkai (cielo) el reino de los seres celestes, repleto de placer, se encuentra por encima del mundo de los hombres pero no escapa al dominio de la metempsicosis, los deva se comportan como dioses poderosos, algunos gobiernan reinos celestiales, la mayoría viven con esplendor y delicada felicidad durante edades incontables, pero incluso los Deva están ligados al mundo del sufrimientos (samsara), la felicidad constituye un obstáculo primario en su camino hacia la liberación, por ello están cegados a la verdad del sufrimiento, por eso los Deva crecen, envejecen, mueren y renacen, como sucede en los reinos inferiores. Cuando Shaka habla a Ikki de los 6 reinos, el que los mortales consideran como el paraíso no es en realidad más que un infierno del miedo al futuro.

NOTA IMPORTANTE: Este tema es mucho más complicado. En el Budismo hay actualmente 28 formas de existencia en 3 reinos.

Tras la muerte, todos los seres de los seis reinos renacen en un reino inferior o superior dependiendo de sus acciones en vida. Entre los seis, sólo los humanos pueden alcanzar la iluminación, para los Deva –a quienes se les concedió una vida larga y feliz como premio a sus buenas acciones pasadas, están bloqueados por su gran felicidad y no reconocen la verdad del sufrimiento. Los Deva automáticamente usan su buen karma tras unos pocos años en el paraiso y caen una vez más en el estado inferior. No existen diferencias esenciales entre las varias formas de vida, tan sólo una variación kármica o de grado, pero el hombre es el único capaz de alcanzar la iluminación, razón por la cual el Budismo estima más la existencia humana que la de los dioses.

El reino de los asuras es un reino de demonios. Aquellos espíritus, que residen en ese reino, aunque practicaron el bien, a la vez han andado en malos caminos. Por lo tanto, no califican como espíritus rectos y sólo pueden ser llamados demonios o espíritus maliciosos. El reino de los asuras es el reino más complicado. Los demonios también tienen poderes sobrenaturales. La mayoría de las perturbaciones que ocurren en la tierra son causadas por demonios. Ninguna fuerza mala podrá arraigarse en el corazón de alguien que mantiene su espíritu en lo recto. El que alberga pensamientos impuros, corre el peligro de que una fuerza maligna encuentre abierta la puerta de su corazón y entre. Se produce un "desequilibrio espiritual", cuando una fuerza negativa logra penetrar en una persona de pensamientos impuros.

De acuerdo a los textos budistas, aquellos que cometen las Diez Faltas tienen que descender a los tres reinos más bajos que comprenden los infiernos, el reino de los espíritus infelices y el de los animales. Aquellos que realizan los Diez Actos Virtuosos renacerán en los cielos o como seres humanos. Con "cielos" nos referimos al reino de los dioses. Ese reino es el lugar de los espíritus rectos que acumularon méritos buenos. Sin embargo, aunque se disfruta de buena fortuna en ese reino, llegará el día en que esto se acaba. Incluso, alguien ha llegado al llamado cielo "sin pensamientos obstruyentes" o "libre de pensamientos", que es el cielo más alto dentro de los Tres Mundos, todavía tiene que pasar por la transmigración.

Asimismo, Shaka nombra como sitio más peligroso al Cielo (o sea, donde reencarnas como un Dios Hindú), eso es porque a pesar de que el budismo no niega la existencia de dioses, no les atribuye ninguna importancia especial. La vida de los dioses en el cielo es larga y apacible, aunque están sujetos a los mismos problemas que puede tener cualquier otra criatura, por lo que están expuestos a una eventual muerte y a una futura reencarnación en un estado de existencia inferior. No son los creadores del Universo, ni tampoco controlan el destino de la humanidad, por lo que para el budismo, el rezar o hacerles sacrificios no tiene ninguna utilidad. De las distintas modalidades de reencarnación, la humana es la mejor, porque las deidades están tan absortas en sus propios placeres que pierden de vista la necesidad de redención. Por lo tanto, la posibilidad de ser un iluminado es válida sólo para los seres humanos.

Es muy difícil llegar a ser un dios (también llamado deva), pero también es difícil nacer como un ser humano. En el mundo actual, lleno de deseos sensuales, es muy fácil descender a los reinos de los infiernos, de los espíritus infelices y de los animales. Incluso los que practican la bondad y no se cuidan pueden caer fácilmente al reino de los asuras. El renacimiento dentro de los Seis Reinos responde a la fuerza kármica de cada persona. De este modo queda determinado el destino de cada uno: Cosechamos lo que sembramos.

Mientras se pertenece a los Seis Reinos de Transmigración, no se alcanza la liberación última. Dentro de los Seis Reinos se experimentan toda clase de sufrimientos, como nacer, pasar por la vejez, sufrir enfermedades, morir, sufrir debido al odio, perder seres queridos, sufrir frustraciones y apegarse a los Cinco Agregados. Realmente, los Seis Reinos de Transmigración se caracterizan por el sufrimiento y se puede decir que vivir en ellos es como vivir en un océano de sufrimientos. De acuerdo a lo que dice el Shastra sobre la Liberación, la disciplina, la meditación y la sabiduría son el camino para alcanzar la liberación. Sujetarse a la disciplina significa manifestarse siempre de una manera equilibrada y tranquila. Esto es la fuente para la práctica del bien. Los que practican la meditación tienen la mente libre de perturbaciones. Los que poseen sabiduría, saben mirar más allá de las apariencias. La liberación significa que uno se suelte de las ataduras. La disciplina es el fundamento de la virtud, la meditación es el nivel intermedio y la sabiduría es la virtud última.

Cuando practiquemos de esta manera, lograremos una mente concentrada. Una mente concentrada sirve para que podamos trascender el sufrimiento hasta finalmente lograr la liberación de los Seis Reinos de Transmigración.

Técnicamente hablando, según el budismo, el camino del infierno a la iluminación cubre diez etapas (los llamados 10 mundos), no seis.

Shaka es la reencarnación de Buda. Puede adivinar y preveer el futuro estudiando profundamente, puede tener una visión global, hace sus deducciones sobre las personas por su aspecto exterior y logra descifrar su interior. Es capaz de desplazarse en el tiempo y en el espacio, por ello el resto de miembros del Santuario reconoce su superioridad por ese poder. El deseo crea apego y éste ata a la existencia, fomenta la ilusión del yo y sume a los seres en un estado de ignorancia en que no reconocen la naturaleza de su mente y que los condena a vivir en el samsara.

El Karma (o Karman; en jap. Gu ou Gyo) significa "Ley del acto". Es la suma de los actos de una vida terrestre que determinan las condiciones buenas o malas del renacimiento, cada acto, bueno o malo, tiene consecuencias sin fin en la vida de un ser, por sus actos y esfuerzos el hombre puede actuar en cierta medida sobre los efectos futuros de los actos que cumple en su existencia presente. Las acciones pasadas forman la realidad presente y las acciones presentes determinan el futuro y el proceso del Samsâra (ciclo de renacimientos). El objetivo del budismo es superar esa ley de causalidad.

El Samsara es la creencia en la transmigración sin fin de los seres, constituye el dogma central del pensamiento filosófico y religioso de la India, ya sea brahmanica o búdica… determinado por el Karma, corolario obligado de la transmigración de las almas, el Samsara resulta del encantamiento perpetuo de causas que producen efectos ilimitados, condenando al ser a incesantes renacimientos… la entrega a este proceso resulta del “agotamiento” del Karma, tradicionalmente comparado a una rueda que privada de nuevos impulsos deja definitivamente de girar...

Ikki reconoce que todo lo que ha experimentado hasta ahora tan sólo son ilusiones elaboradas, por lo cual rodea con sus brazos a Shaka y ambos desaparecen justo con la “realidad” que Shaka creó. Como Ikki está motivado por el amor fraternal que siente hacia su hermano pequeño (y también el amor que sentía hacia Esmeralda) opta por el deseo de salvarle la vida (compasión) cada vez que está en graves aprietos, en vez de odiar al mundo entero y destruir todo a su paso. Ikki pasó la prueba de Shaka. Y Shaka regresa junto con Ikki al mundo real. Ahora Ikki se dedicará él mismo a la compasión y a luchar por la justicia para ayudar a aliviar el sufrimiento de las personas. Por este incidente, Shaka purifica los últimos rastros de la maldad del alma de Ikki.

Los sentidos y el Arayashiki

Durante su infancia, en uno de sus trances, Shaka había conseguido entrar en armonía con el espíritu del Buda histórico y le había hecho las mismas preguntas existenciales que se hizo el verdadero Buda: Buda le preguntó por qué estaba tan triste y Shaka le respondió que era debido a ver a los seres humanos morir en el delta del Ganges, a fuerza de constatar la pobreza de su país, la India; ¿por qué hacer esfuerzos en la vida, amar ciertas cosas y luchar para llevar una vida decente si todo esto es tan efímero y que un día u otro la muerte se llevaría todo a su paso ... Buda le recuerda que la vida está compuesta de momentos de tristeza y alegría, de sufrimiento y felicidad, hay risas y lágrimas, pero que nadie puede escapar al sueño eterno de la muerte, el hecho de que una flor florezca significa necesariamente que un día se desvanecerá, y lo mismo sucede con todas las cosas en este mundo. A lo que Shaka replica: "Pero entonces ¿por qué los hombres nacen a pesar de esto?" y Buda le respondió: "Shaka, olvidas que......" Entonces sus palabras se pierden en las profundidades de la memoria del joven Shaka que olvida el final de la discusión, aparentemente.

El mensaje y las palabras de Buda regresan a su mente mientras se desarrolla su última pelea contra los tres Gold Saints renegados, ya que es en ese momento en el que él entiende y se da cuenta de que todo nace, evoluciona y muere en el Universo: una flor, un hombre, un planeta, estrellas e incluso el universo mismo .. pero como el Buda le había dicho, "no debes olvidar que la muerte no es la última etapa".. "a pesar de que seas un hombre te encuentras muy cerca de un Dios ... así que Shaka decide sacrificarse para proteger a Atenea, recordando que él tenía el poder de trascender a la muerte de alguna manera ya que tiene un gran poder llamado Arayashiki. Aquí una vez más, Saint Seiya se inspira en gran medida en otro concepto budista.

¿Qué es exactamente?, ¿Por qué Atenea se suicidó tras recibir las notas de Shaka?.

Arayashiki es el nombre japonés de la conciencia Âlaya (del sánscrito âlaya-vijnâna), también es llamada "el receptáculo âlaya de las percepciones" o "depósito del karma", que en el budismo es la octava conciencia humana. Se trata de la octava de las nueve conciencias. Situada a un nivel más profundo que la conciencia ordinaria, se llama así porque almacena todo el karma creado durante la vida presente y las vidas pasadas.

El Arayashiki es un concepto que proviene de la escuela Yogacara del Budismo. Segúin esta doctrina, la conciencia se divide en ocho etapas que son los cinco sentidos, seguidos por la sexta conciencia, que corresponde al espíritu, más la séptima que es el conjunto de ideas que envenena la mente y la comprensión de las vidas pasadas. Más allá de estas siete conciencias está la octava, el Arayashiki (alayavijñana en sánscrito), que subyace a todas las demás y al despertarla ofrece un camino hacia la iluminación.

Este "fondo-âlaya" es considerado como aquello que pasa por el ciclo del nacimiento y de la muerte, y forma el marco del existencia individual. Todos los actos y todas las experiencias de la vida que pasan por los siete primeros niveles de conciencia son acumulados como Karma en este fondo-âlaya que, a su vez, influye sobre el funcionamiento de la otra conciencia, mantiene que todos los fenómenos proceden de la conciencia âlaya y que ella constituye pues la única y sola realidad. Las nueve conciencias son nueve clases de discernimiento, el término "conciencia" es la traducción de la palabra sánscrita "discernimiento". Se trata:

la conciencia visual (chakshur-vijnana)
la conciencia auditiva (shrota-vijnana)
la conciencia olfativa (ghrana-vijnana)
la conciencia gustativa (jhiva-vijnana)
la conciencia táctil (kaya-vijnana)
la conciencia mental (mano-vijnana)
la conciencia mano (mano-vijnana)
(nombre idéntico para la 6ª y la 7ª conciencia)

En efecto, el hombre poseería ocho conciencias (o nueve, según las escuelas). Las cinco primeras conciencias corresponden a los cinco sentidos (la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto), la sexta es la conciencia “mano” que mueve el espíritu y el pensamiento, integra las percepciones de los cinco sentidos en imágenes coherentes y evalúa el mundo exterior, y la séptima es la conciencia “mano” que es la fuente del amor propio y que hace errar en las seis vías o mundos (se corresponde al Séptimo sentido de Saint Seiya). A diferencia de las seis primeras conciencias que se refieren al mundo exterior, la séptima conciencia discierne el mundo espiritual interior, el autoconocimiento y el compromiso a uno mismo tendrían su origen en ella, al igual que la capacidad de distinguir entre el bien y el mal. La octava conciencia, la conciencia alaya, es la conciencia receptáculo que es la base de la existencia humana. Forma al individuo almacenando todas sus experiencias, se considera como la base de todas las funciones vitales. La novena conciencia, la conciencia amala, situada a un nivel más profundo, está exenta de toda impureza karmica de la que puede mancharse la conciencia âlaya. Esta novena conciencia se define como la base de los todas las funciones espirituales y corresponde a la verdadera entidad de la vida, al estado de "buda" ("despertado" en sánskrito).

Vista la manera en que Kurumada hace referencia a los acontecimientos "karmicos" ("de la época mitológica", más la anterior encarnación de Seiya, el que hirió a Hades por primera vez) en el último volumen del manga, parecería que sería la base que el autor eligió para los sentidos en StS.

La vida y la muerte no son dos cosas opuestas. La doctrina de la no-dualidad es penetrante a través de todas las escuelas budistas. Antes de que muriera, Shaka escribe las palabras “la conciencia de Asrya o Alaya”. El Asraya/Alaya Paravitti es un concepto Vijnanavada. Describe el proceso de reemplazar los niveles de conciencias que comentamos hace poco. Teniendo un incremento de sabiduría, se llega a captar que la realidad es una ilusión construida por la mente, y que una vez que uno se da cuenta de que no existe “uno mismo” entonces el límite de la realidad se acaba y cosas como “la vida” y “la muerte” se vuelven irrelevantes. La estructura descansa en los cinco sentidos, pero no hay objetos reales ni percepción real… y así continúa. Este, de acuerdo con la escuela Vijnanavada, es el proceso para alcanzar la iluminación. Pero profundicemos un poco más en este tema tomando como base la información que nos da Saint Seiya...

Según nos explican en Saint Seiya, existen varios sentidos que guían a los caballeros además de los 5 sentidos ordinarios que constituyen las percepciones sensoriales más básicas de los seres vivos, sentidos que pueden agudizarse o perderse, dependiendo del ambiente que los rodee, en si son Oído, Vista, Olfato, Gusto -que incluye el habla- y Tacto.

Todas las personas nacen y usan esos sentidos a discreción, pero con un buen entrenamiento pueden agudizarse a niveles insospechados, y el 6° sentido, el de la intuición, un sentido combinado de los 5 anteriores, la conciencia y emociones de la persona, este sentido permite tener intuiciones o premociones futuras de ciertos eventos, habilidad que permite percatarse de eventos futuros segundos antes de que sucedan. Todo ser vivo tiene esos 6 sentidos, pero aun hay más.

Dohko de Libra: "La conciencia araya (arayashiki), es el octavo de los nueve niveles de conciencia, el octavo sentido que todos los humanos poseen desde su nacimiento. Desgraciadamente, el octavo sentido descansa en un lugar más profundo del cosmo que el séptimo sentido. Asi que usualmente uno muere sin saber su poder, cuando mueres, todos tus sentidos desaparecen y aparece el octavo sentido."

El Arayashiki se trata del 8º sentido que permite ir al reino de los muertos conservando su propia voluntad y envoltorio corporal, controlar su alma (es decir, no volver como un zombi controlado por el cosmos de Hades). Shaka se deja matar, y con esas palabras Shaka invita a Atenea a seguirlo en el infierno para ir a eliminar definitivamente al dios Hades.

Como el 9º sentido (que aún no ha sido oficialmente presentado) sería el sentido de dioses (en líneas generales, un humano que posea el 9º sentido, se convierte en dios) por eso se dice que Shaka es el hombre más cercano a los dioses.

El 8º y 9º sentidos no tienen nada que ver con el poder combativo sino con el concepto de despertar. El 8º no vuelve al individuo más fuerte sino que le permite no ser influido por la muerte y de viajar al reino de Hades sin volverse uno de los residentes. El 9º sentido destaca el aspecto divino. Convertirse en un Dios, hace referencia al Big Will del Hipermito y es un despertar, una conciencia divina y en consecuencia el hecho de no ser ya uno de los mortales.

Resumidamente no hay ningún elemento de poder en estos 2 sentidos sino que se subraya simplemente un despertar. Es el 7º sentido el que determina antes la potencia.

“El aura de un guerrero es el resultado de su propia conciencia, su voluntad, su condición física... en verdad todos estos elementos son importantes, pero la base de la cosmoenergía, el elemento final que determina la fuerza última de un caballero es.... el séptimo sentido.”

Mu explica a los caballeros de bronce que existe el llamado 7º sentido, una percepción que engloba a los 5 del hombre ordinario (vista, gusto, tacto, olfato y oído) más el sexto de la intuición, y les permite controlar la fuerza del último cosmos. Es la capacidad de exteriorizar la energía, que al tener un mayor dominio sobre las emociones se multiplica, por medio de la fe y la esperanza. Uno debe descubrirlo por sí mismo, para dominarlo se debe hacer abstracción de todos los sentimientos personales y alcanzar la indiferencia.

Cuando un santo alcanza este sentido su cosmos es inmenso, este sentido distingue a los caballeros dorados del resto, es la esencia de su poder. Se encuentra muy oculto y escondido en el interior de cada persona y está muy ligado al cosmos, pero va más allá de dar otra habilidad, u otra percepción sensorial, permite agudizar y elevar los otros 6 a su máximo nivel y encender el cosmos interior hasta el infinito, cuando se toca y se controla el 7° Sentido, el guerrero tiene pleno control de sus poderes y habilidades, puede combatir a una velocidad lenta o incrementarla en menos de centésimas de segundo.

Cuando despierta el 7° Sentido un santo tiene la posibilidad de combatir a la velocidad de la luz, ya que es la máxima equivalencia de velocidad.

Los caballeros de oro dominan a la perfección ese sentido, sus poderes son inconmensurables y no tienen nada que ver con sus homólogos de plata y bronce. El 8º sentido es el siguiente escalón, el Arayashiki, la llamada capacidad de estar conscientes fuera del cuerpo físico o bien después de la muerte, esta habilidad permite a Shaka sobrevivir y guardar su libre arbitrio, y conservar la vida en el mundo de los muertos.

Se trata de una percepción del más allá y una capacidad de superar ese fenómeno que es la muerte en si misma, un sentido del alma y del cosmos, pues se debe dominar antes el séptimo sentido para despertar el octavo.

Según la concepción de Saint Seiya, toda alma de un ser humano corriente alcanza el reino de Hades al morir, pero, si una persona alcanza el Arayashiki, puede entonces entrar y abandonar el inframundo sin morir, a voluntad, sin convertirse en una de sus sombras sometidas a la voluntad del dios de las tinieblas Hades, permite al hombre el control total y absoluto sobre su propia persona, incluso después de la muerte, y deambular por el reino de los muertos o inframundo a su libre arbitrio sin estar sujeto a sus reglas.

En si este 8º sentido permite deambular por otros reinos y dimensiones sin pertenecer a ellas y sujetarse a sus reglas, pero este sentido aún está más escondido que los otros 7 y para despertarlo sólo hay una oportunidad, y es entre la línea de la vida y la muerte, un error significa la muerte, si alguien lo logra se superpone a su muerte y puede andar vivo en el Hades sin el más mínimo problema.

Así pues, el Arayashiki no hace inmortal al sujeto que lo despierta, es un sentido que permite un control suficiente del alma propia para que no esté sujeta a la voluntad de Hades cuando se encuentre en el reino de los muertos.

Tenemos dos casos diferenciados de despertar al octavo sentido:

- Seiya cae en la garganta del Hades y llega al reino subterráneo. Despierta el 8º sentido y guarda el control de su espíritu. Su cuerpo sigue vivo. Se pasea como quiere por el Reino de los Muertos.

- Shaka es pulverizado por la Athéna Exclamation. Está muerto, por lo que su alma es enviada al Reino de Hades (es el mismo caso de Atenea que se suicida clavándose la daga), pero despierta el octavo sentido, y su alma no sigue a las otras muertas. Puede actuar con toda libertad.

No hace falta conocer el octavo sentido para poder despertarlo, Seiya lo adquiere naturalmente, cae al pozo justo después de recibir las explicaciones de Dohko.

El Arayashiki es un término budista, deriva del sánscrito Ca que significa "conciencia del receptáculo", lo que correspondería haciendo un paralelo con el psicoanálisis del inconsciente. Para permanecer en el ámbito del Budismo, el Araya es el receptáculo del karma, de todo lo que define a un ser: lo que se llamaría su destino, sus impulsos, sus recuerdos, sus vidas pasadas. Tener conciencia permite una comprensión total de su ser, y empujando el proceso, modificarlo a discreción. La condición humana forma parte del karma, el hecho de que un hombre sea 'dependiente' de su cuerpo físico para creer que es libre también. Se podría llamar Ca una especie de temor traumático de la muerte, grabado en toda forma de vida a su nacimiento. Es ahí cuando el uso del Arayashiki en Saint Seiya aparece: los Santos superan la condición humana que dice que un hombre cuyo cuerpo muere no puede actuar más, superan también el miedo de la Muerte. Al ir más lejos, se podría también decir que los Caballeros de Bronce superan su condición para igualar a los Caballeros de Oro, y que se oponen al destino de Caballero de Bronce.

Esa es la esencia del 8º sentido: la capacidad ilimitada de todo humano para cambiar y sobrepasarse. Hyoga en realidad lo prueba frente a Camus, por ejemplo: sobreponiéndose a sus sentimientos y sus límites, mostrando una apertura de espíritu superior a la de Camus frente al Cero Absoluto. El maestro se limitaba a pensar que era imposible, mientras que el alumno se burlaba de saber si era posible o no: debía hacerlo. Es por eso que los Caballeros de Bronce tuvieron que aprender a sobrepasarse para llegar a alcanzarlo, mientras que los Golds que 'nacieron' con predisposiciones al 7º sentido lo lograron con menos esfuerzo.

Por contra, en lo que se refiere al 9º sentido... No se ha mencionado nunca en ninguna parte, y si se hace un paralelismo con el Budismo, correspondería al Nirvana... o sea, una fusión tan perfecta con el Cosmos que el alma se consume. Los Dioses tienen pues, exactamente un sentido perfectamente dominado, hasta el punto de poder abrir y vincular sus almas tiene una parte del universo (su concepto en este caso)

El 8º sentido no es "haber muerto siendo libre de movimientos en el infierno", tampoco es "estar vivo en la muerte".

Tengan en cuenta las observaciones del manga: el 8º sentido, es la facultad de entrar VIVO en el reino de los muertos, y en consecuencia desplazarse por este y volver de nuevo como a cualquier otro lugar, aunque sea un mundo en el cual se supone se va en general involuntariamente, al morir, en cuyo caso el sujeto no es ya libre de sus movimientos, ni capaz de regresar, sea voluntariamente, en cuyo caso es un suicidio, o una prueba fallada (voy al reino de los muertos, pero como no poseo el 8º sentido eso me mata).

Y para responder a la cuestión "cómo los Caballeros han vuelto de nuevo", pues porque no murieron y gracias a su 8º sentido, tienen el poder de volver de nuevo sin quedarse atrapados (lo que habría equivalido a morir).

Tengan en cuenta la excepción de Shaka. Es probable, aunque no se está seguro al 100%, que su cuerpo se pulverizó seguramente cuando recibió la Athéna Exclamación... Pues, si no se murió (puesto que posee el 8º sentido y puede volver del infierno sin morir y siguiendo siendo amo de sus movimientos), su cuerpo desapareció, y lógicamente su alma, y solamente su alma, viva sin embargo, se desplazó a los infiernos.

Como no tiene en teoría cuerpo, no puede volver de nuevo a la Tierra, puesto que no posee el 9º sentido (que además del hecho de que eso haga del sujeto un Dios, permite reencarnarse, lo que Shaka no sabe hacer, en caso contrario no se vería el interés de sus interrogaciones sobre la muerte que mantiene con Buda...).

Así que es una simulación que se haya muerto ante el muro de las lamentaciones, ya que, siempre vive pero privado de cuerpo, habría sido atrapado vivo en los infiernos.

Seguimos teniendo el problema de su armadura, que como su cuerpo no debería existir más, pero que viste a Shun un poco más tarde... Esto parece ser, simplemente, una incoherencia. Pero eso es otro debate.

Para intentar aclarar este tema del 8º sentido, que no queda a pesar de todo súper claro en Kurumada, consideremos que hay varios niveles de control del 8º sentido. Hay un nivel donde se roza exactamente este sentido (un poco como cuando los caballeros de bronce despiertan al 7º sentido al principio) donde se ven algunos de sus efectos pero no todos. Y a continuación hay el nivel donde se controla verdaderamente este sentido a la perfección (un segundo nivel). Cuando Milo se enfrenta Seiya y Shiryu les dice esencialmente que aunque despertaron el 7º sentido, no pueden competir con él pues controla este sentido desde años. Lo mismo puede ocurrir con el 8º sentido: no se lo puede controlar a la perfección de una tacada.

El primer nivel permitiría ir vivo al reino de Hades. Es este nivel el que alcanzan los 5 bronces, Kanon, Dohko, Orfeo y el trío del Cocytos (Aioria-Milo-Mu) al final. Los espectros, protegidos por Hades, tienen alguna clase de sustituto de este nivel. Resumidamente, con este control del 8º sentido, si se encuentra un acceso al Meikai (tipo pozo del castillo en Alemania) y que se salta dentro, una vez que se habrá llegado con el cuerpo bien vivo en el infierno, uno se podrá desplazar a su voluntad, sin ser sometido a la influencia del cosmos de Hades. Pero esto sólo será válido mientras se esté vivo. Si fueran matados, se aplastaría la voluntad.

El segundo nivel es el nivel alcanzado por Shaka gracias a años de meditación y que posee Saori naturalmente gracias a su estatuto de diosa reencarnada. Es el mismo caso que el nivel anterior, excepto que se tiene más necesidad de permanecer vivo para ir al infierno: el alma del individuo es entonces suficientemente potente para guardar el autocontrol e ignorar el cosmos de Hades, incluso sin cuerpo físico. Shaka y Saori son los únicos en suicidarse para acceder al infierno: solo sus almas tienen necesidad de desplazarse (mientras que los otros se ven obligados a encontrar un medio de ir con sus cuerpos). Podríamos pensar entonces que Shaka es simplemente invencible (o que se acerca a mucho) cuando se encuentra en el hades: no pueden matarle ya que ya se murió, no es más que un espíritu.

Eso explica seguramente la arrogancia (a priori desproporcionada) de Shaka frente a Hades: él sabe que no arriesga nada o casi nada, mientras que en cambio eventualmente puede matar el cuerpo de empréstito de Hades (y en consecuencia forzarlo a incorporarse a Elysion donde pueden matarlo definitivamente). En cambio, si Saori como diosa es capaz de reinstalar y restablecer su cuerpo (véase tenkai), Shaka habría sido incapaz: terminó completamente su vida en el jardín de los árboles gemelos twin sal y tomó la decisión de morir más para dar a Atenea mayor oportunidad de triunfar.

Delante del muro de las lamentaciones, se tienen tres grupos distintos: los que tienen aún un cuerpo (el trío del Cocyto y Dohko, que van pues a morir en ese momento), Shaka que no tiene cuerpo pero no tiene necesidad, y finalmente los otros, que gracias a una fuerza de voluntad (y quizás a un efecto de grupo) llegan a desarrollar su 8º sentido, al mismo nivel que Saori y Shaka (aunque sólo temporalmente, un poco como cuando los bronces encienden su 7º sentido al máximo).

Hay pues que arder su cosmos al máximo para destruir la pared, lo que tiene como efecto matar los que estaban aún vivos y destruir incluso sus almas. Y al respecto, sus almas debilitadas serán capturadas y encarceladas por los Dioses del Olimpo (véase Tenkai). Resumidamente he aquí una manera de ver las cosas que puede satisfacer ya que parece coherente con lo que se ve en el manga, pero que no imponemos a nadie.

 

 

El despertar o estado de Buda

Literalmente, la palabra "Buda" significa "Iluminado" o "Despertado". Se trata de un estado de conciencia total y de gran sabiduría, que permite comprender plenamente la realidad en toda su complejidad. Todo ser humano que despierta a la verdad fundamental de la vida puede ser designado por la palabra "Buda" ..

Sin embargo, muchas escuelas budistas han enseñado que la iluminación se alcanza sólo después de una ardua empresa, durante períodos de tiempo increíblemente largos, o en el curso de varias vidas. Por contra, y es sorprendente, el Sutra de Lotus, considerado como el maestro último de Shakyamuni, explica que la budeidad está ya presente en la vida de las personas. Enseña la igualdad absoluta entre todos los seres e insiste en que la gema sin pulir del estado de Buda existe incluso en la vida de una persona aparentemente dominada por el mal. No hay alguien que nos lo da ni nadie que tenga el poder de decidir si lo "merecemos".

Así como el oro puede esconderse en una bolsa, o las flores de loto emergen de un estanque fangoso, primero debemos creer en la existencia del estado de Buda en nosotros mismos, luego despertarlos y desarrollar o "pulirlo".

Pero la budeidad no es estática. No es un estado de vida en el que podamos eternizarnos con complacencia. Al contrario, se trata de una experiencia dinámica y de un viaje de desarrollo y descubrimiento perpetuos.

Cuando fortalecer permanentemente la budeidad en nuestras vidas, logramos ser cada vez menos dirigidos por el egoísmo (o la codicia), la ira y la estupidez (lo que el budismo designa como los tres venenos). Armonizando nuestras vidas con la vida iluminada de Buda, podemos aprovechar el potencial que está dentro de nosotros y experimentar una transformación fundamental ..

Los diez estados (o diez mundos)

El budismo se preocupa esencialmente de nuestro estado de vida, es decir, la alegría o el dolor que vivimos en cada momento. Este estado de vida depende de la interacción entre las condiciones externas y nuestras tendencias íntimas, las mismas condiciones (el mismo lugar de trabajo, por ejemplo) que serán experimentados por una persona como una implacable angustia pueden ser la fuente de un desafío exaltante y de satisfacción para otra. El fortalecimiento de nuestro estado interior, de forma a poder soportar las más duras condiciones y las más negativas, o incluso a transformarlas, es el propósito de la práctica budista.

Basándose en su lectura del Lotus Sutra, el maestro budista chino T'ien-tai (siglo VI) desarrolló un sistema que clasifica la experiencia humana en diez estados o "mundos". Esta enseñanza de los diez estados (o diez mundos) fue aprobada y desarrollada por Nichiren, que hizo hincapié en la naturaleza subjetiva de estos mundos: "A la cuestión de dónde se encuentran exactamente el infierno y el Buda, un sutra responde que el infierno existe bajo tierra, y otro dice que el Buda se encuentra al oeste. Sin embargo, una investigación más profunda revela que ambos existen en nuestro cuerpo. "

Entonces, ¿cuáles son estos diez estados?

Aquí están, ordenados del menos deseable al más deseable:

* El infierno, un estado de desesperación en el que el individuo se encuentra totalmente abrumado por el sufrimiento;

* La codicia (o mundo de los espíritus hambrientos), un estado dominado por un insaciable deseo;

* La animalidad, un estado de los impulsos de miedo más fuertes y de intimidación al más débil;

* La cólera, un estado que se caracteriza por un deseo de competición desenfrenado para superar y dominar a los demás, y por la pretensión ser bueno y sabio.

Estos cuatro estados son designados como las cuatro malas vías, a causa de la negatividad destructiva que las caracteriza.

* Luego está la humanidad, un estado de paz marcado por la capacidad de razonar y emitir juicios serenos. Aunque es característico de nuestra identidad humana, este estado puede representar igualmente un equilibrio frágil que cede su lugar a uno de los estados inferiores cuando se enfrenta a condiciones negativas.

* La felicidad temporal es un estado de alegría generalmente sentido cuando el deseo es satisfecho o cuando el dolor se ha disipado.

Los mundos enumerados hasta ahora son a veces agrupados bajo el término de "seis mundos inferiores." En su conjunto, representan todas las reacciones a los cambios en las condiciones externas, después de lo cual sentimos una verdadera falta de libertad y autonomía.

Lo que el budismo designa como los cuatro nobles caminos corresponde al esfuerzo de vivir con integridad, la compasión y la libertad interior. El estado de estudio describe un estado de aspiración al despertar. El despertar personal indica la capacidad de percibir por sí mismo la verdadera naturaleza de los fenómenos. Ambos estados son a veces identificados como los dos vehículos pues las personas que los manifiestan han despertado parcialmente y se han liberado de sus deseos ilusorios. Pero pueden estar marcados, y en muchos textos budistas, el Buda amonesta a los individuos de ambos vehículos por su egoísmo y su complacencia.

El estado de bodhisattva es un estado de compasión en el que se superan las limitaciones del egoísmo y se trabaja incansablemente por el bien de los demás. El Budismo Mahayana hace especial hincapié en el Bodhisattva, como un ideal de comportamiento humano. La budeidad es un estado de plenitud y perfecta libertad, en el que se puede disfrutar de un sentido de unidad con la fuerza de la vida del cosmos. Para una persona en el estado de Buda, todo (incluyendo las inevitables pruebas de la enfermedad, la vejez y la muerte) puede ser visto como una oportunidad de alegría y satisfacción. El estado de vida interior del Buda que se manifiesta externamente por una abnegada dedicación altruista y por acciones específicas propias de los bodhisattvas.

Esto nos lleva a un aspecto esencial de la comprensión de los diez estados por Nichiren: cada estado contiene los otros nueve. Como él mismo dice, "Incluso un hombre cruel y malhechor puede amar a su esposa y sus hijos. Y él también se encuentra en una parcela del estado de Bodhisattva ". Por lo tanto, el potencial de la sabiduría y la acción representadas por el estado de Buda sigue existiendo incluso en una persona cuya vida está dominada por los estados de vida inferiores (el infierno, la avaricia, la ira o la animalidad).

Lo contrario es igualmente cierto. El estado de Buda no es independiente de los otros nueve. Al contrario, la sabiduría, la vitalidad y el valor de la budeidad puede impregnar y transformar el modo, por ejemplo, en como la tendencia a la cólera se manifiesta en alguien. Cuando la ira viene guiada por la compasión de los estados de Buda y Bodhisattva, esta puede proporcionar energía en el combate contra la injusticia y la transformación de la sociedad humana.

El propósito de la práctica budista (que consiste, en el Budismo Nichiren, en recitar el mantra Nam Myoho Renge Kyo) es despertar el estado de Buda que puede iluminar nuestras vidas y permitirnos obtener un beneficio duradero de nuestro eterno viaje a través de los diez estados.

Las nueve conciencias

La enseñanza budista de las nueve conciencias es esencial para comprender plenamente quienes somos y cuál es nuestra verdadera identidad. Nos permite entender cómo la vida se perpetúa a través de ciclos de nacimiento y la muerte. Este punto de vista sobre los seres humanos es el resultado de varios miles de años de intenso estudio sobre el carácter introspectivo de la conciencia. Históricamente, se basa en iniciativas destinadas a tratar de explicar la esencia del despertar de Shakyamuni, que tuvo lugar bajo el árbol Bodhi hace 2.500 años.

Las nueve conciencias pueden ser descritas como diferentes niveles de conciencia que funcionan juntos constantemente en nuestras vidas. El término sánscrito "Vijnana", traducido como "conciencia", incluye toda una serie de actividades tales como la sensación, la cognición y el discernimiento.

* Las cinco primeras de estas consciencias son los sentidos usuales (vista, oído, olfato, gusto y tacto).

* La sexta conciencia es la función que integra y analiza los diferentes datos sensoriales para formar una imagen global o un pensamiento, identificando lo que nuestros cinco sentidos nos comunican. Es esencialmente con estas seis funciones de la vida que llevamos a cabo nuestras actividades cuotidianas.

* Debajo del nivel de conciencia se encuentra la séptima conciencia. A diferencia de las conciencias dirigidas hacia el mundo exterior, la séptima conciencia se dirige hacia nuestra vida interior y es muy independiente de las informaciones sensoriales. La séptima conciencia es la base de nuestro sentimiento de identidad personal. El apego a si mismo, distinto y separado de las demás, se apoya sobre esta conciencia, al igual que nuestro sentido de lo que es verdad y lo que es falso.

* Debajo de la séptima conciencia, el budismo distingue un nivel más profundo, la octava conciencia (o Alaya), también conocida como la "conciencia reserva" o "inconsciente colectivo". Que es la energía de nuestro karma.

Mientras que las siete primeras conciencias desaparecen con la de muerte, la octava conciencia permanece a través del ciclo de la vida y la muerte (tanto en la fase activa de la vida como en la fase latente de la muerte) puede ser considerada como el fluir de la vida que mantiene las actividades de las otras conciencias. Las experiencias descritas por aquellos que han sobrevivido a la muerte clínica pueden ser consideradas como situadas en la frontera de la séptima y octava conciencias.

La comprensión de estos niveles de conciencia y su interacción proporciona una interesante luz sobre la naturaleza de la vida y de "uno mismo", al tiempo que permite la resolución de los problemas fundamentales que enfrenta la humanidad.

Según las enseñanzas budistas, la séptima conciencia comporta ilusiones específicas y profundamente arraigadas sobre la naturaleza de "uno mismo". Estas ilusiones surgen de la relación entre el séptimo y octavo niveles de conciencia y se caracterizan principalmente por el egocentrismo.

Las enseñanzas budistas indican que la séptima conciencia proviene de la octava: se basa en una percepción de la octava conciencia, considerada como fija, única y aislada. Pero, en realidad, la octava conciencia se encuentra en estado de flujo permanente. En este nivel, nuestras vidas están en constante interacción, ejerciendo una profunda influencia las unas sobre las otras. La percepción de un ego fijo y aislado generado por la séptima conciencia es entonces incorrecta.

La séptima conciencia es igualmente la sede del miedo a la muerte. A pesar de percibir la verdadera naturaleza de la octava conciencia como un perpetuo flujo de energía vital, nos imaginamos que cuando llega la muerte, la octava conciencia se extinguirá para siempre. El miedo a la muerte aparece, pues, enraizado en las capas más profundas del subconsciente.

La ilusión según la cual la octava conciencia es el "verdadero yo" es también llamada "la ignorancia fundamental," porque implica la supresión del principio de interconexión entre todos los seres. Es este sentido de autoseparación y aislamiento de los demás, que da lugar a la discriminación, la arrogancia destructiva y al instinto de la propiedad desenfrenada. La devastación causada por los seres humanos sobre el medio ambiente natural es otro resultado obvio.

El budismo da por supuesto que nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones crean invariablemente una impresión en las capas más profundas de la octava conciencia. Esto es lo que los budistas llamada karma. Esa es la razón por la que la octava conciencia a veces se denomina "reserva kármica”, donde las semillas kármicas se almacenan. Estas semillas, o energía latente, pueden ser positiva o negativa. La octava conciencia permanece neutral y receptiva a todo tipo de huella kármica. La energía se manifiesta cuando se cumplen las condiciones. La causa latente positiva puede manifestarse en forma de efectos positivos en la vida de una persona y bajo la forma de funciones psicológicas positivas como la confianza, la no violencia, el autocontrol, la compasión y la sabiduría. Las causas latentes negativas pueden manifestarse a través de diversas formas de ilusión y de comportamiento destructivo y suscitar nuestro propio sufrimiento y el de otros.

Incluso si la imagen del depósito puede ser útil, la de un torrente de energía kármica desatada está más cerca de la verdad. Esta energía circula continuamente a lo largo de nuestra vida y nuestras experiencias, y las configura. Nuestras acciones y pensamientos son reintroducidos posteriormente en el flujo kármico. La calidad del flujo kármico es lo que hace de cada uno de nosotros seres independientes, con un "yo" único. El flujo de energía evoluciona continuamente, como un río, mantiene una identidad y coherencia hasta en los ciclos sucesivos de vida y muerte. Es este aspecto de fluidez, esta ausencia de estabilidad, que ofrece la posibilidad de transformar el contenido de las ocho conciencias. Por lo tanto, el karma, si se entiende bien, difiere totalmente de la idea de un destino inmutable o inevitable.

La cuestión es, por tanto, saber cómo desarrollar el karma positivo. Este es el fundamento de las diferentes formas de la práctica budista, que tratan de imprimir causas positivas en nuestras vidas. Sin embargo, cuando nos vemos atrapados en un ciclo de causas y efectos negativos, es difícil evitar generar otras causas negativas, y ahí es donde usamos a nivel de conciencia lo más fundamental, la novena conciencia o conciencia Amala.

* La novena conciencia puede ser considerada como la vida del cosmos en sí. Asimismo, es designada como la conciencia fundamentalmente pura. Que no contiene ninguna impureza kármica, esta conciencia es el verdadero “yo”, el eterno “yo”. El Budismo Nichireno es revolucionario en el sentido de que pretende despertar directamente la energía de esta conciencia (la naturaleza iluminada de Buda) y, así, purificar las otras conciencias, más superficiales. La gran potencia de la explosión de la novena conciencia es incluso capaz de modificar los elementos de karma negativo inmutables de la octava conciencia. Como esta trasciende los límites de la persona, mediante la fusión con la energía latente de su familia, de su entorno, así como con la de los animales y plantas, un cambio positivo en esta energía kármica estimula el cambio en la vida de los otros. Como escribió Daisaku Ikeda, presidente del SGI, "cuando activamos esta conciencia fundamentalmente pura, la energía del buen y del mal karma de toda la vida se dirigido hacia la creación de valores y el espíritu o la consciencia de la humanidad se impregna en el corriente de la compasión y la sabiduría. ". Según Nichiren, la recitación de Nam Myoho Renge Kyo es el medio más fundamental para activar la novena conciencia en nuestra vida.

Una vez transformadas, las conciencias engendran todas las formas sabiduría única. La sabiduría inherente a la octava conciencia nos permite percibir por nosotros mismos y ver nuestra experiencia y los otros fenómenos de forma muy clara. Nos permite comprender profundamente la interrelación e interdependencia de todas las cosas. Durante la transformación de las ilusiones profundamente arraigadas de la séptima conciencia, una persona tiene la oportunidad de superar el miedo a la muerte, así como la agresión y la violencia resultantes de este miedo. La sabiduría que sobreviene nos permite percibir la igualdad fundamental de todos los seres vivos. Es precisamente este tipo de transformación y sabiduría lo que tanta falta hace en el mundo de hoy.

El no dualidad de la vida y el entorno

El principio budista de la unidad de uno mismo y el medio ambiente (jap: esho Funi) significa que la vida (sho) y su entorno (e) son inseparables (funi). Funi significa "dos, pero no dos". En otras palabras, a pesar de que percibimos las cosas que nos rodean como separadas de nosotros, hay una dimensión de nuestra vida que forma una unidad con el universo. En el nivel más fundamental de la vida misma, no hay distinción entre uno mismo y el medio ambiente.

El budismo enseña que la vida se manifiesta tanto en un sujeto vivo como en su entorno. Nichiren escribió: "En cada momento, la vida incluye a la vez el cuerpo y el espíritu, uno mismo y el medio ambiente de todos los seres sensibles y no sensibles - plantas, árboles, cielo, tierra y hasta el más mínimo grano polvo - en todas las condiciones de vida" (LTND-1-3).

"La vida" designa el uno mismo subjetivo que prueba los efectos de las acciones pasadas y es capaz de crear nuevas causas para el futuro. El ambiente es el dominio objetivo donde los efectos de la vida kármica tomar forma. Cada ser vivo tiene un ambiente propio. Por ejemplo, una persona cuya vida interior está dominada por el estado del infierno puede percibir el entorno en una concurrida estación de metro como infernal, mientras que una persona en el estado que se llama en el budismo "el estado de bodhisattva” puede sentir compasión y solidaridad para la gente con la que se reúne.

Las personas físicas también pueden crear ambientes que reflejen su realidad interna. Por ejemplo, una persona deprimida tiende a pasar por alto el estado de su casa y su apariencia personal. En cambio, una persona generosa y serena crea a su alrededor un entorno cálido y atractivo.

Según el budismo, lo que nos rodea, incluidas nuestras relaciones y la familia, son un reflejo de nuestra vida interior. Todo es visto a través del prisma de uno mismo, de conformidad con las modalidades de nuestro estado de vida. Sin embargo, cuando cambiamos, nuestras circunstancias externas también cambian. Este concepto es liberador en el sentido de que no es necesario buscar la iluminación en cualquier lugar. Sino en nosotros mismos. Dondequiera que estemos, independientemente de las circunstancias, podemos hacer aparecer nuestra budeidad hasta transformar nuestra experiencia y nuestro entorno en "tierra de Buda", es decir, en un lugar donde crear libremente valores para nosotros y para los demás.

Como escribe Nichiren: "Si el corazón [espíritu] de los hombres es impuro, su tierra es impura, pero si su corazón [espíritu] es puro, su tierra lo es también. Por lo tanto, no hay dos tipos de tierra, pura e impura en sí mismas. Sólo existe la pureza y la impureza del corazón [espíritu]. " (LTND-1-4)

El lugar del medio ambiente natural en los distintos tipos de sociedad ilustra bien este principio. Los pueblos indígenas que viven en entornos no industrializados muestran un profundo respeto por su entorno natural. Cultivan cantidades limitadas recoger y contribuyen a la preservación de la naturaleza. En cambio, en áreas donde la avidez material predomina, el medio ambiente es a menudo devorado y deteriorado, lo que resulta en consecuencias catastróficas.

La filosofía budista considera que la transformación de nuestras propias vidas, de manera que ya no estén dominadas por la ira, la codicia y el miedo, es la acción más útil que podemos emprender para nuestra sociedad y nuestro país. Cuando hacemos prueba de sabiduría, de generosidad y de integridad, efectuamos las mejores opciones, y nos constatamos que nuestro medio ambiente es protector y alimenticio. A menudo nos es difícil tener una perspectiva a largo plazo de las consecuencias de nuestras acciones, ya que es difícil creer que las decisiones de un solo individuo puedan afectar al mundo entero. Sin embargo, el budismo enseña el principio de la no-dualidad del yo y del entorno que todo existe en interrelación.

Y cuanto más nos damos cuenta de que nuestras acciones son importantes, más encontramos material para actuar.

La no-dualidad de cuerpo y mente

Los materialistas afirman que no hay otra realidad que el mundo físico o material, que se puede medir y tocar, mientras que algunas tradiciones espirituales consideran al mundo físico como puramente ilusorio, o como algo intrínsecamente alterado y que es necesario trascender, lo espiritual se presenta como la verdad última.

El budismo considera la vida como la unidad de lo físico y lo espiritual. Que considera todas las cosas, ya sean físicas o espirituales, visibles o invisibles, como manifestaciones de la misma ley universal fundamental o fuente de la vida, definida en la tradición de Nichiren bajo el nombre de Myoho Renge Kyo. Los aspectos físicos y espirituales de nuestras vidas son totalmente inseparables y son igualmente importantes. Este principio está contenido en la expresión japonesa shikishin funi. Shiki designa todos los fenómenos materiales y físicos, incluyendo el cuerpo humano. Shin designa todos los medios espirituales y fenómenos invisibles, como la razón, la emoción y la voluntad. Por último, Funi significa literalmente "dos, pero no dos".

Nichiren expresó este principio de la siguiente manera, en una carta dirigida a uno de sus discípulos:
"Una persona puede conocer el espíritu de otra persona al escuchar su voz. En efecto, el aspecto físico revela el aspecto espiritual. Lo físico y lo espiritual, que son uno por esencial, pero se manifiestan por dos aspectos distintos."

El estado emocional interior de una persona es revelado por su apariencia física. Los sentimientos de una persona feliz y optimista se pueden leer en su cara, incluso en su atractivo. En contraste, el enfoque triste y los rasgos de una persona abrumada por el sufrimiento pueden testimoniar su tormento interior, aun cuando se la vea de lejos.

Nota: Este concepto hace pensar que el cosmos o cosmo-energía de los personajes de Saint Seiya, como evidente manifestación de los estados de ánimo y personalidad de los saints, es un poco como si este concepto budista hubiera sido llevado un poco al extremo por Kurumada.

La verdadera felicidad y salud verdaderas deben incluir la salud física y espiritual. Una sensación de bienestar físico, mediante una claridad y pureza crecientes derivadas de procesos de percepción y pensamiento. Los "beneficios aparentes” de la práctica budista, como se denominan, están relacionados principalmente con aspectos físicos y materiales. Los "beneficios invisibles" de una práctica budista constante, más importantes a largo plazo, permiten aumentar la conciencia de uno mismo, la sabiduría y la compasión por los demás. Por supuesto, el beneficio invisible absoluto es el Despertar o Iluminación.

El budismo considera al ser vivo como la unión armoniosa de lo que se llama los "cinco componentes”. Estos son los aspectos físicos de la vida y los sentidos, de la percepción, que incluye las impresiones recibidas a través de los sentidos, de la concepción, lo que nos permite crear ideas a partir de lo que sentimos; de la voluntad, voluntad que afecta a la concepción y de la conciencia, función de discernimiento que asegura el funcionamiento de los otros componentes. La vida es la fuerza o energía que permite a estos cinco componentes trabajar juntos, como un todo armonioso e integrado.

La medicina moderna ha comenzado a explorar las sutiles interconexiones entre el cuerpo y la mente, entre los aspectos físico y espiritual de la vida. En resumen, el budismo considera que los aspectos físicos y espirituales como las manifestaciones vitales de la fuerza de la vida inherente al cosmos en sí.

La vida y la muerte

Como filosofía, el budismo siempre ha hecho hincapié en la importancia que tiene enfrentarse de cara a la realidad de la muerte. Al igual que la enfermedad y la vejez, la muerte se define en el budismo como uno de los sufrimientos fundamentales que todos debemos afrontar.

Debido a la importancia dada a esta cuestión, el budismo ha sido a veces asociado con una visión pesimista de la vida. De hecho, es precisamente lo contrario. La muerte es inevitable, cualquier tentativa de ignorar o evitar "la realidad de la vida" más elemental nos condena a un modo de vida superficial. Una clara conciencia y una comprensión correcta de la naturaleza de la muerte pueden permitirnos vivir sin miedo y con vigor, alegría y con objetivos bien definidos.

El budismo considera el universo como una vasta entidad viva, en la que los ciclos de la vida y la muerte de los individuos se repiten sin interrupción. Vivimos cada día estos ciclos, ya que, entre los 60.000 millones de células que componen nuestro cuerpo, millones de ellas mueren cada día y se renuevan a través del metabolismo.

La muerte es, por tanto, un componente necesario del proceso vital, que permite la renovación y un nuevo desarrollo. Durante la muerte, nuestra vida regresa de nuevo al vasto océano de la vida, como una ola que cruza la cresta y desaparece gradualmente en la plenitud del mar.

El budismo afirma que hay una continuidad que persiste a través de los ciclos de vida y la muerte, que nuestra vida es, en esencia, eterna.

Nota: véase la inmortalidad de la cosmo-energía en Saint Seiya ^^

Como escribió Nichiren, "cuando examinamos la naturaleza de la vida con un espíritu perfectamente aclarado, constatamos que ningún principio marca el nacimiento y que, por tanto, ningún fin indica la muerte."

Durante el siglo V de nuestra era, el gran filósofo indio Vasubandhu desarrolló la enseñanza de las "nueve conciencias", que proporciona una descripción detallada del funcionamiento de la vida eterna. En este sistema, los primeros cinco niveles de conciencia corresponden a los sentidos de la percepción y el sexto es la conciencia. El sexto nivel de conciencia incluye la capacidad de juicio racional y la capacidad de interpretar las informaciones transmitidas por los sentidos.

El séptimo nivel de conciencia se denomina Manas. Este nivel se corresponde con el subconsciente descrito en la psicología moderna y ahí reside nuestro sentido profundo de uno mismo.

A continuación, viene la octava conciencia o la conciencia "Alaya". Este nivel de conciencia contiene la energía potencial, tanto negativa como positiva, que crean nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestras acciones. Esta energía potencial, o conciencia profunda, es el karma.

Es en este nivel que se sitúa la continuidad de la vida a través de los ciclos de nacimiento y muerte. Cuando se muere, la energía potencial que representa el “balance kármico” de todas nuestras acciones (creativas y destructivas, egoístas y altruistas) continúa depositándose en la conciencia Alaya. Es este karma el que determina las circunstancias en las que la energía potencial de nuestra vida se manifiesta de nuevo, por el nacimiento, bajo la forma de una nueva vida individual.

Por último, viene el noveno nivel de conciencia. Esta es la fuente misma de la vida cósmica, que engloba y sostiene el funcionamiento de la conciencia Alaya. El propósito de la práctica budista es estimular y despertar esta conciencia Amala, fundamentalmente pura, o sabiduría, que tiene el poder de transformar el flujo de energía negativa en algo lo más profundamente arraigado en los niveles de conciencia más superficiales.

Las cuestiones de la vida y la muerte son fundamentales, determinan y orientan nuestra visión de cada cosa. Por lo tanto, una comprensión diferente de la naturaleza de la muerte y de la eternidad de la vida, puede abrir nuevos horizontes para toda la humanidad, liberando las reservas no explotadas de sabiduría y de compasión.

El camino medio

La vía del medio es un término budista que implica muchas connotaciones. Para simplificar, sugiere un enfoque equilibrado de la vida y la regulación de los instintos y el comportamiento de cada uno. Este concepto se acerca más a la idea de "justo medio" de Aristóteles, según el cual "toda virtud reside a medio camino entre dos extremos, cada uno de estos extremos es, por lo tanto, un vicio".

Sin embargo, aunque el término "medio" sugiere un equilibrio, no debemos confundir la vía del medio con la pasividad o una forma de compromiso moderado. Participar en la vía del medio demanda al contrario esfuerzos permanentes.

En el sentido más amplio, el camino medio designa la realidad de la vida tal y como la enseña Buda, así como las acciones o actitudes que crean la alegría para uno mismo y para los demás. Por lo tanto, el budismo mismo es a veces denominado "el camino medio", lo que indica una trascendencia y la reconciliación de puntos de vista divergentes.

Todas estas ideas son ilustradas por la vida misma de Shakyamuni, como nos explica la leyenda. Nacido príncipe, Shakyamuni fue educado en la alegría y la comodidad material. Pero, incapaz de quedar satisfecho con la búsqueda de placeres efímeros, dejó a su familia y partió en busca de una verdad más profunda y duradera. Él entró en un período de práctica ascética extrema, privándose de sueño y alimentación, lo que lo llevó al borde del colapso físico. Sintiendo la futilidad de este camino, comenzó a meditar, profundamente determinado a comprender la verdad de la existencia humana, que le eludió en su período de ascetismo y en su período de opulencia. Fue en ese momento en el que Shakyamuni despertó a la verdadera naturaleza de la vida, a su eternidad, a su fuente profunda de vitalidad y sabiduría infinitas.

Posteriormente, a fin de orientar a sus discípulos hacia el camino medio, enseñó el óctuple sendero: ocho principios, como la acción justa, la palabra justa, etc., en virtud de los cuales cada uno puede determinar su comportamiento y desarrollar el verdadero conocimiento de sí mismo.

Desde entonces, en diferentes períodos de la historia del budismo, los eruditos budistas han tratado de aclarar y definir la verdadera naturaleza de la vida. Alrededor del siglo III, la teoría de Nagarjuna sobre la naturaleza no-substancial del universo explica que no existe ningún "objeto" permanente detrás de este fenómeno en constante evolución de la vida, que la realidad no se basa en nada fijo. Para Nagarjuna, esta concepción es el camino medio, el punto de vista fundamental sobre la vida.

Las ideas de Nagarjuna fueron desarrolladas por T'ien-tai (Chi-i) en China en el siglo VI. Según él, todos los fenómenos son la manifestación de una única entidad, la vida misma. Esta entidad de vida, que T'ien-tai llama la verdad del camino medio, presenta dos aspectos: un aspecto físico y un aspecto no sustancial. El hecho de ignorar o privilegiar uno de ellos nos da una imagen falsa de la vida. Por ejemplo, no podemos concebir de forma realista una persona que carece de un aspecto físico o un aspecto mental o espiritual. T'ien-tai aclara la interrelación indivisible existente entre lo físico y lo espiritual. Es de ahí de donde proceden los principios budistas de la inseparabilidad de cuerpo y del espíritu y de uno mismo y el entorno.

A su vez, Nichiren (1222-1282) ofrece una forma concreta y práctica a estos conceptos, a veces muy abstractos. Basándose en las enseñanzas de Sutra de Lotus, Nichiren designa a Nam Myoho Renge Kyo como el camino medio y enseña que la recitación de este mantra puede permitir que cada uno armonice y dinamice los aspectos físico y espiritual de su vida, y despertar a la más profunda verdad de su existencia.

Desde esta perspectiva, la vida, la sabiduría y la energía vital que penetran en el cosmos y se manifiestan a través de todos los fenómenos, es una entidad que trasciende y armoniza las contradicciones aparentes entre lo físico y lo mental, e incluso entre la vida y la muerte. El Presidente de la SGI, Daisaku Ikeda, parte del mismo principio cuando dice que es la vida la fuente del ADN, y no a la inversa.

Los individuos y las sociedades en su conjunto avanzan a menudo hacia una concepción de la vida con dominio físico o dominio espiritual. Los efectos negativos del materialismo que infectan el mundo moderno industrializado son visibles en todos los niveles de la sociedad, desde la destrucción del medio ambiente a la pérdida de la espiritualidad. Sin embargo, rechazar el materialismo equivale al idealismo o a la evasión y socava nuestra capacidad para responder de manera constructiva a los retos de la vida.

El bodhisattva

Tomado literalmente, el término "bodhisattva" designa un ser viviente (sattva) que aspira a la Iluminación (Bodhi) y que se involucra en las prácticas altruistas. El ideal del bodhisattva está en el corazón mismo de la tradición del budismo Mahayana, ya que el individuo busca la iluminación tanto para sí mismo como para los demás. La compasión, compartir empáticamente los sufrimientos de los demás, es la primera característica del bodhisattva. Existe una ilustración en el Sutra Vimalakirti, donde se narra la historia de un distinguido discípulo laico de Buda que cayó enfermo. Preguntado acerca de su enfermedad, Vimalakirti respondió: "Debido a que los seres humanos están enfermos, el bodhisattva está enfermo. La enfermedad del Bodhisattva proviene de su gran compasión. "

Para expresar su determinación de contribuir a la felicidad de los demás, el bodhisattva hace los cuatro votos siguientes: "No importa que los seres sensibles sean innumerables, hago el voto de salvarlos, poco importa que las pasiones sean inagotables, hago el voto de dominarlas, poco importa que las lecciones sean ilimitadas, hago el voto de estudiarlas, poco importa que la verdad de Buda sea infinita, hago el voto de lograrla. "

Cada uno de estos votos a los que se compromete el bodhisattva en la libre búsqueda de un objetivo, puede parecer intimidante. El budismo dice que el camino del bodhisattva no es una ruta separada de este mundo ni reservado a las personas con sabiduría y benevolencia particulares. Enseña que el estado de bodhisattva es inherente a la vida de los hombres y mujeres ordinarios, y que el propósito de la práctica budista es fortalecer ese estado hasta que la compasión se convierta en la base de todas nuestras acciones.

Estos votos reflejan el compromiso del bodhisattva de cultivar la compasión, el auto-control, el estudio, el aprendizaje y la sabiduría. Ninguno de estos compromisos no puede ser vivido aisladamente, con el fin de mejorar o embellecer uno mismo. La determinación para aliviar a los demás de su sufrimiento y de sustituirlo por la alegría es siempre la base de estos esfuerzos.

Muchas personas se comprometen con la práctica del budismo para alcanzar su felicidad personal, para sanar una enfermedad o para superar una crisis aparentemente insuperable. Sin embargo, a medida que su estado de vida se alarga, se preocupan cada vez más por el beneplácito de los demás. Despiertan el principio de la interconexión entre todos los seres, desarrollan su bondad. Ayudan a los demás a aprovechar estos recursos en su propia vida interior, compartiendo con ellos la enseñanza budista.

Los bodhisattvas están naturalmente comprometidos con la sociedad, luchando por cambiarse ellos mismos y crear un mundo mejor y más humano para todos.

Concepto budista de la muerte

Como filosofía, el budismo siempre ha enfatizado la importancia de confrontar abiertamente la realidad de la muerte. La muerte, al igual que la enfermedad y el envejecimiento, se define en el budismo como uno de los sufrimientos fundamentales que todas las personas deben encarar.

Debido a este énfasis, el budismo se asocia en ocasiones con una perspectiva pesimista de la vida. Pero realmente es todo lo contrario. Ya que la muerte es inevitable, cualquier intento de ignorar o evitar este tan básico "hecho de la vida", nos condena a un modo de vida superficial. Una clara conciencia de la naturaleza de la muerte y su comprensión correcta pueden permitirnos vivir con fortaleza, sin miedo y con claridad en nuestros propósitos y alegría.

El budismo considera el universo como una inmensa entidad viviente en la cual los ciclos de vida y muerte individuales se repiten sin cesar. Nosotros experimentamos estos ciclos todos los días, en los millones de células que componen nuestros cuerpos y que mueren y se renuevan por medio de la sustitución metabólica. La muerte es, por consiguiente, una parte necesaria del proceso de la vida ya que hace posible la renovación y el crecimiento. Al morir, nuestras vidas retornan al vasto océano de la vida, tal como la cresta de una ola que muere poco a poco volviendo a la totalidad del mar. Por medio de la muerte, los elementos físicos de nuestros cuerpos, así como la fuerza vital fundamental que sustenta nuestra existencia, son reintegrados y "reciclados" en el universo. Idealmente, la muerte puede ser experimentada como un período de descanso, como un sueño revitalizador posterior a los esfuerzos y dificultades del día.

El budismo afirma que existe una continuidad persistente en todos los ciclos de vida y muerte; que nuestras vidas son, en este sentido, eternas. Nichiren escribió: "Cuando examinamos la naturaleza de la vida con perfecto esclarecimiento, encontramos que no existe un comienzo marcado por el nacimiento y, por consiguiente, no existe un final marcado por la muerte".

En el siglo V de la era actual, el gran filósofo indio Vasubandhu, desarrolló la "enseñanza de las nueve conciencias", la cual proporciona una comprensión detallada del funcionamiento eterno de la vida. En este sistema, los primeros cinco estratos de la conciencia corresponden a los sentidos de la percepción. El sexto estrato de la conciencia involucra la capacidad de raciocinio y la habilidad de interpretar la información suministrada por los sentidos.

El séptimo estrato de la conciencia se conoce como la conciencia mano. Este estrato corresponde al subconsciente que se describe en la psicología moderna y es en donde reside nuestro sentido profundo del ego.

En una capa más profunda, se encuentra la octava conciencia, o alaya. Este estrato de la conciencia contiene la energía potencial, tanto positiva como negativa, creada por nuestros pensamientos, palabras y acciones. Esta energía potencial, se conoce como el karma.

Una vez más, contrario a ciertas suposiciones, el budismo no considera al karma como algo fijo e inalterable. Nuestra energía kármica, la cual describen los textos budistas como el "caudal de pasión" de la conciencia alaya, interactúa con los otros estratos de conciencia. Es en este más profundo nivel que los seres humanos ejercen influencia sobre unos y otros, sobre su medio ambiente y sobre toda vida.

La continuidad de la vida se mantiene en este nivel (alaya) de la conciencia, a través de los ciclos del nacimiento y la muerte. Cuando morimos, la energía potencial que representa la "hoja del balance kármico" de todas nuestras acciones -creativas y destructivas, egoístas y altruistas- continúa fluyendo en la conciencia alaya. El karma es lo que da forma a las circunstancias en las que la energía potencial de nuestras vidas se llega a manifestar nuevamente, al nacer como un nuevo individuo.

Finalmente, está el noveno nivel de conciencia. Este es el origen mismo de la vida cósmica, la cual abarca y sustenta, incluso, la función de la conciencia alaya. El propósito de la práctica budista es estimular y despertar esta conciencia fundamentalmente pura, la conciencia amala, o sabiduría, la cual tiene el poder de transformar el flujo de energía negativa más profundamente asentado en los estratos más superficiales de la conciencia.

Las cuestiones de la vida y de la muerte son fundamentales, ya que precisamente moldean y dan base a todas nuestras creencias. De tal manera que, una comprensión de la naturaleza de la muerte -y de la eternidad de la vida- puede abrir nuevos horizontes para toda la humanidad y liberar fuentes de sabiduría y compasión aún sin explotar.

Para comprender el concepto de la muerte en la filosofía budista, es necesario, primero, tener una idea clara sobre el criterio de VIDA. Para el budismo la Entidad de Vida (chu) se manifiesta como No-substancialidad (ku) y substancialidad (ke). Es decir, que, para el budismo, lo que conocemos como vida y muerte, son manifestaciones de la vida universal.

La base que sirvió de inspiración a Kurumada para conceptuar el octavo sentido es “La consciencia Âlaya” (de sanscrito âlaya-vijnâna), también llamada “el receptáculo âlaya de las percepciones” o “depósito de karma”, se trata de la octava de las nueve consciencias. Situada a un nivel más profundo que la consciencia ordinaria, se la llama así porque todo el karma, creado a lo largo de la vida presente y las vidas pasadas, está almacenado. Este “fondo- âlaya” está considerado como aquello que sucede en el ciclo de nacimiento y muerte, y forma el cuadro de una existencia individual, todos los aspectos y experiencias de la vida que pasan por los siete primeros niveles de consciencia se acumulan como Karma en ese fondo-âlaya que, a su vez, influencia el funcionamiento de las otras consciencias, sostiene que todos los fenómenos provienen de la consciencia âlaya y que esta constituye entonces la única realidad.

Nuestra existencia abarca las nueve conciencias, las nueve consciencias son nueve tipos de discernimiento, el término “consciencia” es la traducción de la palabra sánskrita “discernimiento”, se trata de:

1ra. conciencia: sentido del tacto, la consciencia tactil (kaya-vijnana)
2da. conciencia: sentido del gusto, la consciencia gustativa (jhiva-vijnana)
3ra. conciencia: sentido del olfato, la consciencia olfativa (ghrana-vijnana)
4ta. conciencia: sentido del oído, la consciencia auditiva (shrota-vijnana)
5ta. conciencia: sentido de la vista, la consciencia visual (chakshur-vijnana)
6ta. conciencia: mente especulativa (kama manas), la consciencia mental (mano-vijnana)
7ma. conciencia: mente abstracta (manas), genera juicios de valor, conceptos, etc. la consciencia mano (mano-vijnana) (nombre identico para la 6ª y la 7ª consciencia)
8va. conciencia: Alaya: recipiente de los efectos inherentes generados por nuestras causas (katma)
9na. conciencia: budeidad

Las 5 primeras consciencias corresponden a los 5 sentidos. El sexto integra las percepciones de los cinco sentidos en imágenes coherentes y evalúa el mundo exterior. A la diferencia que las seis primeras consciencias que conciernen el mundo exterior, la séptima, o consciencia manao, discierne el mundo espiritual interior. La consciencia de sí mismo y el vínculo a uno mismo tendrían su origen en ella, así como la capacidad de distinguir entre el bien y el mal. La octava, o consciencia âlaya, está considerada como la base de todas las funciones vitales. La novena consciencia, la consciencia amala, situada a un nivel más profundo está exenta de toda impureza karmica que podría ensuciar a la consciencia âlaya. Esta novena consciencia está definida como la base de todas las funciones espirituales y corresponde a la verdadera entidad de la vida, al estado de "bouddha" ("despertar" en sánscrito).

Está claro que nuestra "vida real" reside en nuestra conciencia superior (9na.) mientras que las 8 conciencias inferiores son "agregados ilusorios" a nuestra vida real, por esta razón se las denominaba con los términos maya-kosha (ilusión-agregado), como por ejemplo: mano-maya-kosha (significa: agregado ilusorio de mente abstracta). También debe estar claro que fuera de nuestra manifestación física (ke), el resto de los componentes (9 conciencias) pertenecen al plano de Ku, por tanto son insubstanciales, pero todos ellos compuestos por energía.

El proceso de la existencia se identifica en 4 estaciones: "existencia durante el nacimiento, existencia durante la vida, existencia durante la muerte y existencia intermedia entre la vida y la muerte" (A Treasury of the Analises of the Law).

En el proceso de pasar a través de la muerte a la existencia intermedia, nosotros experimentamos una transformación de nuestro ser. Durante esta fase varias funciones de la vida se "duermen" y son almacenadas en la conciencia Alaya (8va.). Esas funciones incluyen las 5 conciencias sensoriales, la conciencia mental y la conciencia manas, que es el centro de la conciencia de uno-mismo.

Cuando las conciencias mental y manas se duermen, todas las actividades psíquicas, incluyendo las funciones mentales y los deseos emocionales, se convierten en "semillas dormidas" y son depositadas en la conciencia Alaya.

Al mismo tiempo, nuestro ser físico (ke) comienza a desintegrarse y su energía, también, es absorbida en la conciencia Alaya.

En la confusión general de este proceso, es natural que nuestra experiencia sea muy diferente comparada con la de nuestra vida normal.

Asustados y confundidos debido a todas esas inacostumbradas sensaciones, permitiendo que nuestros deseos terrenales e ilusiones penetren nuestras vidas en un frenético y esforzado final al momento de la muerte, todos nuestros esfuerzos hechos para elevarnos a nosotros mismos, si no estuvieron basados en la ley, se nulificarán en un solo instante.

Según la perspectiva budista, nuestra facultad para pasar a través del proceso de la muerte depende de nuestros esfuerzos durante la vida para acumular buenas causas y fortalecer los fundamentos de nuestra bondad en lo profundo de nuestras vidas.

Podemos entrar pacíficamente a la existencia intermedia, sin perder nuestra presencia mental, si al momento de la muerte, somos capaces de manifestar una luminosa condición de vida basada en la ley mística.

Lo contrario a lo que antecede se produce cuando en nuestra vida predominan los 3 venenos. La conducta negativa en este sentido es causada por deseos terrenales derivados fundamentalmente de la ira, estos derivados incluyen la indignación, resentimiento, aflicción, celos y antipatía personal.

La repetición de dichos deseos demoníacos establece causas profundas en nuestra vida individual, las cuales son almacenadas en nuestra conciencia Alaya como karma personal.

Al momento de la muerte, este karma es activado como tormento para la persona que está muriendo. En resumen, los deseos negativos o actos demoníacos que perpetramos durante la vida pueden causar agonía al momento de la muerte.

La acumulación de karma positivo sirve para protegernos de estas experiencias de agonía al momento de la muerte.

De acuerdo con las escrituras mahayánicas, después de la muerte, la vida individual se funde con la vida cósmica en el estado de no-substancialidad o ku. Aun así, si bien está fundida con el Universo, la individualidad se preserva en la forma de semillas kármicas almacenadas después de la muerte en la conciencia Alaya.

Esas semillas afectan la condición de la vida individual en la existencia intermedia con experiencias de placer o sufrimiento, de acuerdo con el karma acumulado durante la vida.

En A Treasury of the Analises of the Law, el teórico budista Vasubandu nos cuenta que el karma acumulado durante vidas pasadas no puede ser cambiado durante la existencia intermedia, pero Nichirén Daishonin enseña que las oraciones ofrendadas por los vivos pueden, de hecho, alterar el karma de los muertos y afectar las condiciones de su futuro renacimiento. Porque las oraciones son ofrendadas desde el estado de budeidad y son transmitidas a la conciencia Alaya de las personas fallecidas.

Una persona que continúa invocando (práctica budista relacionada con lo fusión con la Ley mística o Dharma) hasta el momento de su muerte y que ha logrado manifestar su budeidad natural, se fusiona a la budeidad inherente en el Universo, en el momento de su muerte.

Como decíamos, aún fundido en la condición de no-substancialidad (ku) con la gran vida del Universo, la conciencia Alaya, que almacena todo el karma de la persona, continúa existiendo. Cuando las CAUSAS EXTERNAS (la información genética provista por los futuros padres) coinciden exactamente con las causas internas almacenadas en la conciencia Alaya, la vida en existencia intermedia puede manifestarse en este mundo, más allá del lugar donde esos padres habiten, porque la vida en estado de ku trasciende los límites espacio/temporales.

El Samadhi y los Siddhis

Fuente : IN NOMINE LUTHER
web francesa de dosieres y artículos sobre Saint Seiya

Articulo original "Shaka, Chevaliers d'Or & Enfers"
Autoría de Luther (Francia)

Shaka es definido como “El Caballero más cercano de los dioses”, pero no vamos a reabrir el debate en este artículo sobre quien es el caballero de oro más poderoso, pero debemos puntualizar varias cosas para valorar mejor a Shaka.

Sabemos que al morir, Shaka consigue aprender el Arayashiki, que le permite alcanzar un grado de poder que sobrepasa al séptimo sentido, un dominio de si mismo y de su alrededor absolutamente excepcional, Shaka alcanza así un grado de poder superior al séptimo sentido, un dominio excepcional de si mismo y su alrededor, algo que podríamos considerar próximo al Samadhi (la supra consciencia, el despertar, "Nirvana"…), un estado de conciencia de ‘contemplación’ o ‘recogimiento’ en la que el mediante siente que trasciende las limitaciones fenoménicas y alcanza la unidad con el cosmos y con lo divino.

El Samdhi es el objetivo del Óctuple Sendero, el objetivo último de la práctica meditativa del yoga, en su octavo grado. El samdhi es un objetivo buscado tanto dentro del hinduismo como en el budismo, confiere los poderes últimos a los yogis que han alcanzado el último estadio del yoga real (Raja Yoga).

Los 8 poderes sobrenaturales -los siddhis- conferidos por el Samadhi pueden ser asimilados a los poderes de un dios todopoderoso (convertirse en tamaños pequeños, ser ligeros, obtener lo que se desea, poseer voluntad irresistible, convertirse en grandes tamaños, ser grandes, capacidad para controlar a otros y capacidad para controlar todos los deseos), aunque no parece que Shaka haya llegado a dominarlos todos plenamente, visiblemente ha empezado a desarrollar algunos (su dominio total en el universo de Saint Seiya sólo podría ser atribuido a una entidad que domine perfectamente el 9º sentido).

Estos poderes son:

(1) animan, el poder de hacerse extremamente pequeño, tan pequeño como se desee: no hay demostración de Shaka ni en el manga ni el anime.

(2) mahiman, el siddhi opuesto, el poder de hacerse muy grande, tan grande como desee, hasta ocupar el universo entero: no hay demostración de Shaka ni en el manga ni el anime.

(3) laghiman, el poder de hacer su cuerpo tan ligero el algodón o como una pluma, la ligereza o la levitación: El cuerpo se hace ligero a través de un ejercicio respiratorio. El Yogui produce una disminución de su gravedad específica ingiriendo enormes cantidades de aire. El Yogui puede volar a través del cielo con la ayuda de este siddhi. Puede viajar miles de kilómetros en un minuto. Sin duda, Shaka domina este poder (así como el general marino Krishna de Chrysaor), parece que ningún otro caballero de oro lo domine, ¿quizás Mu?. Kiki demostró ser capaz de hacer levitar cualquier cosa, incluso él mismo, por lo tanto forzosamente Mu también es capaz de hacerlo, eso demuestra que hay varias vías para llegar a lo mismo, pero...

¿la levitación es un poder que puede ser dominado por un simple aprendiz como Kiki?. En cierto modo no, pues la diferencia entre la levitación de Shaka y Kiki es que el caballero de Virgo neutraliza su peso con el siddhi de laghiman, no hace nada, para él levitar es natural, pero Kiki recurre a la psychoquinesia, un poder psíquico que permite actuar al espíritu sobre la materia y las fuerzas de la gravitación, hay que ejercer una presión sobre las cosas, una fuerza debe actuar para oponerse a la atracción terrestre, mientras Shaka es pasivo Kiki esta activo para levitar, si Kiki es desconcentrado tiene el riesgo de caer, pero no así Shaka. Ambos poderes de levitación aunque diferentes pueden considerarse innatos.

(4) garima: Es el opuesto a Laghima. Con este siddhi el Yogui adquiere un incremento de su gravedad específica. Puede hacer su cuerpo tan pesado como una montaña ingiriendo grandes cantidades de aire.

(5) prapti, el poder de alcanzar una cosa este donde este, el Yogui, estando sobre la Tierra, puede alcanzar los objetos más elevados. Puede tocar el sol o la luna o el cielo, a través de este siddhi el Yogui adquiere sus objetos deseados así como poderes sobrenaturales. Adquiere el poder de predecir eventos futuros, el poder de la clarividencia, clariaudiencia, telepatía, lectura del pensamiento, etc. Puede comprender los lenguajes de las bestias y de los pájaros. Puede entender lenguajes desconocidos para él. También es capaz de curar todas las enfermedades: Shaka puede alcanzar a Ikki vaya donde vaya, incluso aunque intente huir a otra dimensión; en el anime, Shaka alcanza a distancia a Ikki cuando combate a sus discípulos en la isla. Otros caballeros de oro tienen cualidades que se acercan a ese poder como la telequinesia de Mu, los poderes dimensionales de Saga o los poderes ocultos de Deathmask, pero en estos casos menos desarrollados. Al respecto, precisar que la cadena de Andrómeda puede atravesar dimensiones e Ikki y Kanon también, si Shaka fuera tan sabio no hubiera necesitado haber visto a Saori para reconocer a Atenea, y eso que no conoce la duda, pues cuando medita saca la duda de su espíritu y tras ello es capaz de hacer cualquier cosa, con eso podemos concluir que su serenidad es desde cierto punto de vista artificial.

(6) prakamya, el poder total de la voluntad para realizar todos los deseos, puede bucear en el agua y salir en el momento que desee, hacerse invisible, entrar en el cuerpo de otros, mantener una apariencia joven etc...: todos los caballeros se aproximan, pero ninguno lo ha alcanzado, tampoco Shaka, aunque algunas veces puntualmente si, como por ejemplo las ilusiones que crea en la Casa de Virgo, en el espíritu y percepción de Ikki (Saga del Santuario), y en la Casa de Cáncer, en los espíritus y percepción de Saga, Camus y Shura (Saga de Hades), el control de la cadena de Andrómeda etc….

(7) vashitvam, el dominio sobre los elementos y la imposibilidad de ser controlado por otros seres, poder de domesticar animales salvajes y mantenerlos bajo tu control. Es el poder de mesmerizar personas a través del ejercicio de la voluntad y hacerles obedientes a la voluntad y a las órdenes de uno. Es restringir las pasiones y las emociones. Es el poder de tener hombres, mujeres y los elementos bajo control: Shaka domina el elemento del fuego cuando hace aparecer llamas que queman a Ikki, pero el resto sigue aún lejos. La vashitvam sería un excelente equivalente del arayashiki, ningún ser puede controlarte, estés muerto o vivo, ni siquiera Hades. El problema del dominio de los diferentes poderes es que algunos como Shaka necesitan años de meditación y cursos de Buda, pero Seiya sólo tuvo que saltar el agujero que conducía al reino de Hades y... hop!!.

(8) ishitvam, el poder de crear, reabsorber y ordenar lo que ha sido creado, adquisición del poder divino. El Yogui se convierte en el Señor del Universo, es capaz de devolver la vida a los muertos: Shaka puede recrear su cuerpo destruido en millones de partículas por Ikki. La armadura del Fénix tiene el mismo poder, tras ser reducida al polvo regresa a la vida más brillante y resistente que antes.

Todos estos poderes requieren un grado de desarrollo muy elevado y, en esta era, tan solo unas pocas personas adquieren alguno de estos siddhis. Además de los 8 siddhis mayores, existen muchos más (hasta un total de 64 menores) que Shaka podría tener.

El camino del conocimiento permite a Shaka diferenciar el Bien del Mal, busca el bien en Saga y lo ve porque este es bueno, no pudo prever que el Pope tenía dos caras, pero ¿por qué no reconoce a Atenea en la persona de Saori?, primero porque nunca la ha visto (afortunadamente para Saga fue Aioria y no Shaka quien fue a Japón), además el Gran Pope encarna la Justicia, ¿por qué no confiar en él?!.

“Formo parte de los caballeros que han merecido vestir la armadura de oro, me he comprometido a luchar siempre por el bien y la justicia, y a no usar mis poderes por razones personales o maléficas. La única verdad que hay en este vano mundo es... que desgraciadamente nada es seguro, no hay justicia perfecta así como no hay mal perfecto. Por las enseñanzas que he recibido se reconocer el bien o el mal cuando me encuentro con ellos, y a mi conocimiento el Gran Patriarca defiende... la justicia. Por eso le sirvo, y no por cobardía o por miedo.”

Más información en la Enciclopedia Wikipedia

El Mala Budista: el collar de las 108 perlas

Cuando Shaka enfrentó su batalla final en la tierra (durante la guerra contra Hades), utilizó el famoso rosario budista Mala, un collar que está compuesto de 108 cuentas o perlas en fila, lo que justifica su nombre “guirnalda” (de perlas).

Este famoso collar de 108 perlas de Shaka en el manga se trata en realidad del mala que acompaña al budista en sus devociones. El mala permite al fiel contar el número de veces que pronuncia el nombre de Buda o una sílaba sagrada como los mantras. Está formado por 108 perlas, se comprende mejor el alcance casi religioso de la escena de la OAV 8 donde Shaka desgrana lentamente las 108 perlas de su rosario al contar a los espectros muertos, es como un ritual. Se lleva en la mano o envuelto en torno a la muñeca izquierda y uno no se separa nunca de este. El nombre mala significa "guirnalda” (de perlas). Se desgrana tirando las perlas de arriba abajo (hacia el suelo) lo que significa que se extrae a los seres del sufrimiento (de ahí el paralelismo con el hecho de "matar a los espectros pues se les priva de las pasiones negativas".

El mala (tengwa, en tibetano) es el rosario del budista, el objeto del cual el fiel no se separa casi nunca, teniéndolo en la mano o envuelto en torno a la muñeca. La palabra mala significa en sánscrito "corona de flores" o "guirnalda de perlas". Se trata de una cadena que agrupa 108 perlas, simbolizando las 108 pruebas que sufrió el Buda para alcanzar la iluminación o también las 108 pasiones que debe superar el fiel con el fin de acercarse de su ideal de meditación y ascetismo.

El mala reviste sobretodo un aspecto práctico: sirve de apoyo táctil a la recitación de los mantras, al mismo tiempo que se utiliza para contarlos si se ha fijado en repetir un número definido.

Las cuentas del rosario simbolizan las 108 pasiones o las 108 divinidades del kongokai, y a veces también los 108 Conocimientos. Las 108 cuentas se proponen asegurar que el nombre de Buda sea repetido al menos cien veces. Las ocho restantes están con el fin de subsanar posibles omisiones o remplazar las que pudieran romperse. El uso de este Rosario no es solo en China o Japón si no también en la India. Los rezos a buda purifican nuestra alma de los pecados que hemos cometido en la vida...

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Los distintos componentes ocultan cada uno un significado simbólico preciso:

1: La perla grande (a menudo de marfil o hueso) representa en conocimiento de la vacuidad.

2: el pequeño cono de la corona que la envuelve representa a la vacuidad misma, cuyo concepto engloba el hecho que toda tentativa de distinguir entre las cosas y los hombres es vana, es un reconocimiento de la precariedad del sentido y de la irrealidad de los fenómenos y la impermanencia de las cosas... tomar conciencia de esto es la vía única hacia la liberación de la ilusión y hacia el despertar.... en Saint Seiya sería algo así como el famoso octavo sentido.

El Mala es un objeto del cual el monje (o el practicante laico) no se separa casi nunca, sosteniéndolo con la mano o enrollado alrededor del puño..... Cada vez que Shaka eliminaba a uno de los 108 espectros de Hades, cada una de las cuentas del Mala de Shaka cambiaba de color y así uno sabía cuántos espectros quedaban vivos. Con el Mala, de forma circular, se reza para rendir homenaje a los tres tesoros. Mediante sus cuentas se sabe el número de veces que se recita el nombre de un Buda. El mala es sobretodo un objeto utilitario, sirve de soporte táctil a la recitación de los mantras, y al mismo tiempo se usa para contarlos si queremos repetir un número definido, esa tarea se convierte en un automatismo con las manos libres.

3: el cordón por el cual se enfilan las perlas debe, en teoría, presentarse como como una trenza de varios hilos, tres hilos que representan los “tres cuerpos” de Buda (Cuerpo Absoluyo, Cuerpo de Gloria y Cuerpo de Emanación); cinco hilos simbolizan las "cinco sabidurias" (vajra) o las "cinco familias" de budas (familia de buda, familia de vajra, familia de joya, familia de loto, familia de la actividad); nueve hilos simbolizan el buda primordial Vajradhara y los ocho grandes bodhisattvas.

4: El contador termina por un pequeño vajra que representa los medios hábiles y la compasión.

5: El contador termina con una pequeña campanilla que representa el conocimiento y la vacuidad.

6: Sus diez anillos sirven para contar las mantras.

7: Las perlas mismas pueden ser de diferentes materias: grano del árbol de bodhi, madera de santal, piedra semi-preciosa, coral, etc... Según la actividad que queremos cumplir, asociada los mantras específicos, ciertas perlas pueden ser preferidas sobre otras: - para apaciguar, disipar, los factores perturbadores, las enfermedades, los conflictos etc.. – para acrecentar la duración de la vida, el conocimiento, el mérito o la riqueza... - para dominar... - para someter a las fuerzas adversas...

El mala se sostiene siempre con la mano izquierda, haciendo resbalar las perlas sobre el dedo índice con la ayuda del pulgar. Cada vuelta concluye con la perla grande, que nunca se sobrepasa, entonces se da la vuelta al mala y se empieza hasta el otro lado. Se desgrana tirando las perlas hacia uno mismo, lo que simboliza que sacamos los seres fuera del sufrimiento. Aunque el mala tenga 108 perlas, cada vuelta cuenta por 100, los últimos 8 son "ofertas" para los eventuales errores cometidos en la recitación.

Este rosario a veces se le llama « aksamala », el prefijo « aksa » designa al ojo.

En las OAV Saint Seiya Hades Jûnikyû-hen como en el manga, cada vez que un espectro al servicio de Hades moría, una de las perlas del collar cambia de color, simbolizando la victoria de los santos de Atenea contra el mal, Shaka muestra que su collar ha sido creado por los dioses para rechazar a las fuerzas del mal.

Es necesario saber que en Japón, en los templos budistas, aún tiene lugar la ceremonia joya no kane: a medianoche todos los días del año, se hacen sonar 108 veces las campanas para alejar a las malas influencias, y para celebrar el nuevo año. El número de 108 también inspiró el número de tunantes de la novela popular china "al borde del agua" que mencionamos en la página de los 108 espectros de Hades, y es obviamente en relación con su carácter de número sagrado en el Budismo. Es necesario saber mientras que si los rosarios de 108 perlas son los más corrientes, algunos en China llevan 18 granos solamente, que simbolizan los 18 luo han (arhat), los discípulos personales del Buda, 16 de origen indio y 2 aportados posteriormente a la religión por los chinos.


INDICE SHAKA Y EL BUDISMO
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