GENERAL
NOVEDADES
NOTICIAS
FORO Saint Seiya
LINKS

LA OBRA
¿QUE ES SAINT SEIYA?
MASAMI KURUMADA
INSPIRACIÓN

SHINGO ARAKI
SEIJI YOKOYAMA
TOEI ANIMATION

SIDESTORIES
OVAS HADES

KANZENBAN
TENKAI-HEN
EPISODIO G
NEXT DIMENSION
THE LOST CANVAS

ESTUDIOS
ARTICULOS
PERSONAJES
Olympus Gods
Gold Saints
Silver Saints
Bronze Saints
Black Saints

Corona Saints
Steel Saints
Sonota Saints
Blue Warriors
God Warriors
Mariners
Specters
Titans
Gigas
Berserks
Fallen Angels
Celestial Angels
Miscellanea
Satellites

FRASES DEL ANIME

ESCENARIOS

INFORMACIÓN
CDZ MUNDIAL
CALENDARIO

ARTBOOKS
MANGA VS ANIME
MYTH CLOTH

DICCIONARIO

VIDEOJUEGOS
PLAYSTATION

FANDOM
FAQ
QUIZZ

FANARTS
Carlos Lam Reyes

Marco Albiero
The Ponk
Trident

Juni Anker
Cerberus Rack
Spaceweaver
Excell
Afo
Drachea Rannak
VPP
Hikaru84
Juan Carlos Brito
Irene Rodriguez
Camille Addams
Bena
Zaionic
Etamin Draconis
Abottle
MauRi
Matelandia

Georgef1

Queen-Uriel

Lunaatena

Dark-Sebas242

Caleb-di-Wampyr

Thereallycapricorn

JesusDelPozo
FANGAS
FANFICTIONS
Animaciones
COSMOPLAY
ENCUESTAS
PROYECTO FANFIC

WEB
¿AYUDAR AL SITE?
E-MAIL

AFILIARSE

ESCENARIOS

LAS TEORIAS DE LA ATLANTIDA

Caballero 13 (España)

Textos extraidos de diversas páginas web, entre ellas: Mundoparanormal y Wikipedia

A lo largo de la historia, decenas de investigadores pretenden haber localizado la Atlántida en diferentes lugares del mundo. Sin embargo, aún no está claro que esta mítica isla de la felicidad existiera realmente.

Hacia el año 350 a.C. vieron la luz dos escritos de Platón en los que exponía, en forma de diálogo, algunas de sus ideas filosóficas. En ambas obras -Timeo y Critias- el sabio griego hacía referencia a una fabulosa civilización, rica y poderosa, que después de haber sostenido una larga guerra contra pueblos vecinos habría desaparecido completamente a causa de un violento terremoto. Su nombre: Atlántida.

A primera vista, la historia podría considerarse un exhorto a la virtud, pues este tipo de literatura moralizante era muy frecuente en la antigüedad clásica. Sin embargo, algunos detalles cuestionan tal suposición. Así, Platón insiste cuatro veces en la certeza de su relato, que habría transcrito literalmente a partir de la información legada por el célebre legislador Solón, el cual a su vez la habría recibido, aproximadamente en el 600 a.C., de un sacerdote egipcio. Por otro lado, el filósofo griego describe la capital de la Atlántida, a lo largo de unas veinte páginas, con tal profusión de detalles que los arqueólogos de hoy podrían reconstruir la ciudad sin necesidad de más datos.

El manuscrito de Platón no llamó particularmente la atención de sus contemporáneos. Su propio alumno Aristóteles lo consideraba un cuento con moraleja como tantos otros, opinión que comparten en nuestros días numerosos arqueólogos a historiadores. Sea como fuere, lo cierto es que algo de especial debe tener el continente platónico. De Lo contrario cómo puede explicarse que, desde su mención, se hayan publicado más de 2.000 textos acerca de la legendaria civilización.

Son muchos los investigadores que, de forma más o menos rigurosa, han emprendido la búsqueda del continente desaparecido, una empresa no del todo descabellada, pues al fin y al cabo también la Troya de Homero se creía producto de la fantasía, hasta que el arqueólogo Heinrich Schliemann la descubrió en 1903. Veamos las teorías que se han fraguado en torno a los diferentes aspectos de la cuestión, comenzando por el cronológico:

Del relato de Platón se deduce que la civilización atlante debió florecer hace más de 12.000 años. Este dato no puede ser exacto en ningún caso, puesto que en aquellos remotos tiempos todavía no existía ninguna cultura evolucionada que trabajara los metales, estuviera gobernada por reyes y dominara los mares con sus barcos. En cuanto a la localización del misterioso continente, el texto del filósofo ateniense lo sitúa "más allá de las Columnas de Hércules", y esto significaba, según la concepción de la antigüedad, al otro lado del estrecho de Gibraltar, es decir, en el océano Atlántico. Pero atención, recordemos que la fábula procede de los antiguos egipcios y, para ellos, la isla perdida se llamaba Keftiu (el nombre que tenían para Creta). La fuente de información de Platón, el legislador y estadista Solón, pensaba naturalmente en griego, de modo que traduciría las indicaciones del sacerdote egipcio a su propia lengua, pudiendo producirse por esto algunos equívocos. Posiblemente los egipcios tenían en mente un lugar totalmente diferente al referido por Solón, ya que para esta civilización confinada en el valle del Nilo, el mundo conocido terminaba no ya en el Atlántico, sino en el mismo Mediterráneo. Y es precisamente aquí donde, en opinión de algunos investigadores, se habría ubicado en realidad la Atlántida, aunque sobre esto volveremos más adelante.


En su escrito de 1638 Nova Atlantis, el inglés Francis Bacon, uno de los primeros eruditos occidentales en interesarse por el tema, identificaba el entonces recién descubierto continente americano con el país descrito por Platón. Otro sabio, el jesuita alemán Athanasius Kircher, afirmaba 27 años más tarde que se habría tratado de una isla propiamente dicha, situándola, de un tamaño inmenso, entre Europa y América.

UN CONTINENTE ENTRE EUROPA Y AMÉRICA

Ya en siglo XIX, los franceses Brasseur de Bourbourg y Le Plongeon se mostraban convencidos de que algunos habitantes de la Atlántida hubieran conseguido llegar hasta Centroamérica tras el hundimiento de la isla, ejerciendo luego una influencia decisiva sobre las culturas olmeca, tolteca, maya y azteca. Es cierto que los descendientes de los mayas han conservado una tradición acerca de una isla llamada Aztlán, supuestamente la patria original de todas las tribus indígenas centroamericanas, pero investigaciones del fondo marino realizadas en la zona de la dorsal mesoatlántica en los años cincuenta revelaron que ahí no pudo haber desaparecido ninguna isla, ni siquiera hace millones de años.

A partir de 1882 la Atlántida se convirtió en tema de conversación obligado para cualquier tertulia. Tal año, el novelista y erudito norteamericano Ignatius Donnelly publicó Atlantis, obra que conocería más de cincuenta ediciones y que sirvió de punto de partida para numerosas teorías posteriores. Donnelly estudió los enigmas de distintas culturas y elaboró a partir de tan misteriosos ingredientes una hipótesis irresistible: la Atlántida fue un continente entre Europa y América que se sumergió y que incluso llegó a constituir un puente terrestre entre ambos mundos.

Los principales datos que corroborarían su teoría son los siguientes: la lengua de los aztecas posee asombrosas semejanzas con la de los egipcios. (Esto no es exacto, dicen los escépticos; el parecido procede de una interpretación errónea de los signos de la escritura azteca). Los egipcios no fueron los únicos que construyeron pirámides; también los antiguos pueblos centroamericanos levantaron este tipo de estructuras, de modo que debió existir algún contacto entre ellos. (Tonterías, afirman los detractores de Donnelly; una forma geométrica tan elemental puede inspirar a cualquier arquitecto espontáneamente, sin que tenga que copiar de nadie). Las anguilas europeas y americanas migran hacia mar de los Sargazos para desovar y, después, las recién nacidas regresan a sus correspondientes lugares de origen, lo que prueba una remota procedencia común de estos animales en algún punto del centro del Atlántico. (Actualmente se sabe que todas las anguilas europeas permanecen en el Atlántico y que sólo las americanas se dirigen tanto hacia Europa como hacia América, de modo que no pueden tener ninguna memoria genética de algún antiquísimo continente centroatlántico).

Pero de pronto salieron a relucir las verdaderas motivaciones de Donnelly en su búsqueda del continente perdido. "Los habitantes de la Atlántida", escribió, "fueron los padres de todas nuestras concepciones básicas sobre la vida, la muerte y el mundo. Su sangre corre por nuestras venas" y "cualquier peculiaridad de las razas, de la sangre, cualquier iluminación del pensamiento, conduce, en último término, de regreso a la Atlántida".

Igual que los soberanos de otros tiempos retrotraían su propio origen a un dios, así Donnelly y sus seguidores quisieron encontrar nuestras raíces en una raza de superhombres. Al norteamericano no debió parecerle digno que procedamos de unos peludos primates. Sin embargo estas ideas, que ahora nos parecen tan absurdas, explican en parte el porqué de la fascinación por la Atlántida. Y es que son muchas las civilizaciones que poseen leyendas sobre algún tipo de paraíso, un mundo antediluviano en el que la humanidad vivía en paz y prosperidad. Para los judíos era el Jardín del Edén; para los habitantes de los países del Norte, la isla de Avalon; y entre los griegos, este lugar idílico se encontraba en el Jardín de las Hespérides. Estos mundos idílicos nunca fueron reales, pero no por ello disminuyó el deseo de que lo hubieran sido.

LA ISLA DE SANTORINI

La teoría que desde 1909 ha sumado más adeptos afirma que la Atlántida fue Creta a otra isla cercana, la de Santorini. Por consiguiente, la civilización atlante se identificaría con la minoica. Son muchos los datos que apoyan esta tesis. Para los antiguos egipcios, Creta constituía un lugar de interés a causa de su cercanía y su fuerza, aunque resultaba casi inaccesible debido a su ubicación en mitad del Mediterráneo. Por otro lado, la decadencia y caída de esta civilización encaja con el dramático final descrito por Platón: hacia el año 1500 a.C. una tremenda erupción volcánica en la isla de Thera (hoy llamada Santorini) originó terremotos, tsunamis y lluvias de cenizas que acabaron por dar el golpe de gracia a aquella cultura de la Edad del Bronce, que ya había sufrido anteriores seísmos.

La fecha es lo único que no concuerda, pues recordemos que, según Platón, la Atlántida debió florecer alrededor de 12.000 años atrás. Sin embargo, pudo ocurrir que el informador egipcio de Solón se hubiera basado para sus cálculos en uno de los calendarios lunares al uso en aquella época, confundiendo al griego, quien habría tomado los años lunares por solares. En tal caso, la fecha referida por el sacerdote sería el año 1200 a.C. aproximadamente, lo cual coincide, admitiendo un margen de tolerancia de dos o tres siglos, con la explosión de Thera.

En cualquier caso, por bien que suene esta hipótesis -desarrollada y defendida sobre todo por los investigadores griegos Angelos Galanopoulos y Spyridon Marinatos- también tiene sus puntos débiles. Así, la clasificación cronológica de los diferentes estilos cerámicos de la isla de Santorini demuestra que esta cultura sobrevivió al menos cincuenta años a la erupción del volcán. La Atlántida no se hundió, por tanto, en este lugar. Y menores son las posibilidades de que se tratara de la cercana isla de Creta; Cnosos, el centro de la cultura minoica, no se colapsó hasta algunos siglos después de la erupción del volcán y, como todos sabemos, la isla continúa en su sitio.

ANTLANTIS EN EL CARIBE

Pero existen muchas otras teorías. Una de las más interesantes asegura que la Atlántida se encontraba frente a la costa de Florida. En una sesión de trance, el vidente norteamericano Edgar Cayce describió de una forma colorista y fantástica la vida en aquella antigua civilización, prediciendo, además, que una parte de ella sería encontrada en el año 1968. Y en efecto, un año más tarde de lo vaticinado se descubrieron en el fondo marino frente a las Bahamas ciertas estructuras aparentemente realizadas por la mano humana. La localización de la Atlántida en esta zona ya había sido propuesta por otros investigadores, que sin duda se remitían a los datos aportados por el geógrafo romano Marcelo, del primer siglo antes de nuestra era. Según él, el continente perdido habría estado integrado por siete islas pequeñas y tres grandes, la mayor de ellas de 1.000 estadios de diámetro, lo que equivale aproximadamente a 200 kilómetros.
¿Debemos, pues, buscar los restos de la Atlántida en el Caribe? La mayor de las islas antillanas, La Española, tiene un tamaño que coincide más o menos con el calculado por el sabio Marcelo. Sin embargo, estas especulaciones tienen muy poco que ver con la descripción de Platón. Por ello, comentaremos para terminar dos hipótesis que pueden considerarse originales y, al mismo tiempo, científicas.

ATLANTIS EN EUROPA

El investigador Helmut Tributsch, profesor de química y arqueólogo aficionado, cree haber descubierto la civilización sumergida al sur de la Bretaña francesa, concretamente en la isla de Gavrinis, que se encuentra cerca de los yacimientos megalíticos de Carnac. Tributsch volvió a calcular cuidadosamente la fecha del hundimiento de la isla, concluyendo que la catástrofe tuvo que ocurrir en el 2200 a.C, época en que llegó a su fin la cultura megalítica europea.

Sin embargo, ¿no fue la Atlántida una inmensa isla, según Platón, incluso "mayor que Libia (Africa) y Asia juntas"? Tributsch nos brinda una sorprendente interpretación: esta isla no es otra que... ¡Europa! Nuestro continente está rodeado de agua por tres de sus lados. El cuarto límite, los Urales, era muy poco conocido en la antigüedad, de manera que, según las concepciones de los pueblos de entonces, también allí podría haber existido un océano, lo que convertiría a Europa en una isla.

Tributsch llegó a localizar la capital atlante, para lo que tuvo que evaluar por dónde discurría la línea de costa hace 4.000 o 5.000 años, cuando el nivel del mar era unos diez metros inferior al actual: bajo el agua, en el lugar antes mencionado, encontró una topografía que corresponde exactamente a la descrita por Platón. Incluso pensó haber hallado el templo de Poseidón reseñado por el sabio griego. Para él, la Atlántida no desapareció de golpe, sino que se fue hundiendo en las olas gradualmente.

TROYA

Por su parte, el geólogo alemán Eberhard Zangger defiende una solución para el misterio que recuerda a las novelas de Agatha Christie: el personaje menos sospechoso es el culpable. Según él, la Atlántida fue una civilización poderosa y floreciente que sufrió el asedio de los helenos durante largos años, lo que finalmente provocó su caída. Su verdadero nombre: Troya. Desde luego, este pueblo existió sin ninguna duda, sólo que la capital citada por Homero no se encontraba en el Atlántico, sino en el Mediterráneo, en las costas de la actual Turquía. Ello no es problema para Zangger: en vez de identificar las Columnas de Hércules con Gibraltar, hay que hacerlo más bien con el estrecho de Dardanelos, que da entrada al mar Negro.
Y el cataclismo que provocó la desaparición de la Atlántida? Los conocimientos de los historiadores sobre el final de Troya son exiguos. No obstante, Zangger ha descubierto que hacia el año 1200 a.C. se produjo un seísmo al suroeste de Atenas que pudo haber desencadenado un maremoto considerable. Las repercusiones que la catástrofe debió tener para Troya pueden coincidir con el relato de Platón sobre la caída del imperio atlántico, suponiendo un tratamiento muy liberal de los datos cronológicos.

LOS MAPAS DE PIRI REIS

El almirante Piri Reis, seguramente de origen griegocristiano e hijo de renegado, Piri Reis es uno de los grandes corsarios del Imperio otomano y contribuye ampliamente en asentar su poder en el Mediterráneo. Durante una vida agitada y llena de aventuras sangrientas, Piri Reis, quien es un hombre culto, se toma el tiempo para escribir el Bahriye, una obra sobre la navegación en el Mediterráneo, enriquecida con 207 mapas. También dibuja su mapa del mundo de 1513. Lo que subsiste de él se conserva hoy en el Museo Topkapi Sarayl de Estambul.

CARACTERÍSTICAS DEL MAPA: Terminada la Segunda Guerra Mundial, un oficial de la Armada turca facilitó una copia del mapa de Piri Reis al ingeniero jefe de la Oficina Hidrográfica de la Armada de los Estados Unidos. Fueron examinados por el especialista Arlington H. Mallery; Mr. I. Walters, agregado al Servicio Hidrográfico de la Marina norteamericana; R. P. Linehan, jesuita y sismólogo perteneciente al Observatorio astronómico y geológico de Boston, y miembro de las expediciones que la Armada había enviado al Antártico, y, por último, el profesor Charles H. Hapgood.

La conclusión, sacada de su examen, fue que en el mapa de Piri Reis se describía la costa oriental de América, que todavía era desconocida en la fecha de su ejecución, es decir, en 1513, y yendo aún mas lejos, mostraba el territorio de la Antártida antes de ser cubierta por los glaciares, deduciéndose que los datos para su elaboración fueron sacados de documentos de un origen fabulosamente remoto, ya que se sabe que el Polo Sur ya se hallaba bajo el hielo diez mil años antes de J. C..

Asimismo, están representadas unas enormes montañas situadas en la costa Este de América del Sur, lugar en donde se encuentran los Andes, cordillera descubierta por Francisco Pizarro , a principios de 1525, fecha posterior a la de la elaboración del mapa por Piri Reis.

Se consultó, también, a Paul-Emile Victor y Arlette Peltant, especialistas en cartografía, siendo sus conclusiones que la representación de las tierras dibujadas en el mapa esta realizada mediante sistemas de proyección utilizados en la cartografía moderna.

Todavía hay algo mas sorprendente en el mapa de Piri Reis. En él se dibuja el litoral del continente Antártico de forma distinta a la establecida por el expedicionario Peterman en 1954 que es como lo conocen los cartógrafos modernos. El Servicio Hidrográfico y la U.S. Navy, mediante sondeos sísmicos, pruebas gravimétricas, fotografías aéreas y otros recursos modernos establecieron que Piri Reis estaba en lo cierto y que el equivocado era Peterman.

¡Los mapas parecían haber sido sacados de fotografías tomadas a gran altura!. ¿Un falso mapa, o bien la herencia de fuentes antiguas?

La representación de los continentes europeos y africanos es de una precisión extraordinaria y aparentemente imposible de obtener en una época donde el cálculo de la longitud era desconocido. En América. Sin embargo, su descubrimiento data de 1543 y los cartógrafos de fines del siglo XVI, incluyendo a Mercator, no saben situarla bien. Los Andes también están representados, aunque eran desconocidos en la época de Piri Reís y una llama, mamífero típico de esta región, figura en la ilustración; los europeos jamás habían visto ese animal.

El mapa menciona además las islas Malvinas, descubiertas en 1592. Otros puntos intrigan aún más y apoyan la tesis de la gran antigüedad de las fuentes del mapa. Hay, por ejemplo, dos grandes islas un poco por encima del ecuador que no existen en nuestros días (la localización de una de ellas corresponde a la meseta submarina situada bajo los islotes San Pedro y San Pablo), pero el almirante las sitúa en el paso de la dorsal que atraviesa el Atlántico de norte a sur. Es inútil decir que nadie sospechaba de la existencia de estas montañas submarinas en esa época. Otras islas figuran en el Polo Sur, escondidas bajo el espeso hielo antártico; éstas fueron descubiertas en 1958.

El portulano compuesto del almirante turco y los otros mapas "imposibles" del medievo provienen, según algunos de sus autores, de documentos muy antiguos originarios de la biblioteca de Alejandría. Estos parecen indicar que experimentados navegantes recorrieron el globo, hace quizás 10.000 años y lo cartografiaron, mientras Europa se encontraba en la prehistoria. Este trabajo de cartografía puede efectuarse sólo en el marco de una civilización suficientemente avanzada, como para tener buenos barcos, saber calcular latitudes y longitudes y ser suficientemente organizada como para emprender expediciones de largo alcance. Tal vez fue la Atlántida, ese mundo fabuloso que aparece con distintos nombres en el pasado de todas las civilizaciones antiguas. Estos mapas son conocidos y catalogados por los organismos especializados. Se les encuentra también en los atlas, como aquel de Norderiskj6ld (1889). Habiendo sido descartada la falsificación, los escépticos prefieren ignorar el tema. Ese no es el caso de Paul-Emile Victor cuando se da cuenta a principios de los años 1950 que otro mapa problemático, aquel del italiano Zeno, fechado a fines siglo XIV, tiene varios siglos de adelanto con respecto a sus propios descubrimientos, entre 1949 y 1951, del subsuelo rocoso de Groenlandia..

Los mapas del imposible:

Si bien el mapa de Piri Reís se ha hecho célebre, no es el único mapa antiguo en presentar problemas. Las tierras bajo el hielo. Una parte del mapa de Oronteus Finaeus (1531) muestra con increíble precisión la Antártida libre de una gran parte de sus hielos, o sea, como debería haber estado hace 4.000 años antes de nuestra era. Una excelente reproducción aparece en el Atlas M explorador sueco Nordenskjóld publicado 69 años antes de la primera marcación de los contornos reales de la Antártida. Vuelta a las Américas.

Hajdi Ahmed en su mapa del mundo de 1559 ofrece una representación enigmática y muy moderna de las Américas y sobre todo de sus costas oeste. La forma de los actuales Estados Unidos está reproducida ahí con una perfección que sólo se conseguirá dos siglos después... África y Extremo Oriente. En 1502, De Carneiro dibuja un mapa representando la totalidad de las costas africanas, en una fecha en que los navegantes de su país sólo tienen de ella una idea bastante vaga. En 1510, otro portugués, Jorge Reinel, representa el océano Indico con una exactitud incomprensible, ya que en su época no se sabe calcular las longitudes. En cuanto a China, ésta es dibujada fielmente en un mapa chino grabado sobre piedra en 1137 y que sólo podría haber sido hecho con la ayuda de la moderna trigonometría esférica. El misterio trasciende a Europa. lbn ben Zara (1487) y Benincasa (1508), cartógrafos árabe y portugués, muestran Europa del Norte recubierta de un glaciar parecido a aquel que lo recubría hace 12.000 años antes de nuestra era... Finalmente, unos portulanos, en particular el de Dulcert (1339), parecen copias de mapas actuales en una época donde la cartografía auténticamente medieval hace prueba de mucha fantasía. Algunos, como el sueco Nordenskj, piensan que un portulano "modelo" originario de la más remota antigüedad fue encontrado a fines M siglo XII y, posteriormente, copiado por cartógrafos medievales.

LA TEORÍA EXTRATERRESTRE DE ZECHARIA SITCHIN

¿Fueron nuestros antepasados visitados por seres procedentes de otros planetas?. Así lo cree Zecharia Sitchin, profundo conocedor de las antiguas civilizaciones del Asia Menor y uno de los principales defensores de la denominada "hipótesis extraterrestre". Las arriesgadas teorías de este investigador ofrecen respuestas a muchos enigmas de la antigüedad, pero también suscitan numerosas dudas...

Zecharia Sitchin procede de una familia de judíos rusos que emigró primero a Azerbaiyán, en el Cáucaso, donde Sitchin nació a finales de la época zarista. En los años 20 sus padres emigraron a Palestina, entonces bajo mandato británico, y sería allí donde este investigador adquiriría desde muy temprana edad un profundo conocimiento del hebreo antiguo y moderno y, eventualmente, del alfabeto sumerio y otras lenguas semíticas antiguas.

Su etapa de formación universitaria se desarrolló en Inglaterra, donde se graduó en Historia de la economía. Actualmente vive con su familia en Nueva York. Es uno de los autores de más renombre internacional en cuestiones como los misterios de la historia antigua, la mitología o la prehistoria de la humanidad.

Este polémico científico, apuesta por una teoría que explicaría muchos misterios de la antigüedad aún no resueltos, (entre ellos la posible explicación de la Atlántida). Su hipótesis es que la Atlántida se corresponde con la América precolombina, y que en su formación intervinieron seres extraterrestres. Sitchin se refiere específicamente al códice Boturini, que "relata que la casa ancestral de la tribu Azteca se llamaba Aztlán (Lugar Blanco)...Pero nadie puede decir con certeza dónde estaba ubicada Aztlán". Algunos la han identificado con la Atlántida, pero este investigador se inclina por la hipótesis arqueológica que ubica la mítica Aztlán en Guatemala.

ATLANTIDA EN GIBRALTAR ENTRE IBERIA Y AFRICA: Georgeos Díaz-Montexano

El investigador y escriptólogo Georgeos Díaz-Montexano, un estudioso de las lenguas y escrituras de la antigüedad, ha dirigido una expedición que ha proporcionado unos descubrimientos muy reveladores. Estos hallazgos permiten avalar su teoría original -publicada en el año 2000- sobre la posible existencia de un sustrato histórico en el relato de Platón sobre la Isla o Península Atlantis o Atlántida, la que se hallaría -según Georgeos Díaz- en algún punto entre el triángulo formado por el área del Estrecho de Gibraltar, el Golfo de Cádiz, las costas de Marruecos y las Islas Madeira como punto más remoto posible.

En su denodado esfuerzo intelectual por descifrar definitivamente el enigma de la civilización Atlántica que Platón denominó con ese mismo nombre, Díaz-Montexano ha conseguido hallar varias referencias de otros autores clásicos, anteriores a Platón, que dan fe de la existencia de una isla o península que, al igual que la Isla Atlantis de Platón, se ubicaba justo delante del Estrecho de Gibraltar, entre Gadira o Gades -la actual Cádiz- y las costas de Marruecos.

Estas referencias aportan muchos datos reveladores que confirman los datos geográficos aportados por Platón cuando describía el emporio Atlante, su isla principal o acrópolis y la ubicación de esta delante de las "Columnas de Hércules" (Gibraltar) entre Gadira (Cádiz) y el Atlas (Marruecos). Dichas referencias fueron hechas por otros autores de la antigüedad anteriores al filósofo ateniense, y a los que se les concede una considerable fiabilidad en sus descripciones como son Eutímenes de Massalia (500 a.C.), Anacreonte (570 a.C.- inicios del V a.C.), Hecateo de Mileto (560-480 a.C.), Ferécides (456 a.C.), Píndaro (518-438 a. C.), Eurípides (485-306 a. C.), Heródoto (484-430/424 a. C.), Isócrates (436/5-338 a.C.), Euctemon (436/424 a. C.) y Damastes de Sigeon (V a. C.). Estos autores mencionan a otras islas también situadas en el entorno de Gibraltar y en los confines de las costas Atlánticas de Iberia y Marruecos, estas islas son Aliba, Etheria, Scheria, Erythea, Gadeira, Sarpedonia, Ogigia y Tartessós, y es muy posible que muchas de ellas sean diferentes formas de denominar a la misma isla o península que Platón nombró como isla Atlántica o de Atlante.

Si los primeros traductores modernos de los textos latinos y griegos de Platón se hubiesen preocupado por traducir los textos ajustándose lo máximo posible a las propias palabras escritas, a sus verdaderos significados etimológicos y contextuales, es decir a traducir metafrásticamente o literalmente -justo lo que ha hecho Díaz-Montexano- y no a interpretar sobre lo que se supone que quiso decir Platón, pues probablemente jamás se habrían escrito tantas fantasías y especulaciones infundamentadas sobre la Atlántida ni se habría intentado buscar sus restos por casi todos los rincones de la tierra, hasta en los puntos más absurdos y remotos de las "Columnas de Hércules" o Estrecho de Gibraltar.

Entre estos errores de interpretación se halla el que "la Atlántida era un enorme continente situado más allá de las Columnas de Hércules en el medio del Océano Atlántico". La Atlántida no era un continente sino una isla, no estaba "más allá" de las Columnas de Hércules (Gibraltar) sino delante, junto o cerca de las propias Columnas, y no se hallaba en el medio del Océano sino en un piélago o archipiélago, un estrecho o brazo de mar que el propio Platón denomina con el nombre de Estrecho de las Columnas de Hércules.

La palabra Océano ni siquiera existe en la narración de Platón sobre esta civilización Atlántico-Gadírica. Y en cuanto al tamaño de la isla o península Atlántica o de Atlantis, Platón siempre se refiere a la misma como una Nêsos, que en griego se usaba lo mismo para denominar a las islas que a las penínsulas, como por ejemplo, el Peloponesos, que es una península griega.

Platón no dice tampoco que Atlantis fuera más grande que Libia y Asia sino que esta era la isla mayor de Libia y de Asia, lo que se traduce como que la isla Atlantis era la mayor o la más grande, comparada con las islas de la Libia (el territorio norte y noroeste de África, desde Marruecos hasta Egipto) y con las islas del Asia (Asia menor). Atlantis o Atlántida era pues una isla no un continente, y las dimensiones que ofrece Platón de su llanura costera, 3000 estadios de longitud (este-oeste) por 2000 estadios de latitud (norte-sur), son las mismas que ofrecen otros autores clásicos para la extensión del reino de Tartessós o de la Turdetania. ¿Simples coincidencias?

Las pruebas geológicas

Aparte de los errores de interpretación, ¿podría haber existido una isla o islas en el estrecho de Gibraltar? Hoy en día no existe ninguna isla parecida en esa zona. La explicación a esto se divide en dos puntos:

-Punto 1: El nivel del mar en la época de la que Platón nos habla (hace unos 4.000 años) era bastante más bajo de lo que es en la actualidad, unos 100 metros menos, según expertos geólogos. El planeta no se había recuperado todavía de la última glaciación y los mares tenían menos agua y los casquetes polares eran mucho más grandes. Los países nórdicos eran zonas permanentemente heladas o muy frías, mientras que el Mediterráneo y en especial la zona del estrecho de Gibraltar, actualmente muy seca y calurosa, era entonces un lugar templado y lleno de vegetación.

Con 100 metros menos de agua, aparecerían nuevas llanuras e islotes en el estrecho, y las líneas costeras de la península Ibérica y Marruecos serían distintas. Incluso el estrecho sería algo más "estrecho" de lo que es hoy en día.

-Punto 2: La zona de estrecho de Gibraltar es un área geológica muy activa. Recordamos que por ahí se dividen las placas tectónicas de Europa y África, por tanto es una zona muy propensa a terremotos y volcanes. De hecho es bastante normal la aparición de pequeños terremotos en el sur de España y las diferentes islas de la parte atlántica tienen en su mayoría un origen volcánico (las Islas Canarias, por ejemplo).

Esto daría lugar a diversas hipótesis a la desaparición de la Atlántida: un gran terremoto, un gran tsumani, el hundimiento de las islas, etc... que se vendría a sumar el incremento del nivel del mar.

La expedición científica y los hallazgos arqueológicos

A finales del mes de Agosto de 2004, una expedición científica dirigida por Georgeos Díaz-Montexano se dirigió hacia las costas del Suroeste de Andalucía. El objetivo era la exploración del área del Estrecho de Gibraltar, Cádiz y las costas marroquíes con vistas a detectar posibles restos arquitectónicos o estructuras artificiales sumergidas y poder documentarlas y filmarlas.

Estas posibles ruinas bajo el mar podrían demostrar, científicamente, la veracidad de las descripciones realizadas por los autores de la antigüedad y si hubiera suerte, tal vez la existencia misma de la isla-acrópolis de Atlantis o la muy buscada también ciudad de Tartessós. Para estos propósitos se organizó un equipo de científicos, especialistas y buzos españoles los cuales se han estado sumergiendo bajo las aguas en algunos puntos comprendidos desde el Estrecho de Gibraltar hasta los alrededores de Cádiz y Huelva, con el único objetivo de obtener imágenes y filmaciones para ponerlas después a disposición de la comisión nacional de patrimonio histórico-arqueológico y la UNESCO. El soporte fílmico está siendo garantizado por una prestigiosa productora hispano-norteamericana (National Geographic) que está acompañando a la expedición debido al interés de dos importantes cadenas televisivas norteamericanas por documentar el proyecto de "Atlantis en Gibraltar, entre Iberia y África" que dirige Georgeos Díaz-Montexano.

Hasta la fecha han sido localizados al menos tres yacimientos claves para dichas investigaciones y teorías, puesto que se tratan de claras estructuras artificiales o elementos arquitectónicos, muros, adoquines o bloques, construcciones semicirculares, ruedas de molino, pilares, losas o sillares, canales y pozos circulares, silos o chimeneas de posibles recintos funerarios. Todas estas evidencias se están descubriendo entre los -10 y los -30 metros de profundidad y a varias distancias de las costas, justo en la misma área donde Georgeos Díaz-Montexano -desde hace años- venía pronosticando a través de varias publicaciones que se hallarían restos de la civilización Atlántica que Platón denominó como Atlántida o de Tartessos, ya que es muy probable que ambas sean una misma civilización.
Según los estudios científicos oceanográficos y paleogeográficos más recientes, estas evidencias tendrían que datarse en varios miles de años antes de la llegada de los romanos a la Península Ibérica, por las profundidades en las que aparecen. Sin embargo, la arqueología académica no admite la posibilidad de la existencia de una proto-civilización tan desarrollada y organizada como la que está apareciendo bajo las aguas del Estrecho de Gibraltar y con una antigüedad que, según los datos paleogeográficos y batimétricos, podría remontarse a más de 3.000 o 4.000 años antes de la llegada de los fenicios y griegos a las costas Atlánticas. O bien los datos de los oceanógrafos y paleógrafos no son del todo correctos o la arqueología se verá obligada a rectificar la cronología convencional establecida para los orígenes de las civilizaciones occidentales. Georgeos Díaz-Montexano, piensa que la solución podría estar en un punto medio. Las evidencias halladas serían, ciertamente, más antiguas que lo estimado por la arqueología, pero más recientes que lo que se infiere de los datos paleogeográficos. Por consiguiente, es muy probable que ambas ramas de la ciencia deban rectificar y ajustar sus cronologías y dataciones.

Esta investigación sigue todavía en marcha, para más información diríjanse a la web oficial:

Atlantología Científica