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TRADUCCIÓN AL ESPAÑOL
Fanart de Juni-Anker (Nicaragua)
TOMO 1: Capítulo de Mei (Mei no Shô)
Sumario:
- Orestes (Orestes - página 10) Los poderosos gigantes resurgen de las entrañas del Monte Etna, en el sur de Italia. Agrios y su Fuerza Bruta, Thoas y sus Relámpagos, Pallas el Estúpido y Typhon, el líder de todos. Ellos tienen solo un deseo: Vengarse de la diosa Atenea, la defensora de la humanidad. Así da inicio a la Gigantomaquia, la gran guerra de los gigantes. Para defender a Atenea y a la propia humanidad, los Santos tendrán que demostrar una fuerza que ni ellos mismos saben que realmente tienen. Es un gran desafío, pero ellos tendrán un aliado, un nuevo Santo para la galería de héroes de Saint Seiya: El Santo de Cabellera de Berenice. Un épico electrizante en el interior de la clásica creación de Masami Kurumada. Una historia como nunca se vio en mangas o en animes. -------------------------------------------------------------------------------------------------- ORESTES --------------------------------------------------------------------------------------------------
Grecias, Atenas Cuentan las leyendas griegas que fue en la famosa Acrópolis donde ocurrió la batalla entre la diosa Atenea y Poseidón, el dios de los mares, por las tierras de Ática. Atenea había sido escogida por el pueblo griego como su protectora después de hacer nacer un olivo de una piedra. Como homenaje, los atenienses construyeron un enorme santuario de mármol, originalmente pintado en colores brillantes, en una roca de 800 metros de diámetro. La Acrópolis, o “ciudad alta”, se erige a una altura de 70 metros de la capital griega. Despintadas por el tiempo y castigadas por siglos de historia, las construcciones de la Acrópolis aun hoy continúan siendo admiradas y reconocidas como uno de los más grandes monumentos de la humanidad. Es de noche. - ¿Está haciendo menos calor ahora, no?- los cabellos color de lino de Shun se mueven con el viento en el teatro a cielo abierto. Él hace el comentario en voz baja, volteándose para atrás, desviando su mirada del palco para observar la Acrópolis. Es verano. El sol se oculta como si se colocara encima de Atenas.
En esa época del año, sólo comienza a oscurecer después de las ocho de la noche, cuando un tono de azul profundo se esparce lentamente por la ciudad. Intensas luces doradas se encienden en la Acrópolis, iluminando las columnas del Partenón, los bajos relieves y cada detalle desfigurado por el tiempo. -
Señor Nicole, gracias por acompañarme. Nicole está sentado al lado de Shun en la platea. Es un hombre elegante y simpático, a pesar de que su ropa, toda negra, parece un poco pesada para el verano del Mar Egeo. Con cabellos castaños y una mirada tranquila, es lo que podemos llamar un verdadero “intelectual”. -
La verdad es que yo invité a Seiya... Pero él dijo que se
iba a morir de aburrimiento. Shun sonríe y su rostro adolescente brilla con la luz reflejada por la piedra. A pesar de ser muy joven, él no tiene el aire infantil que caracteriza a la mayoría de los muchachos de su edad. Los dos están sentados juntos en el punto más alto del auditório. -
¿Qué sabes sobre el Odeón?- pregunta Nicole. Fue construido en el 161 a.C., el enorme teatro tiene capacidad para 6.000 espectadores y dispone de una acústica impresionante. -
Hasta aquí se puede escuchar el sonido de una moneda cayendo en
el palco -explica Nicole.- También es llamado el Odeón de
Herodes Atticus, en homenaje al político romano que proporcionó
los recursos para su construcción. Fue reformado después
de la Segunda Guerra Mundial y hoy recibe a artistas de todo el mundo. Piezas clásicas, como la de hoy, son generalmente presentadas en teatros al cielo abierto, sin correr mucho riesgo de cancelamiento por causa de lluvia; en Grecia cerca de 300 días al año son soleados. -
Pero las piezas sólo pueden comenzar cuando las luces se encienden,
después de la puesta del sol, y por eso acaban bien tarde. Este es el intervalo entre la primera parte de la Trilogía Orestiada, de Esquilo. Nicole quiere saber lo que Shun, un muchacho japonés, piensa del teatro clásico griego. -
Muy interesante- dice Shun. Esquilo vivió en el siglo V a.C. y fue uno de los 3 grandes autores de tragedias. Sus piezas continúan siendo mostradas no solo de la forma clásica, sino también como las más diversas interpretaciones contemporáneas. La Orestiada tiene lugar un poco después de la Guerra de Troya, aquella de Odiseus, Aquiles, Héctor y Helena. El conflicto es desencadenado por una manzana de oro dedicada “a la más bella”, lanzada entre las divinidades por Eris, la diosa de la discordia- y acaba de hecho involucrando a la mujer más bella del mundo, Helena de Troya. La primera parte de la Trilogía se llama “Agamenón”. En ella, el personaje-título, comandante en jefe de los griegos y rey de Micenas, ofrece a su hija Ifigénia en sacrificio. La reina Clitemnestra queda indignada y arma un plan para asesinar a Agamenón, con ayuda de su amante, Egisto. -
Seiya se dormiría sólo con oír esa explicación-
dice Shun Después del intervalo, comienza la segunda parte de la pieza: “Coéforas”. Nueve años pasaron desde la muerte de Agamenón. Su hijo Orestes, que había sido enviado secretamente a un país vecino, jura al Oráculo de Delfos que irá a vengar la muerte de su padre. El estilo de la presentación es fiel al teatro clásico, con actores enmascarados y los mismos efectos de palco de la antigüedad. Orestes regresa a su país a escondidas para eliminar a Egisto, con ayuda de su hermana Electra, y acaba encontrando a la verdadera asesina de su padre: su madre, Clitemnestra. Clitemnestra suplica por su vida. Orestes queda dividido por algunos momentos, pero no abandona la convicción de vengar la muerte de su padre, conforme a lo ordenado por el Oráculo. -
Dí a luz una serpiente- dice la desesperada Clitemnestra. La reina Clitemnestra cae muerta, esparciendo el rojo de la sangre por el palco. Matricidio. Todas las miradas de la platea voltean hacia el Orestes enmascarado, sosteniendo aun la espada con la cual mató a su madre. La noticia de su acto llegará a los oídos de las tres Erinias, las diosas de la venganza, que lo llevarán a la locura en la tercera parte de la Orestiada. Pero la presentación de hoy tiene algo muy errado. Nicole se levanta abruptamente, perplejo. En el teatro clásico griego, un asesinato, nunca puede ser mostrado abiertamente delante del público. Es un tabú. La escena debe quedar implícita en la narrativa o acontecer fuera del campo de visión de la platea. Se puede oír el grito de la víctima, por ejemplo, pero está terminantemente prohibido mostrar la muerte, los detalles del crimen. Nicole sabe que quebrar esa regla en una pieza clásica sería algo inconcebible para una compañía teatral griega, sobretodo en una presentación teatral en el Odeón. Y las cosas se ponen cada vez más extrañas. - ¿Son dos?- susurra Nicole, incrédulo. En el palco ahora están dos Orestes, usando la misma máscara. ¿Desde cuándo el otro estaba allá?, ¿de donde salió él?. El actor que interpretaba a Orestes hasta ahora parece congelado por el asesinato que acaba de presenciar. Sólo consigue gritar cuando su otro “yo” voltea la espada en su dirección y le arranca la cabeza, con máscara y todo, en un golpe preciso. El teatro se viene abajo. Ya no es una pieza, la tragedia de hoy es verdadera. El público despierta de la conmoción causada por la presentación, pasando de la ilusión a la realidad en segundos. El falso Orestes salta del palco y corre por la platea agitando la espada manchada de sangre. Shun siente que aquella energía mortífera va dirigida a él. De hecho, el hombre tras la máscara se acerca rápidamente al punto más alto de anfiteatro. La espada del asesino suelta chispas delante de los ojos de Shun, que se defiende del golpe mortal con una cadena que nadie parece saber de donde salió. Nadie entiende, tampoco, como un muchacho delgado consigue contener todo el peso y la fuerza del agresor. - ¿Quién eres tú?- pregunta el falso Orestes, con sus brazos musculosos y poderosísimos saliéndose del traje de palco. El olor sutil que llega a la nariz de Shun es el de una fiera hambrienta. Él estira un poco más la fina cadena, que, en este momento, contradiciendo toda la lógica y sorprendiendo a todos, acaba reduciendo a polvo la pesada espada de bronce. El asesino no parece intimidarse, y pasa a luchar con sus propias manos. Shun es el único que consigue seguir sus movimientos ultrarápidos. Apenas Shun percibe cuando él se voltea hacia Nicole y suspende el cuerpo del griego en el aire, lanzándolo con una fuerza sobrehumana contra una pared de piedra. Pero ni siquiera Shun sabe donde está el agresor algunos segundos después, en medio de la confusión y del caos generalizado en el anfiteatro. - ¿Para dónde se fue? El muchacho, alerta, mantiene la posición de lucha con sus cadenas mientras protege a Nicole. No hay señal del Orestes enmascarado, que ya se sumió en la oscuridad de la noche de verano en Atenas. Las voluntades de los Dioses, liberadas por el Universo en el momento de su nacimiento, chocaron contra las figuras de vida esparcidas toda la tarde, y se refugiaron en las Estrellas. En
Uranus -el Cielo- se refugiaron las estrellas. Y seguían las estrellas su flujo por la vida, y la vida, por el flujo de las estrellas. Antes de que las propias personas se dieran cuenta, fueron surgiendo aquellos que traían en sus cuerpos las Voluntades de los Dioses. Eran receptáculos de sus Almas Inmortales, sus Profetas, o los propios Dioses adquiriendo existencia terrenal. Cuando surgían esas encarnaciones de los Dioses, ellas procuraban guiar el “Mundo” de acuerdo con sus voluntades, enfrentándose y luchando entre sí. Aparecieron entonces guerreros para proteger a los Dioses, también escogidos por las constelaciones. Estaba también Atenea, y los Sagrados Guerreros de Atenea. El combate mortal entre los Dioses por la supremacía en el Mundo se extendió por espacios temporales inconcebibles para la mente humana. En los campos de batalla, Atenea estaba siempre rodeada de jóvenes guerreros que venían de todos los lugares de la Tierra para protegerla. Eran jóvenes verdaderamente dotados de Coraje y Fuerza. Sus golpes cortaban el aire, sus patadas desgarraban el suelo. Esos Guerreros de la Esperanza surgían siempre que el mal amenazaba con esparcirse por el mundo. Pero sus nombres se perdieron en el Tiempo y son ignorados hasta por la misma Mitología Griega. Esos jóvenes legendarios y olvidados... los Sagrados Guerreros de Atenea. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ Atenea'S SAINTS - LOS SANTOS DE ATENEA, Parte 1 ----------------------------------------------------------------------------------------------- La “Mitología” es la propia sistematización de la cultura y de sus ramificaciones desde el surgimiento de la humanidad. Es por definición, algo tan vasto que ni el más dedicado poeta épico podría narrar cada una de sus historias, y con certeza sería imposible reunir todos los relatos en un mismo libro. Por estar en evolución constante, en ella coexisten teorías dispares y hasta contradictorias, y cualquier esfuerzo en discutir o alinear las diferentes versiones no sería mas que un divertido pasatiempo. En la Antigüedad, los griegos eran llamados “Helenos” o “Pueblo de Helas”, forma como se referían a su tierra natal. Hasta los días de hoy, Grecia se intitula “República Helénica” cada vez que su delegación de atletas lidera el desfile de apertura de los Juegos Olímpicos. El nombre que usamos tiene origen latino y fue adoptado inicialmente por extranjeros. Verdaderamente, la palabra “Grecia” solo existe en el idioma español, siendo “traducida” de diferentes formas en otros idiomas como “Greece”, en inglés. Esa confusión es más común de lo que se puede imaginar. Los japoneses, por ejemplo, llaman a su tierra Nipón, o Nihon, y no Japón (y sus variaciones, dependiendo del idioma), como el país es conocido en el resto del planeta. Cuenta la Mitología que el mundo como lo conocemos tuvo inicio cuando Zeus provocó un diluvio para destruir a la humanidad. Él era el más poderoso de los dioses griegos, y consideraba a la especie humana cruel y mediocre. Apenas una pareja consiguió escapar de esa catástrofe: Deucalión, hijo del sabio titán Prometeo –aquel que diera a los hombres el fuego, hasta entonces un don exclusivo de los seres inmortales– y Pirra, hija de Pandora –la primera mujer, que recibiera de los dioses innumerosos presentes-. El primogénito de esos sobrevivientes recibió el nombre de Heleno, y se volvió el legendario padre del pueblo griego.
El Santuario La morada de la diosa Atenea no queda muy lejos de Atenas, la más grande ciudad de Grecia, pero no aparece en ningún mapa conocido de los hombres. Es una montaña sagrada, completamente aislada del resto del universo, separada de nuestro mundo por estrellas y gruesos conjuntos de nubes. Ni siquiera los más avanzados y precisos satélites de espionaje serían capaces de encontrar ese lugar, enteramente cubierto por la Voluntad Superior de los Dioses y protegido por barreras divinas que repelen cualquier tipo de interferencia externa.
Sobre su rostro hay una máscara, pero muy diferente de aquellas que vemos en festivales o en el teatro. Es una máscara de silencio, hecha únicamente para esconder cualquier expresión de sentimiento humano. - ... de nuevo! – otra estrella “cae” rumbo al oeste. Todos lo seres humanos nacen, mueren y reencarnan de acuerdo con los designios de las estrellas. Observarlas es una forma de percibir mejor nuestro mundo. En ningún momento Yulij desvía su mirada atenta del cielo. - El maestro Nicole bien podría estar aquí, pero fue al teatro con ese muchacho tan guapo... En lo alto del firmamento está el triángulo de puntos brillantes formado por Deneb, Vega y Altaír, estrellas de las constelaciones de Cisne, Lira y Águila, respectivamente. Hay un espacio opaco en el mapa estelar, justo debajo de la constelación de Virgo, que está cerca de esconderse en el horizonte. Es en ese pedazo de cielo vacío que Yulij ve estrellas cayendo en cantidad, formando una lluvia de llamas. - Necesito avisar a Atenea – ella es oficiante auxiliar del Santuario, y esa es su misión. Yulij llama a la diosa diciendo su nombre en voz alta. Atenea existe en carne y hueso, así como sus santos. Es la diosa protectora del Amor y la Paz en la Tierra, y se hace presente en esta región sagrada. En
un sobresalto, Yulij siente la llegada de un instinto asesino. Un escalofrío
recorre su espina, una sensación real como la hoja de una cuchilla
contra su nuca. Un enemigo: y ella está en su mira. El invasor no responde. Yulij se siente todavía más amenazada, sabiendo que hace una pregunta idiota. Nadie penetraría la región sagrada “por casualidad”. Sería imposible ultrapasar sus límites “sin querer”. -
¿Quién te envió...? Yulij está cada vez más confusa. Un ruido sofocante y su máscara de silencio cae al piso, partiéndose por la mitad. - ... y ese es tu rostro. Ella levanta las manos para cubrir su propio rostro, en un movimiento instintivo. Su oponente aprovecha la oportunidad y alcanza con un golpe su abdomen desprotegido, irguiendo su cuerpo y tirándolo con tanta fuerza al piso que Yulij pierde los sentidos. El invasor mira al mosaico en el piso con desdén, soltando una risa de burla. Ja! – el grito produce una onda de energía que recuerda el impacto de un meteorito, destruyendo el piso del observatorio, haciendo desaparecer el mapa zodiacal en una nube de polvo. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ ATHENA'S SAINTS - LOS SANTOS DE ATENEA, Parte 2 ----------------------------------------------------------------------------------------------- Un hombre despierta de su sueño con una patada que lo lanza a más de diez peldaños escalera abajo: -
Levántate, hombre! Si estuviera en el colegio, Seiya estaría en clase de educación física. El aspecto delgado y sus menos de 1.70 m de altura no recuerdan en nada a los imponentes y musculosos luchadores profesionales. Sus cabellos forman ondas que dan la impresión de intenso dinamismo y su mirada penetrante lleva aquella energía típica de los jóvenes. Con su traje y protectores de cuero, parece listo para una fiesta de disfraces. -
Muchachos! Ustedes son la guardia nocturna, tienen que vigilar el Santuario
sin dormir. Seiya habla con autoridad, como si fuese un sargento comandando su tropa. - Es por esas y otras cosas que ustedes nunca dejarán de ser soldados rasos – completa al apartarse del grupo, dejando atrás a los soldados, asustados hasta la ultima hebra de cabellos. – Se bien que esta noche de verano está perfecta para una dormida. Seiya también está de servicio, pero su vigilancia es solitaria. Fue bastante al azar haber sido escogido para la patrulla nocturna con ese calor. Tal vez hubiese sido mejor aceptar la invitación de Shun, con certeza sería divertido pasear en Atenas. “Pero ¿mirar una pieza de teatro tan vieja?, ¿qué gracia ve Shun en eso?” Pareciendo olvidarse de la molestia que le dieron los soldados hace poco, Seiya suelta un bostezo sosegado y tranquilo. En el cielo, una inmensidad de estrellas. Este siempre fue el Santuario de Atenea. Los Doce Templos de la bóveda celeste componen un camino empinado alrededor de la montaña rocosa. Son los llamadas Templos Zodiacales: Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Ese camino tortuoso lleva a la Sala del Patriarca y al Templo de Atenea, el más sagrado de todos. El Odeón queda al pie de la montaña, al lado de otras construcciones comunes, como casas y la torre del reloj. Así como ocurre en Delfos, famosa por su oráculo, la ciudad parece erguirse en torno del monumento sagrado. En este mismo espacio conviven diferentes estilos arquitectónicos, algunos de períodos separados por milenios. Las ruinas de edificaciones antiguas son testimonios del uso continuo de esta región a lo largo de muchas y muchas eras. Esta es la Sede de los Santos que defienden la Tierra. Desde los más antiguos mitos y fábulas, Atenea salió siempre vencedora en los combates entre dioses en furia. Todos los relatos dan cuenta de que la diosa guerrera nunca falló en su lucha por la defensa de la paz. Y en ninguna ocasión el Santuario cayó frente a fuerzas maléficas. Seiya
interrumpe abruptamente su caminata vigilante. - Aaaaahhhhh! Los gritos cogen a Seiya de sorpresa. -
Pero qué... – alarmado, sube la escalera lo más rápido
que puede, subiendo cuatro o cinco peldaños a cada paso. Un olor
penetrante y espeso de sangre hace que contenga su respiración
por un instante. El olor es tan fuerte que parece que viniera de su propia
boca. El primero tiene todos los huesos en pedazos, aparentemente triturados por una fuerza devastadora. El segundo está todo perforado, cada centímetro de su cuerpo ha sido atravesado por agujas. El tercero es un cadáver desfigurado, con la piel arrancada como la cáscara de una fruta. Son los tres guardias que hace poco dormían. Muertos. Soldados de Atenea, ¡derrotados en su santuario! - ¡Quién está ahí! – grita Seiya en dirección de los enemigos, hasta ahora ocultos en las sombras. Sólo entonces consigue distinguir a dos de los invasores que han osado manchar de sangre el recinto sagrado. Fanart de Marco Albiero (Italia) - Agrios, la Fuerza Bruta – se presenta con una voz gruesa el gigante de dos metros y medio, tan grande que llega a cubrir las estrellas. Fanart de Marco Albiero (Italia)
- Thoas, el Relámpago Veloz – dice el otro, también
alto, pero no como el primero. Fanart de Marco Albiero (Italia) Pallas tiene brazos desproporcionalmente largos y espaldas curvadas como las de los jorobados en fábulas europeas. El torso retorcido está tan doblado para el frente que el rostro minúsculo y esquelético queda a la altura de la cintura de Seiya, haciendo que la criatura dirija su mirada de abajo para arriba. El monstruo parece ejercer una atracción terrible, tal vez por la pasión que los seres humanos tienen por todo lo que es extraño, la misma fascinación que nos atrajo a la Quimera. -
¿Esa armadura? – balbucea Seiya. Es un traje de diamante, que también puede ser llamado “traje de cristal”. Un traje compuesto de polígonos de cristal con un brillo hipnotizante. Seiya percibe que los otros dos invasores visten el mismo traje. - ¿Los Gigas? – pregunta el muchacho, perplejo. – ¿Qué son los Gigas? La ignorancia de Seiya al respecto de los Gigas provoca en Agrios una reacción furiosa. -
Atenea! y los santos! Como osan olvidar el nombre de los Gigas?! Los dedos del monstruo son absurdamente largos, mucho más grandes que los de una persona, y cada movimiento produce un agudo sonido metálico generado por el roce de unos con otros. El traje de diamante brilla en un aterrorizante tono rojo oscuro, haciendo que la mano de la criatura se asemeje a una araña venenosa. -
¡Tú usaste esas garras contra ellos! – protesta el
muchacho. Seiya escapa por poco de la primera embestida de Pallas, que llega a arañar su nariz y cortar algunas hebras de su cabello. Sin la menor chance de recuperarse, el muchacho es casi inmediatamente alcanzado por Agrios, que se lanza contra él como una fiera gigantesca, lanzándolo al aire. -
Ohhhhhhhhh! – el cuerpo de Seiya cae al piso con fuerza. –
Qué fuerza increíble tiene ese Ágrios! Y pensar que
él solo me rozó... Un muchacho de cabellos cortos y erizados mira a los invasores con una expresión asustada. Debe ser unos cinco años más joven que Seiya. Sus cejas fueron rasuradas, tal vez por algún significado ceremonial, y en su lugar hay un diseño curioso y peculiar. - Vine porque sentí presencias sospechosas... ¿quienes son esos tipos? – su rostro parece combinar la originalidad de diversos pueblos, pudiendo ser considerado tanto oriental como occidental. En japonés, el nombre Kiki quiere decir “demonio honrado”. Increíblemente, el muchacho se para en el aire sin ningun apoyo, después de haber surgido de la nada en el cielo. -
¿Teletransporte? Quirri! ¿Ese enano es paranormal? En ese instante, una especie de baúl rompe el espacio, surgiendo en una esfera de luz sobre la cabeza de Seiya. La claridad hace que los Gigas cubran sus ojos ofuscados. Es una caja hecha de bronce, decorada con imágenes de un caballo alado en bajo relieve. De su tapa entreabierta escapa un brillo todavía más fuerte. Los invasores observan, estupefactos, la aparición en el cielo de una estatua en la forma de un caballo alado, cubierta por un aura flameante de rayos azules y blancos. Un verdadero legado de la era de los mitos... la prueba de la existencia de los Santos. La más poderosa fuente de energía del mundo. - ¡Pegaso! Con eso la estatua gana vida y relincha, atendiendo la llamada de Seiya, para luego dividirse en varias partes que se adhieren al cuerpo del joven. Cabeza. Hombros. Pecho. Brazos. Cinturón. Piernas. -
Haaaa! – el gigantesco cuerpo de Agrios es lanzado contra una montaña,
en un impacto tan poderoso que por poco no abre una grieta en la roca.
Él tose y presiona su abdomen con fuerza entre sus brazos, intentando
impedir que el contenido de su estómago sea regurgitado. Ni el mejor practicante de lucha o arte marcial, sea Karate, Box o May Thai, es capaz de derrotar en una única embestida a un oponente que tenga el triple de su peso. Pero Seiya es diferente: él domina la lucha de Atenea. Cuando su puño cortó el vacío, pasando bien cerca de la cabeza de Agrios, el movimiento envió una onda de choque – señal de que el golpe fue despedido a una velocidad superior a la del sonido. El golpe prueba que él es un guerrero escogido por las constelaciones esparcidas por la bóveda celeste. -
Ah, ¿es así? ¿Es así, chiquillo? – Agrios
se levanta furioso, expulsando con fuerza el aire de los pulmones. A pesar
del ataque él está entero. En verdad, sus músculos
parecen haberse expandido y su cuerpo, crecido aún más. Ese es un joven de poder legendario. Su fuerza viene de la estatua de Pegaso, que sale de la caja dorada y se rompe en pedazos para formar una impenetrable armadura protectora. Las alas del caballo se doblan magistralmente como un abanico, encajándose en sus espaldas. Su cabeza toma la forma de un yelmo y su cuerpo se transforma en un escudo pectoral. Lo que era el cuello del animal ahora cubre el brazo derecho de Seiya, mientras la cola se adhiere al brazo izquierdo y el pecho es un cinturón. Las patas delanteras y traseras se mezclan de forma compleja, protegiendo las piernas del joven de las uñas de los pies hasta los muslos. La polvareda estelar se esparce, brillando en el aire. El Cloth celestial de Seiya está completo. Es su Cloth sagrada otorgada a los santos escogidos de Atenea. - Es bueno que ustedes lo sepan – grita el muchacho. – ¡Yo estoy MUY molesto! La Cloth blanca-azulada de Pegaso provoca en Seiya una explosión de energía. -
PEGASUS RYÛSEI KEN! (Puño Meteoro de Pegaso) De repente un ruido sofocado interrumpe el golpe supersónico del puño de Seiya. El movimiento es contenido por la adamas de Thoas, el relámpago veloz, que hasta entonces se limitaba a observar la lucha. -
Enfría tu cabeza, Agrios. – dice el segundo gigante, colocándose
delante de Seiya. – ¡Tú ni percibes como ese ataque
es limitado! ¡Qué puños multiplicados ni que nada!
¡A mi me pareció que cada golpe se arrastraba como un caracol. Los tres Gigas comienzan a ejercer una presión invisible que hace que Kiki pierda la concentración y caiga con todo al suelo. -
Autch! Qué fue esa fuerza?! – antes de conseguir recuperarse,
el muchacho observa, perplejo, la llegada de un invasor más, que
aparece trayendo en los hombros a Yulij de Sextante, desmayada. Seiya no entiende por que no detectó de antemano la presencia de este cuarto enemigo. Es realmente difícil de creer. Solamente si tuviese una fuerza avasalladora alguien conseguiría aproximarse a un santo sin ser percibido. El nuevo invasor desaparece enseguida, rápida y silenciosamente, llevando a Yulij consigo. -
Desapareció! ¿Cómo? – Seiya no sabe que pensar. Los gigantes recogen sus puños, para gran sorpresa de Seiya. -
Chiquillo... nos veremos otra vez... Agrios y Pallas se cubren nuevamente de sombras y desaparecen en la noche. Thoas se detiene por unos segundos más. -
Seiya de Pegaso. Vamos a dejar que vivas para que lleves nuestro nombre
a Atenea. – dice. – Dile a ella que vaya a Sicilia si quiere
a la muchacha de vuelta. Nosotros, los Gigas, estaremos allá. Nosotros,
la descendencia de los Dioses Antiguos, nacidos de la Gran-Tierra, aprisionados
en las profundidades del vacío fantasma. - Pero que demonios! ¿Ustedes qué...? – la voz de Seiya hace eco en vano. No hay más señal alguna de los enemigos. El muchacho parece despertar de una pesadilla. Si no fuese por los cadáveres de los soldados rasos y por el olor hostil dejado por las criaturas, podría jurar que nada de aquello hubiera ocurrido. - Gigas... ¿de las profundidades del vacío fantasma...? ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ ATHENA'S SAINTS - LOS SANTOS DE ATENEA, Parte 3 -----------------------------------------------------------------------------------------------
La sala del Patriarca queda cerca de la entrada del Templo de Atenea, más allá de los Doce Templos Zodiacales. El Maestro es el líder supremo de los Santos, el siervo más importante de Atenea. -
¿La señorita Yulij fue secuestrada? – Shun regresó
al Santuario luego de la confusión en el teatro de la Acrópolis,
presentándose inmediatamente con su Cloth de Andrómeda.
La Cloth tiene un brillo color rosa que recuerda más un vestido
de doncella que la armadura de un guerrero. Así como Shun y Seiya, Nicole es un Santo de Atenea. La sala del Patriarca está cercada por columnas dóricas y adornada con cortinas. En el centro del recinto hay un relieve más alto, cubierto por un tapete, donde queda el asiento del Maestro. Pero no tiene a nadie sentado ahí. El cargo de Patriarca está vacante. Nicole, jefe de los oficiantes, es quien tiene el cuidado de la administración del Santuario. Usted, lector, ¿sabría decir cuantas constelaciones existen en el cielo? Según los astrónomos, son 88. Pero ese no es un factor absoluto, científicamente hablando, así como no existe una opinión predominante sobre la descripción de cada constelación. En verdad, el número “88” fue una patronización adoptada por la Unión Astronómica Internacional en su Asamblea General de 1930, y se basa en el modelo del astrónomo clásico Ptolomeo. Esa cuenta “oficial” mantiene aquello que ya era conocido por las civilizaciones antiguas, al mismo tiempo en que aumenta las descubiertas más recientemente, especialmente en lo que dice respecto a las constelaciones meridionales. De cualquier forma, no tiene mucho sentido usar ese dato para contar la historia de las Cloths, una tradición que se remonta a la Era de los Dioses. Una persona se vuelve un Santo al ser escogido como representante de una constelación específica. Todo el tiempo, esos guerreros enfrentan batallas mortales para proteger nuestro mundo del Mal. Cuando su propia fuerza no es suficiente, ellos recurren a la Gracia Divina, a través de sus Cloths sagradas – por eso cada Santo tiene su propia constelación tutelar, sea ella Boreal, Austral o Zodiacal (teóricamente serían 24, 48 y 12 de cada tipo, respectivamente). Existen tres graduaciones entre los Santos: Oro, Plata y Bronce. Los Santos de Oro están encima de todos los otros y son representados por los Doce Templos Zodiacales – las constelaciones de la astrología, que también representas los signos, como Aries, Tauro y Géminis. Los Santos de Plata son los próximos en la orden jerárquica, seguidos de los Santos de Bronce. Todavía más abajo están los soldados rasos. El Maestro es responsable por el comando de todos esos niveles – por tanto es siempre un Santo de Oro, generalmente escogido por su antecesor en el cargo. Ya los oficiales pueden ser Santos de Plata o de Bronce. Sus responsabilidades incluyen prever la trayectoria de las estrellas, monitorear señales de actividad maligna, registrar la historia y transmitir el legado de los secretos místicos del Santuario para las generaciones futuras. Algunos creen que existen 24 Santos de Bronce y 48 Santos de Plata, pero, con excepción de los doce Santos de Oro, no se sabe exactamente cuantos son los guerreros de cada estirpe. Aparentemente ni siquiera los Maestros conocen el número total de Cloths sagradas existentes. El historial del Santuario, cuyos datos son relativamente nuevos, tampoco ofrece una respuesta exacta. Según un relato reciente, la cantidad máxima posible de Guerreros Sagrados sería 78. En otro registro, ese número varía a 88. Hay quien diga que los astrónomos se basaron de alguna forma indirecta en esa anotación para establecer la cuenta “oficial” de constelaciones, pero no existen pruebas. Además de eso, esas teorías se contradicen: por ejemplo, se sabe que existió hasta muy poco tiempo atrás un Santo de Cerberos, pero esa constelación no está en la lista “oficial” de los astrónomos. El único punto en común entre las diferentes versiones es la creencia de que en ningún momento todos los trajes fueron usados simultáneamente. Tampoco podemos olvidarnos de que el universo no es algo estático. El mapa celeste está en constante transformación: muchas estrellas se incendian y se pierden como Novas, e incluso la Estrella Polar permanece inmóvil un período de millones, o miles de millones, de años. Todas las personas nacen y mueren bajo el destino de las estrellas. El firmamento y el mundo en que vivimos se reflejan el uno al otro. Si el mundo cambia, cambian las estrellas y su diseño en el cielo, o sea, cambian las constelaciones que determinan los trajes sagrados. Con eso, la propia naturaleza de los trajes de los Santos es mutante, y los Guerreros Sagrados saben de eso. A pesar de todo eso, el número “88” se tornó la respuesta patrón para la cantidad de constelaciones y Santos existentes. Pero, en los días de hoy, período en que ocurre nuestra historia, no existe ni siquiera la mitad de esos guerreros con Atenea en la Tierra. -
Por lo que Seiya está diciendo, puede haber una relación
entre la persona que me atacó en el teatro y los invasores que
secuestraron a Yulij – dice Nicole, que todavía siente algún
dolor y por eso una que otra vez comprime los músculos del rostro. Fanart de Sexta Feria (Brasil) Yulij es un Santo Femenino de Bronce, equiparándose a Shun en jerarquía y poder de combate, aun siendo mujer. Como demostrado en el golpe que Seiya acertó en Agrios, la esencia divina de las técnicas de lucha de los Guerreros Sagrados no tiene relación alguna con fuerza bruta o capacidad muscular. -
¿Qué está ocurriendo? ¿Cuál es el objetivo
de esos enemigos? Las cortinas se abren, revelando la figura de una muchacha. Es la diosa de la guerra y la sabiduría. La eterna virgen. Zeus, dios de los cielos; Poseidón, señor de los mares; Hades, amo del infierno. Atenea, protectora de la tierra – con poder equiparado al de esas tres entidades supremas. -
Atenea – Nicole dobla la rodilla en una reverencia que se acostumbró
hace mucho a hacer. La figura femenina de la diosa es de una belleza singular. Aparenta más o menos la misma edad que Seiya y Shun, tiene largos cabellos hasta la altura de la cintura y viste un gracioso vestido blanco. No es nada diferente de una muchacha común, incluso considerando su extraordinaria belleza. -
Fueron palabras no meditadas. Perdóneme, Atenea – se disculpa
Nicole, curvándose aún más. La diosa transmite su autoridad en el modo como extiende la mano a Nicole, un hombre aparentemente mucho más viejo que ella (lo que no podría estar más distante de la realidad, como sabemos). -
Los Gigas... En la sala ahora se oye apenas la voz de Nicole, mientras los otros escuchan con atención. -
Fue en esa época que los Gigas declararon la guerra contra los
Santos, con el objetivo de dominar el mundo. Esos antiguos dioses malignos
eran diferentes de las entidades olímpicas como Poseidón
y Hades. Se llamaban a sí mismos “Hijos de la Gran-Tierra”
y se protegían con armaduras de Adamas, material todavía
más resistente que el Orichalcum. Eran seres dotados de una fuerza
avasalladora, y la batalla entre ellos y los Santos tuvo proporciones
épicas. Nuestra victoria fue conquistada a un alto precio, y apenas
gracias a la presencia de la propia Atenea en los campos de batalla. Casi
ningún Santo sobrevivió. La imagen de la muchacha refiriéndose a los Guerreros Sagrados como sus hijos es muy poética, y demuestra su inigualable determinación en protegerlos. Una diosa dispuesta a luchar por aquellos a quienes ama. -
Y lo siguiente...! – el tono más alto de Seiya interrumpe
el momento solemne. – Todavía no entendí que hacen
esos Gigas ahí, pero no me da por quedarme sentado aquí
sabiendo exactamente donde esos tipos están. ¡Yo voy hasta
allá! Todavía temiendo por la seguridad de Atenea, Nicole decide tomar las riendas de la situación, usando su autoridad como Patriarca temporal. -
Entonces van los dos – y con eso la misión es oficialmente
transferida a Seiya y Shun, que aceptan con vigor. – El primer paso
es investigar las fuerzas enemigas – añade Nicole. –
Solo entonces someteremos la decisión al juicio de Atenea.
- Vaya, señor Nicole, usted gusta de abusar de la gente, ¿eh?
– dice el muchacho en su tono infantil y animado. – Está
bien que Sicília queda a meros 800 kilómetros de aquí,
¡pero dio un trabajo cansado atravesar dos veces el Mar Jónico
y la Península Italiana! El teletransporte provoca un enorme cansancio espiritual, especialmente en una jornada de ida y vuelta sin descanso como esa. -
Le pedí a Kiki que trajera un guía de allá –
explica Nicole. El muchacho recién llegado habla con ironía y da una palmada en el hombro de Seiya, demostrando intimidad. Pero el Santo de Pegaso parece no tener la menor idea de quien se trata. El “extraño” es unos 10 centímetros más alto que él y aparenta ser dos o tres años más viejo. Tiene un tatuaje en el brazo y usa ropas desgarradas que podrían pertenecer a un chico de la calle. Su cabello largo y teñido de plateado está peinado para atrás, haciendo que su apariencia recuerde a la de un lobo. -
¿Quién eres tú? La constatación hace que Seiya, Shun y hasta Atenea vuelvan en el tiempo por algunos instantes. La presencia del amigo de la infancia trae recuerdos antiguos que iluminan y transforman el rostro de todos. La encarnación de la diosa, tan imponente hasta hace poco, parece cambiarse a la muchachita de pocos años atrás. -
¿Eres tú mismo, Mei? ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ SICÍLIA, Parte 1 ----------------------------------------------------------------------------------------------- -
¡No puedo creer que estés vivo, Mei! – Dice, regresando
a su lugar en el avión después de haber ido a buscar algo
para beber. -
No hay razón para tener esa expresión de sorpresa en sus
caras. ¿Shun y tú acaso no están vivos?. Es normal
que yo consiguiera sobrevivir. - Si yo los llamara para pelear
algún día, perdería con certeza. Exactamente como
Shun, que vivía llorando... Ustedes ahora son Santos. Yo no lo
conseguí. En este punto es necesario interrumpir la historia para hacer un pequeño viaje al pasado. Las luchas libradas entre Atenea y otros dioses por la posesión de la tierra son llamadas “Guerras Santas”. La última de ese tipo ocurrió hace poco más de diez años atrás cuando la nueva reencarnación de Atenea descendió en el Santuario. La diosa era apenas un bebé y tuvo que enfrentar un ataque.
Los aspirantes fueron sometidos a bosques infestados de animales salvajes, desiertos insoportables, montañas donde respirar es un suplicio, planicies gélidas donde el frío lleva a una persona a una muerte en menos de cinco minutos. Islas volcánicas con calor infernal y gases tóxicos. Prácticamente todos los hijos de Mitsumasa Kido murieron en ese proceso, enviados al infierno por su propio padre. Apenas diez de ellos consiguieron completar ese entrenamiento extremo y, elegidos por las constelaciones, volvieron milagrosamente con sus Cloths sagradas. Entre esos pocos están Seiya y Shun. No hay tiempo para extender detalles del conflicto que ocurrió en el Santuario que fue conocido como “La Revuelta de Saga”. El lector interesado puede buscar información en una biblioteca, donde encontrará registros de esa serie de batallas. Fueron 13 años desde el encuentro del héroe Aiolos con el viejo Kido, pasando por el despertar de Atenea (Saori Kido) y culminando con la derrota de Saga, cuando finalmente la diosa consigue regresar a al recinto sagrado. Entre los aspectos más dramáticos
de ese periodo está el descubrimiento, por parte de los 10 huérfanos
sobrevivientes, de que la nieta del viejo Kido, a la cual algunos llegaron
a odiar, era en verdad la diosa Atenea. O el hecho de que su padre los
ofreciera en sacrificio para criar Santos Guerreros que vivirían
para defenderla. No podemos olvidar que el costo de innumerables sacrificios e incontables pérdidas y gracias al grandioso amor de Atenea es que la paz en la tierra sigue preservándose. -
¿Seiya, tu fuiste mandado a Grecia, cierto? La simpatía que los tres jóvenes sienten por el otro tiene raíces mucho más profundas que la camaradería ganada por haber sobrevivido al entrenamiento para volverse Santo. A pesar de tener madres diferentes, son todos hermanos. -
¿Tú sabías sobre nuestro padre? – Pregunta
Shun, cuidadosamente. -
¿No fue contigo, Seiya, aquella historia de “Sé mi
caballo”? De hecho, no todos tienen acceso al nombre de los Santos. Es una especie de secreto militar, como muchas de las informaciones sobre la Región Sagrada. Soldados de jerarquía inferior, como Mei, en general conocen un número mínimo de Santos. Shun dice los nombres de sus hermanos sobrevivientes, uno por uno: - Shiryu, Hyoga, Ikki Mei se emociona con la lista de
Santos sobrevivientes. Consigue recordar los rostros de cada uno de ellos. En ese momento el alto-parlante anuncia que ya están sobrevolando espacio aéreo Siciliano. El viaje de Grecia hasta ahí fue corto para matar dudas. Seiya y Shun corren en dirección a sus Cloths, en cuanto a Nicole, que no participó en la conversación por estar pilotando el avión, anuncia secamente: - Vamos a abrir la puerta trasera
y disminuir la altitud. Ustedes tres van a saltar. Fanart de Evann (Brasil) Tal vez el lector está sorprendido con que un Santo como Nicole, de la Constelación de Altar, sea capaz de pilotar una aeronave de tecnología avanzada como este Tiltrotor. Sin embargo, el hecho de que los Santos de Atenea sean entidades completamente aisladas del mundo cotidiano, no significa que no se relacionen con él. Su misión no es proteger un universo fantasioso de cuentos de hadas, sino el planeta donde vivimos. Los Santos también son mutables, así como el cielo y la tierra, evolucionan con ellos. Sin embargo conforme a la idea de lanzarse al vacío, Seiya avanza con Shun hacia la parte trasera, que está abierta y deja entrar a la cabina intensas corrientes de aire. Está a diez metros de altura, por eso no alcanza a tentar usar paracaídas. -
¿Listos? – Pregunta Mei, su voz abochornada por el sonido
del viento cortante, y entonces: - Fiu! – Salta del avión. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ SICÍLIA, Parte 2 ----------------------------------------------------------------------------------------------- Si pensamos en la Península Italiana con su forma de bota, la isla de Sicília queda a pocos kilómetros del pico del zapato, separada del continente por el Estrecho de Messina. Es una ubicación privilegiada en el Mar Mediterráneo: Desde su extremo oeste, es posible divisar el continente Africano.
Esa es la mayor isla de la región, con más o menos la misma
área de Sergipe, en Brasil, su formato triangular le ha ganado
el apodo de Trinacria (Isla de tres puntas). Sicília tiene un clima
ameno y suelo fértil, que, junto con su posición estratégica
en el mapa europeo, fue objeto de innumerables disputas y guerras a lo
largo de la historia. El
trono Siciliano pasó por varias familias y tradiciones monárquicas:
El Sacro imperio Romano Germano; La Casa de Anjou, francesa: Los de Aragón,
españoles; Y la de Habsburgo, en el siglo XIX, se fundó
la región de Nápoles, en principio se le conocía
como “El Reino de las dos Sicílias”. Finalmente, en
1861, Sicília fue anexada a Italia, país con el cual forma
parte hasta hoy, a pesar de su cultura y trayectoria histórica
completamente independientes.
- ¿Qué te viene a la mente cuando oyes hablar de Sicília?
– pregunta Mei. Los amigos se refugiaron en un islote pequeño
y oscuro, de donde Mei observa el antiguo teatro de Taormina. Llegaron
ahí después del arriesgado salto: Lo que sería suicidio
para las personas normales pero no es nada comparado al entrenamiento
que los tres habían vivido para volverse Santos.
El
área urbana de Taormina es antigua y, como ocurre en muchas ciudades
europeas, predominan las aceras y calles estrechas. El pavimento es todo
hecho de piedra, completamente inadecuado para los automóviles
de hoy en día, y prácticamente no existen estacionamientos
ahí. En el camino 114, al lado del mar, parten góndolas
llevando turistas que visitan la ciudad.
- El monte Etna – Susurra Shun.
- El Etna está en una fase de intensa actividad, lo ví en
la TV – Explica Mei. – La montaña tiembla a todas horas
y el aeropuerto está cerrado por causa de las cenizas volcánicas
y una corriente de lava ya llegó al borde de la ciudad, que se
declaró en estado de emergencia. Eso explica por que Taormina está
tan desierta en este verano, siendo normalmente un agitadísimo
centro turístico. Fanart de Marco Albiero (Italia)
En el palco está Agrios, la Fuerza Bruta, Thoas, el Relámpago
Veloz, y Pallas, el Espíritu Estúpido, armado con sus “garras
marionetas”. Sus trajes de Adamas reflejan el brillo turbio del
cielo oscurecido. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ SICÍLIA, Parte 3 ----------------------------------------------------------------------------------------------- Fanart de Marco Albiero (Italia) ¡Soy
Enkelados! ¡El sumo sacerdote de los Gigas! La ciudad queda atrás rápidamente, dando lugar a colinas con plantaciones cercadas de muros de piedra y arbustos. Todo ahí está cubierto por cenizas volcánicas. -
No tenga tanta prisa, niños. – Para sorpresa de los tres,
los Gigas los siguen de cerca. Seiya no está dispuesto a conversar y salta en dirección a los Gigas. Si quieren luchar ahora, que sea rápido. Para poder finalmente salvar a la señorita Yulij. El brillo de los trajes de Adamas es de un azul tenebroso. La pesada armadura, con clavos expuestos por toda la superficie, simboliza claramente la naturaleza agresiva de las criaturas. Bajo el casco adornado con cuernos, Agrios encara a Seiya con una sonrisa maliciosa. Fanart de Marco Albiero (Italia)
- Puedes venir. - ¿Eso es todo? – Agrios pregunta, sin mostrar algún daño mínimo por el Pegasus Ryûsei Ken. Cada vez más queda claro que los Gigas despertaron con un poder equivalente al de los Santos. Los Adamas de la armadura de Agrios no tienen señales de daño. Seiya se detiene seco ante el dolor que atraviesa su puño. Por más poderoso que sea, ningún cuerpo consigue resistir el golpe de un guerrero sagrado – La esencia de la destrucción, capaz de romper átomos. La única forma de detener un ataque como ese es con una fuerza igual o superior al de los Santos. Estamos hablando de la fuerza interior, el llamado Cosmo. Fanart de Marco Albiero (Italia) - Yo lo sentí en la Región Sagrada – Balbucea Seiya, poniendo los brazos en posición defensiva – Pero el Cosmo de él es aún mayor y más agresivo de lo que imaginaba. En ese momento, Agrios se inclina para abajo, expirando vigorosamente. Coloca una de sus manos en la tierra, agachándose. Seiya observa horrorizado cuando explosiones internas de fuerza hacen que los músculos del Giga se expandan aún más. -
Siente la diferencia de fuerzas entre los Santos… y los Gigas –
Agrios dice, antes de gritar: ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ SICÍLIA, Parte 4 -----------------------------------------------------------------------------------------------
De vuelta al Santuario, en la sala del Patriarca. Al volver de Sicília, Nicole de Altar encuentra a Saori Kido – Esa es, Atenea – En pie, en la misma posición en que estaba cuando el partió. -
Agradezco su empeño – Dice la diosa. – ¿Como
está Seiya y los otros? -
Muchas gracias, Nicole. Fue muy rápido y eficiente. Saori Kido puede parecer demasiado emotiva para ser una divinidad, pero es exactamente esa la “voluntad” de Atenea. - Justamente por ser así, Atenea, es que nosotros, los Santos, la seguimos y la protegemos – Responde Nicole, con la más absoluta sinceridad y lealtad. - Que las estrellas los protejan – Atenea hace una plegaria con su grandioso Cosmo, deseando a sus amados Santos un retorno rápido y seguro. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ SICÍLIA, Parte 5 ----------------------------------------------------------------------------------------------- No
es fácil explicar en palabras la naturaleza del Cosmo, una vez
que se trata del Séptimo Sentido. Palabras son la propia expresión
de la sabiduría humana, y estamos lidiando con algo completamente
ajeno a la humanidad en los días de hoy. En el Monte Etna, las plantas del paisaje se vuelven cada vez más escasas a medida que avanzamos en dirección a la cumbre del volcán. Aquí los terremotos ocurren con frecuencia. Las laderas negras están cubiertas de cenizas, gravas, guijarros y pedazos de lava endurecidos.
- Basta a jugar a “atrápame”, Chico que Bronce –
Thoas, el Relámpago Veloz, se coloca frente a Shun, bloqueando
su camino. Fanart de Marco Albiero (Italia) - Este ser posee un Cosmo impresionante – Piensa Shun, asustado. Los Santos se valen más del Séptimo Sentido que de los ojos, oídos, nariz, piel, boca o intuición. Es a través del Cosmo que su sensibilidad alcanza su punto máximo. Fanart de Marco Albiero (Italia) -
¿Será que Seiya y Mei están bien? El
lector que conoce el mapa de las constelaciones celestes debe saber que
Andrómeda, comparte una estrella con la constelación de
Pegaso, y representa a una doncella con las manos encadenadas. -
Mi nombre es Shun... Shun de Andrómeda. No “Chico”. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ SICÍLIA, Parte 6 ----------------------------------------------------------------------------------------------- Al recuperar el sentido, Yulij de Sextante no tiene idea de donde está. Se siente atontada, con un dolor agudo en la cabeza, y tiene una tremenda dificultad para respirar. Es como si sus pulmones estuvieran quemándose. -
¿...Es gas? – Se pregunta, en voz baja. Fanart de Marco Albiero (Italia)
- Porque esta es la Tierra Santa de los Gigas – la voz hace que
Yulij se estremezca de pavor, como si fuese una mujer común. Voltea
para ver en la dirección de ella: -
¿Quién eres? ¿Dónde estamos? – Yulij
se esfuerza por aparentar tranquilidad y firmeza, mas está seriamente
trastornada. Siendo una Santo Femenino, no se asustaría con la
fachada rastrera de una máscara: consigue reconocer e identificar
con precisión el increíble poder del enemigo. - ¿Qué pretendes al haberme raptado? – Pregunta, tosiendo. Tampoco
entiende como el gigante que tiene enfrente puede estar inmune a los efectos
de los gases. Recuerda que las máscaras de las Santos Femeninos
tienen efecto neutralizador de tóxicos, tal vez la máscara
de orco tenga la misma función. Entonces Yulij recuerda que su
máscara fue quebrada en la lucha en el observatorio. Su rostro
está expuesto, desprotegido. Para una Santo Femenino, estar sin
máscara es como estar desnuda. Un palpitar. Yulij consigue sentir el ritmo de un corazón latiendo. Su Séptimo Sentido le dice que, mucho más allá de esta caverna, en los confines perdidos del vacío entre Gaia y el Tártaro, un Cosmo de escalas nunca antes imaginadas está en gestación. En algún templo subterráneo está siendo nutrido un mal de dimensiones desconocidas. -
¡Cuando él resurja sobre la tierra, no tendremos motivos
para tenerle miedo a Atenea! – Enkelados parece satisfecho por el
hecho de que la Santo Femenino percibiera el poder divino. ------------------------------------------------------------------------------------------------------------------ RESURRECCIÓN, Parte 1 ----------------------------------------------------------------------------------------------- Terremotos hacen a la isla temblar de forma tenebrosa, como si se estuviera expresando el odio acumulado de los Gigas sobre el Etna, Seiya está enterrado sobre las cenizas recientes que caen en la ladera del volcán. Fue lanzado contra la vertiente de la montaña por el impacto del cuerpo de Agrios, la Fuerza Bruta. La sangre que recorre su frente es absorbida rápidamente por el suelo esponjoso. - Que increíble es el poder de los Gigas – Piensa el Santo, percibiendo una fisura en su Cloth de Pegaso, en la altura del pecho – Así que la historia de que todos los Santos fueron derrotados no era mentira, no... Seiya sabe que sólo alguien capaz de exteriorizar su Cosmo, alguien que domine la técnica de lucha capaz de destruir átomos, sería capaz de dañar su traje sagrado, más resistente que cualquier metal del universo. - Ahora solamente a donde has llegado, Pegaso – Agrios se aproxima al joven en su Adamas azul, pisando las cenizas lentamente – Si no hubieses sido detenido por la montaña, habrías cruzado el mediterráneo hasta África. - Exageras - dice Seiya, irguiéndose. Su rostro está lleno de hollín. - ¿Todavía puedes decir tonterías después de recibir mi Crag Press? Estoy impresionado. Seiya y Agrios se enfrentan sobre el declive resbaladizo, a diez metros el uno del otro. Cuando ningún ataque de lucha o de artes marciales podría ser detenido a esa distancia, para los Santos, que luchan a velocidades supersónicas, ese es un espacio mínimo. -
RYÛSEI KEN!! (Puño Meteoro) De hecho, en ese momento es alcanzado por centenares de meteoros, el Giga no hace ninguna reacción, permaneciendo inmóvil todo el tiempo. -
¿Cómo es posible?! – Piensa Seiya, perplejo –
Por más que su Adamas sea resistente, no existe nada que no pueda
ser destruido por... Y una vez más, Agrios toca el suelo con una de sus manos, curvándose para ganar impulso. Para ese terrible gigante, artimañas son innecesarias. Le basta lanzarse sobre el oponente con su durísima armadura y el peso sobrehumano de su cuerpo. - CRAG PRESS!! (Presión de Risco) El suelo parece explotar con el avance de Agrios levantando una enorme columna de cenizas. Seiya no consigue desviarlo y el gigante agarra sus pies como en un juego de fútbol americano, lanzando al Santo sobre el suelo con todo el peso de su cuerpo a una velocidad avasalladora. - AHH!! – Seiya lanza involuntariamente un chorro de sangre, formando una especie de neblina rojiza en el aire. Su nuca alcanza el suelo con un desplome sordo. Agrios contempla por unos segundos la eficacia de su técnica, soltando lentamente el cuerpo inmóvil de Seiya, con una expresión satisfecha de haber cumplido el trabajo. -
¿Será que le quebré todos los huesos? – Se
pregunta, mirando con desprecio a Seiya, que está prácticamente
enterrado en las cenizas, mucho más golpeado que cuando fue lanzado
por el gigante hace poco. El cuerpo del joven absorbió toda la
energía destructiva de la armadura y de la impresionante masa corporal
de Agrios. Un rayo de luz se esparce por el aire repentinamente. Agrios es tomado por sorpresa por el disparo del meteoro de Seiya, que hasta ahora parecía moribundo. Los enemigos vuelven a tomar distancia entre sí, mientras un viento fuerte arrastra las cenizas del suelo. -
Se liga! Está diciendo cosas sin sentido ... provoca al Santo. Y nuevamente, el suelo parece explotar. Los dos chocan en el aire en un sonido pesado. Que pone fin al movimiento. Una cantidad tremenda de sangre tiñe el suelo cubierto de cenizas. Agrios tiene un enorme corte en la frente y gime de dolor con su voz gutural. -
Un Santo nunca recibe el mismo golpe dos veces – dice Seiya, interceptando
con su poder una tentativa de ataque del gigante - ¿No es posible... Mi cuerpo enorme? Un insignificante Santo...! Posee el aura alada de Pegaso, Seiya desciende en dirección a la tierra, haciendo que su enemigo caiga de cabeza al suelo. - PEGASUS ROLLING CRASH!! (Choque Giratorio de Pegaso) – Con eso una estrella colosal cae del cielo. El impacto estremece la tierra con la fuerza comparable a un choque de un asteroide, abriendo un enorme cráter en la montaña. La figura de Seiya emerge de una nube de cenizas gigantesca. El Santo tambalea ligeramente y dobla su rodilla. “Eso estuvo cerca”, dice para sí mismo. Seiya está en un estado de excitación tan grande que no sabe si reír o caerse para atrás del susto. Él está consciente de que no habría vencido la lucha si no hubiese arriesgado su propia vida. Tener la habilidad de dominar la esencia de destrucción significa que cada batalla de un Santo contra un oponente a su altura es una visita a los dominios de la muerte. Seiya no siente más el Cosmo de Agrios, hace poco tan agresivo y brutal. - ¿Dónde está Shun? O Mei...? – camina moviéndose con dificultad, parte en busca del Cosmo de sus compañeros. ------------------------------------------------------------------------------------- RESURRECCIÓN, Parte 2 ------------------------------------------------------------------------------------- La cadena estelar tiembla en la penumbra, formando una galaxia espiralada. -
Esta es mi Nebulosa de Andrómeda – Repite Shun, envuelto
por una barrera intraspasable – Ahora no tienes manera de acercarte
siquiera un paso hacia mí – Dice, encarando a Thoas, el Relámpago
Veloz. El arma se mueve con vida propia, levantando vigorosamente las
cenizas del suelo. El metal gira en el aire como ondas agitadas, repeliendo con éxito el relámpago. Thoas se retira después de dos embestidas de la cadena. - En ese caso, entonces... – El gigante se mueve alrededor de Shun con una velocidad varias veces superior a la del sonido, cercando al Santo con innumerables imágenes de sí mismo. Es imposible seguir con los ojos ese movimiento supersónico y Shun en ese momento no consigue identificar la verdadera posición de Thoas. Pero la Cadena de Andrómeda es inmune a ilusiones de ese tipo. Cuando el gigante intenta lanzar un golpe en dirección al Santo, ella localiza precisamente su posición y lo alcanza con una explosión que hace que la ceniza volcánica acumulada se levante por el aire. Con el choque, la máscara de Adamas de Thoas cae al suelo. -
Te dije que no podrías acercarte a mí. El gigante no cree lo que está oyendo: -
Tú no puedes estar hablando en serio. Si te estás burlando
de mí, tienes una personalidad bastante maliciosa detrás
de ese rostro de doncella. -
Golpear y matar sin motivo alguno... ¡yo no consigo hacer eso! –
Sus palabras son una declaración de franqueza, algo impensable
para un Santo que tiene la guerra como oficio. Shun siente que el espíritu de Thoas se fortalece. Como una espada japonesa que gana brillo y belleza en las manos de un artesano, el Cosmo del gigante se vuelve cada vez más afilado y límpido. El artesano que fabrica la espada no tiene miedo de producir instrumentos de muerte, ni tampoco nutre intenciones homicidas cuando perfecciona una Katana. Las guerras, a su vez, no pasan de combates entre armas y escudos – desapasionadas, completamente desprovistas de sentimientos. - Eso es fruto de la humillación a la que me expusiste. Thoas, sobre el propio Cosmo creciente, inesperadamente golpea a Shun. Una herida, luego dos. Un hilo de sangre brota de los brazos del Santo, mas la hemorragia va volviéndose seria a medida que nuevos cortes aparecen en todo su cuerpo. -
¿Cómo es posible? ¿Por qué la barrera impenetrable
de la cadena no funciona?! El Santo está siendo atacado por ondas de impacto, finas como agujas, lanzadas por la mano de Thoas como proyectiles. El gigante es su propia arma poderosísima y sus ataques atraviesan el cuerpo de Shun sin necesidad de tocarlo. - Tu dices que la Cadena de Andrómeda te defiende de los ataques enemigos conforme su Cosmo se eleva... – Explica el monstruo, con satisfacción – Basta, entonces, elevar mi Cosmo más que el suyo, lanzando un ataque a una velocidad superior al instinto de defensa de la cadena. Shun percibe que la sangre no se detiene, chorreando continuamente de las heridas. Así mismo del menor corte, minúsculo como agujero de aguja, sangra de una manera que asusta. -
Es el STIGMA (Estigma) – Continua el Giga, acompañando los
pensamientos del Santo – No es una herida común. Un corte
provocado por mi jamás cierra. Uno de los soldados rasos asesinados en el Santuario en la noche anterior había sido muerto por ese ataque. Fatal hasta para los Santos, que son de carne y hueso y mueren al perder un tercio de la sangre de su cuerpo. - Niño, en pocos minutos estarás muerto en medio de dolores “suaves y placenteros” – Una pausa y el Giga habla para si mismo – Entre nos, a mi no me gustan esas palabras. Shun cae de rodillas, perdiendo las esperanzas. Thoas se acerca y le dice, con una voz aparentemente cariñosa: -
Vamos a acabar con esta batalla sin sentido. El Giga percibe el Cosmo de Andrómeda, creciendo rápidamente aunque el muchacho esté casi muerto, con poca sangre en las venas. -
Mas yo aprendí a luchar – Shun continua, intentando mantener
la firmeza en su voz a pesar que la flaqueza domina su cuerpo –
Tengo que luchar, ignorando el sufrimiento que eso me causa. Yo lucho.
No soy mas un bebe llorón – El Santo usa todas sus energías
para tomar su posición de lucha, colocando su cadena enfrente. El arma avanza hacia el oponente dejando un rastro en zig zag, acompañada de impulsos eléctricos. Thoas reacciona gritando: - THUNDER WAVE!! (Onda de Trueno) Chispas se proyectan en el aire. El gigante detiene la cadena con sus manos, ignorando completamente la electricidad que emana de ella. -
¿No puedo creerlo! Inmovilizaste la cadena? – Shun no consigue
creer lo que ve. Thoas agita la cadena, haciendo que Shun se tambalee, a pesar que la presión aplicada es mínima. La presión sanguínea del muchacho cae progresivamente, haciendo como que el flujo de la hemorragia causada por el Stigma comience a disminuir por pocos. Las extremidades y sus dedos están blanquecidas y hormigueando, sin fuerzas. - Aunque me gustaría saber... – El Giga parece divertirse con el sufrimiento de Shun – ¿Al final eres fuerte o débil, Andrómeda?. En algunos momentos demuestras la fragilidad de una doncella, en otros la bravura digna de un Santo. Tu espíritu es demasiado inestable, es enmarañadamente torpe y, francamente, incomprensible para mi – Hace una pausa como si esperase una respuesta – No tiene más fuerzas para hablar... voy a matarlo entonces, aplastando su cadena, destruyendo así su ultima esperanza. Thoas cruza los brazos, asumiendo por primera vez una posición de combate. - Recibe entonces la técnica más poderosa de Thoas... Shun aún tiene fuerzas para gritar: -
¡Protégeme, Cadena Circular! Segundos antes que Thoas lance el ataque final, el gigante percibe algo extraño en sus pies. Sin que se haya dado cuenta, la superficie ennegrecida de la montaña adquirió una tenue cobertura blanca. Una sensación helada. - ¿Qué es eso, nieva en pleno verano Siciliano? – Se pregunta, estupefacto. La helada va cubriendo la montaña. El frío sobre el suelo. Cristales de hielo cada vez mayores y más numerosos se acumulan por todas partes. -
Eso no es una ilusión – Una voz se anticipa al surgimiento
de una figura imponente de un joven rubio vistiendo una Cloth blanca.
Su presencia emana un brillo gélido sobre la montaña de
fuego, ahora en plena tempestad de nieve. A pesar del nombre japonés. Hyoga tiene ojos azules, por ser hijo de una rusa, Natassia, y de un japonés, Mitsumasa Kido. Es uno más de los hijos no reconocidos del viejo, uno de los cien medio-hermanos enviados a los más diversos lugares del mundo para volverse Santos. Uno de los diez sobrevivientes de aquel entrenamiento mortal. - Soy Hyoga de la constelación del Cisne Su traje sagrado es una Cloth de hielo, originaria de las eternas gélidas árticas. Tiene alas esculpidas en bajorrelieve en la región pectoral, y una mascara con adornos en forma de plumas. El conjunto sinuoso transmite una impresión de suavidad, reflejando en el aire el nombre del Santo. Hyoga parece salido de una novela europea. Ya no es más un niño, pero aún no es un adolescente. Posee un brillo peculiar, raramente encontrado en jóvenes de su edad, que le confiere un aire de nobleza. Sus ojos de un azul limpio es lo que más destaca su rostro, que parece rechazar la intimidación ajena, al mismo tiempo que expresa soledad y nostalgia. -
Entonces la caballería llegó retrasada... Por lo visto dominas
la energía del frío, Cisne. Interesante. El más poderoso golpe de Thoas parece avanzar sobre Hyoga rompiendo la cortina de nieve, pero pasa de largo por el Santo y corta apenas el aire. Fanart de Marco Albiero (Italia) -
¿Cristales de hielo...? – El “Relámpago Veloz”
titubea. El gigante no entiende como pudo ocurrir eso tan rápidamente. Los círculos de cristal de hielo aumentan en cantidad gradualmente, enfriando cada vez más las piernas de Thoas sobre el Adamas. Cristales de hielo de los más variados tamaños acechan como ilusiones en campo nevado, en pleno verano de Sicilia. - Adiós, Giga. ¿Qué es esa energía... o “Ki” del frío?. La temperatura es una medida de agitación molecular. Cuando más intensa es la agitación las moléculas en una sustancia, mayor es su temperatura, y cuando menos intensa, menor es su temperatura. La relación entre calor y frío es de dinámica y estática. Si la técnica de lucha que destruye átomos es dinámica, ocurriendo a través del calor, aquella que interrumpe el movimiento es la técnica de inmovilización, que actúa por el frío. - DIAMOND DUST!! (Polvo de Diamante) Hyoga
de Cisne es uno de los pocos Santos que dominan la técnica de hielo.
Su golpe poderoso hace que el Cosmo de Thoas, el Relámpago Veloz,
permanezca impregnado al campo de nieve y cenizas volcánicas, dominado
por un sonido perpetuo. -
No te muevas – dice, lanzando un golpe en dirección al Santo
de Andrómeda. Su dedo índice toca la Cloth de Shun a la
altura del corazón, haciendo que la hemorragia del STIGMA se detenga
inmediatamente. Sin duda, ir hasta Siberia y de allá para Sicilia en un tiempo tan corto debe estar agotando al pequeño. -
Espero que no hayamos hecho a Kiki exceder sus límites –
Aunque él mismo esté debilitado, Shun mantiene su generosidad
y preocupación con los otros. ------------------------------------------------------------------------------------- RESURRECCIÓN, Parte 3 ------------------------------------------------------------------------------------- -
Estoy sintiendo levemente el Cosmo de Seiya, pero está muy débil. Shun muestra una leve sonrisa y los dos Santos retoman la subida al Etna, en dirección al Cosmo de Seiya. -
Estoy sintiendo un poco de Cosmo allí abajo – Seiya mira
al interior de un antiguo cráter, actualmente inactivo, pero por
siglos, tal vez por milenios, escupía fuego y humo. El Santo de
Pegaso no consigue determinar si esa energía que siente es de la
señorita Yulij o de los Gigas. El aire a esta altura es no muy denso, pero no suficiente para afectar a un Santo. - ¡Rayos! Estoy sin fuerza – El joven se siente como si su cuerpo estuviese lleno de agujeros por donde su Cosmo fluye a cada paso dado. Seiya no consigue encontrar explicación para su estado. Aunque la lucha contra Agrios fue dura. Él no puede creer que le haya causado consecuencias tan graves. Un paso en falso y la superficie de la montaña parece desmoronarse. Seiya resbala y casi cae dentro del cráter, mas es salvado por una inesperada mano amiga. - ...Mei!! El joven levanta el cuerpo de Seiya con su brazo. -
¿Estás bien? – Pregunta el Santo, verdaderamente preocupado. Mei consiguió escapar del Giga por conocer cada centímetro de la región. Además de eso, como espía del Santuario, aprendió a disimular el rastro de su Cosmo, despistando a su perseguidor. -
En ese momento Shun y Hyoga aparecen no muy lejos, subiendo la montaña
en dirección de Seiya y Mei. Los cuatro finalmente se reúnen,
en la orilla del antiguo cráter. El joven levanta los hombros haciendo una cara que hace que Seiya y Shun suelten una risa rápida. -
¿Ustedes no estaban aquí porque sentían un Cosmo
viniendo de este cráter? – Pregunta Shun. Hyoga
se voltea, callado, en dirección del agujero, apuntando una fisura
entre dos enormes rocas que parecen labios entreabiertos. El cuarteto
se dirige a la abertura en la piedra. Descendiendo cuidadosamente por
la frágil y quebradiza superficie del interior del cráter. -
Es bien profundo. Parece ir hasta el centro de la Tierra. Después de las palabras de Seiya, los amigos descienden por la abertura en la roca usando la Cadena de Andrómeda como una cuerda. Al alcanzar la base de la caverna, perciben que no están encerrados en la oscuridad, como abría de esperarse, una vez que habían dejado la luz del día completamente atrás. - ¿Qué es esto?. ¿Las paredes de la caverna están brillando? Seiya y Shun andan al frente, seguidos por Hyoga y, al final de la fila, Mei. La gruta es larga, lo suficiente como para abrir los brazos, y ellos consiguen divisar algunos metros al frente gracias a esa luz fantástica e inexplicable. Tonos que van de dorado claro a rojo bermellón profundo se proyectan en las paredes de piedra, variando la intensidad cíclicamente. -
Está pulsando... Una sensación cada vez más desagradable invade a los jóvenes a medida que avanzan en dirección del fondo de la caverna, de donde viene el Cosmo. -
Estoy con frío en la barriga, rayos – Reclama Seiya, al mismo
tiempo en que la temperatura se vuelve cada vez más alta. A esta altura están todos sudando mucho. - Ese olor a gas está tornándose más fuerte. ¿Será esta hendidura un camino para el útero de la Tierra? ¿Los Santos están siendo atraídos a la frontera del infierno? A pesar de esos pensamientos tenebrosos, el cuarteto prosigue, incansable, su camino hacia el fondo. ------------------------------------------------------------------------------------- RESURRECCIÓN, Parte 4 ------------------------------------------------------------------------------------- Del altar emana un mal de origen desconocido. Un sonido grave, tal vez el viento, domina el ambiente. - Agrios. Y Thoas también – Susurra Enkelados, la Voz Sellada. En el templo subterráneo, mientras mira con desdén a la joven acorralada – Los Santos de Atenea... ¿Después de la antigua Gigantomaquia, será que ellos se van a poner en el camino de los Gigas otra vez...? Yulij está desconcertada, con su rostro caído hacia el frente y los cabellos plateados manchados de sangre. -
No hay nada que temer con relación a los Santos – balbucea
el Giga, como si quisiera auto convencerse, mientras pincha insistentemente
con su bastón a su rehén, quien permanece inmóvil
– Pero, Atenea no debe ser menospreciada. Mientras la diosa guerrera
protectora de la Tierra exista, los desagradables Santos continuaran proliferándose
y nos importunarán como moscas en verano. ¡Vamos a resucitarlo
entonces!!! Nuestro querido hermano pequeño, poseedor de una voluntad
más grande que la de Atenea, superior a todos los dioses del Olimpo...
vamos a rescatarlo de las profundidades perdidas de allá. El túnel por donde vinieron se abre repentinamente en una inmensa caverna, tan grande como para abrigar un anfiteatro. Un estruendo pesado. El volcán parece temblar con una frecuencia cada vez mayor. Estalactitas se desprenden y caen del techo. El lugar parece poder derrumbarse en cualquier momento. El calor es intenso y sofocante, calor de magma. Un sonido constante y escalofriante acecha en el aire. ¿Será el viento...? Parece un grito agudo provocado por un vendaval. - ¡Un espacio libre tan grande sobre el Monte Etna! Y aquel altar... esto parece ser un templo – La Cadena de Andrómeda se pone rígida. En el centro de la gran abertura hay un enorme altar de piedra. La superficie arrugada mantiene la misma luz tremulante del corredor por donde llegaron los jóvenes, dominados por una impresión perturbadora de estar en el interior de una víscera gigantesca. -
¿La señorita Yulij... está bien? – Se pregunta
Seiya, con una gran preocupación. Amarrada por los dos brazos a
la roca, cabeza curvada para el frente, es imposible saber si está
viva o muerta. Hyoga fija su mirada en el enemigo. En un movimiento inesperado, el Santo del Cisne se lanza en dirección al gigante. Su cuerpo se cubre de cristales de nieve. - DIAMOND DUST!! (Polvo de Diamante) – El ataque de hielo golpea a Enkelados por sorpresa, pero aún así el poderoso Giga consigue repeler la energía helada. Lanzándolo devuelta a Hyoga. La onda de impacto se levanta por el aire y afecta a Mei y los otros Santos, que estaban a decenas de metros de distancia, lanzándolos contra las paredes de la caverna. El ataque de Enkelados es el mismo que habían visto en Taormina. El impacto causado por el golpe, parecido a una explosión, es mayor aún dentro de este ambiente cerrado. -
¡Jajajaja!!! – El Giga suelta una risa macabra – Pueden
venir tantos Santos de Bronce como quieran que ninguno conseguirá
siquiera llegar a acercarse a este sumo sacerdote de los Gigas!. El aura de las constelaciones protectoras – Pegaso, Andrómeda y Cisne – Resplandece en los tres jóvenes. Estrellas aparecen en el aire y queman dentro de la gran caverna, en las profundidades de la Tierra. -
¡Incéndiate, Cosmo! – Seiya se posiciona para el combate,
liberando una especia de Big Bang. Mientras que el Cosmo es elevado al
máximo, al despertar del Séptimo Sentido, ella emana una
fuerza milagrosa, comparable solamente con la energía primordial
del universo. El Pegaso galopa. La Cadena de Andrómeda se transforma en electricidad luminosa y el Cisne alcanza vuelo. - Es inútil. Shun y Hyoga observan, perplejos. El ataque a Seiya. La Cloth de Pegaso se rompe y la sangre empieza a chorrear por los costados del Santo. Un puño golpea con fuerza un cuchillo que rompe la tenue capa de grasa. -
¿Mei...? – Seiya se desmorona en el suelo al pronunciar el
nombre de su medio-hermano. Incluso Hyoga, que nunca pierde la calma, está boquiabierto con la escena. Mei estaba asesinando a Seiya, con su mano enfundada en el cuerpo de Seiya hasta la raíz de los dedos. El joven retira el cuchillo en un movimiento brusco, haciendo que la sangre pase a chorrear con una intensidad aún mayor. - Ese Cosmo... – Shun tiembla de pavor. Una presión formidable. Los Santos perciben que aquel no puede ser, en hipótesis alguna, un soldado raso que no consiguió llegar a Santo. Mei pasa los dedos por su rostro. Maquillándose de sangre. - Pocas veces sentí un Cosmo tan gigantesco... Esa voluntad es prácticamente la de...! Shun y Hyoga se alejan de Mei en un segundo, manteniendo distancia, incapaces de estar tan cerca de aquella energía increíble. - Ese... Ese no es Mei!! Hyoga se posiciona para el combate, tomando a su medio-hermano como enemigo. -
¡Necesitamos poder para la resurrección del gran dios! –
Grita Enkelados, la Voz Sellada – Como su fuerza es colosal, necesitamos
una gran energía equivalente a aquella presente en la concepción
del universo. ¡Sólo con el sacrificio de un Santo conseguiremos
romper el sello forjado por Atenea!. Sólo con la sangre de un Santo!
La pulsación de vida presente en la sangre ardiente! El Cosmo!
– Enkelados levanta las manos en reverencia, con el rostro lleno
de lágrimas emocionadas sobre la máscara demoníaca. ------------------------------------------------------------------------------------- RESURRECCIÓN, Parte 5 -------------------------------------------------------------------------------------
- La voluntad que guía a los Gigas – responden los otros
al unísono. Los cuatro Gigas está postrados delante de Mei, o de aquel que debería ser Mei. La luz intensa se proyecta en forma caótica por el gran espacio vacío. Solamente con suma dificultad, Shun y Hyoga consiguen asistir la escena. -
Mis ojos me están doliendo... Estoy con miedo... El “temor” es la esencia de los dioses. En sus inicios, los dioses nacieron del temor. Eran personas temerosas los que los cultivaban, ofreciéndoles sacrificios en una tentativa de atenuar el miedo que sentían. Una voluntad divina en su formato más arcaico, desnuda en su origen, está encerrada en el cuerpo de Mei: -
Soy Typhon. Así eran adorados los dioses primeros del mundo. De la misma forma que encarar directamente la verdadera forma del dios aplastaría sus ojos, el acto de pronunciar su nombre arrancaría su lengua y le haría perder el habla. - Fue eso, entiendo – Typhon aplaca su ira por un momento – ¿Pero dónde está mi resplandeciente cuerpo carnal? – Repite – Hermanos queridos. ¿Dónde ocultan el resplandeciente cuerpo carnal de este su hermano más joven?. Glan!! Una nueva onda de choque, poderosa a punto de ser audible, parte en pedazos el báculo de Enkelados. Incoherencia pura. Las palabras de Typhon no tienen lógica alguna. Al contrario, el dios apenas se despeja totalmente de su rabia, en puro egoísmo, hizo un tifón sin rumbo. Así mismo, los Gigas, antes tan opresores, tan señores de sí, procuran no cuestionar a Typhon. Para ellos, el dios es puro temor. Algo a ser aplacado. Enkelados responde, con las manos temblorosas agarrando la punta del báculo destrozado: -
Con todo respeto... Primero fue su voluntad la que nos salvó de
las profundidades del Tártaro, valiéndose de ese humano
como receptáculo transitorio y marioneta. Creo, sin duda, que esa
carne frágil lo tiene insatisfecho. La mirada de Typhon casi mata a Shun. En situación extrema por el miedo, la Cadena de Andrómeda suelta un sonido agudo como una cuerda de un instrumento musical estirado hasta al limite, a punto de romperse. - Ya me había dado cuenta que era una trampa... ¿pero un sacrificio? – Las palabras de Shun son reprimidas por el barullo de la cadena. Hyoga comprime sus labios, presintiendo lo que está por suceder. - ¡Sangre de Santos! ¡Por eso secuestraron a Yulij! Por eso nos atraían hasta el Etna. Pero... ¿por qué Mei? El Cosmo recorre el cuerpo de los Santos a través de la corriente sanguínea. Por tanto, la sangre de un Santo está repleta de esa energía, la fuente de todas las formas de vida. Prueba de eso es la conocida historia de que es necesario un volumen inmenso de sangre de Santos para hacer que vuelva a la vida una Cloth destrozada en combate. Esa también es una ceremonia, un ritual para insertar en el traje una nueva energía vital, el Cosmo, a través de la sangre de un Santo.
- Que se entregue la ofrenda – Ojos malignos en llamas encaran a
los Santos. Typhon, antes Mei, va acosando a Shun y Hyoga de a pocos.
- ¡Paren! – Una joven sosteniendo el bastón dorado
de la imagen de Nike, la diosa de la victoria, se manifiesta rompiendo
las paredes del gran suelo subterráneo de las profundidades del
Etna. Typhon mira de reojo a la joven que desciende en el aire. En el instante en que los dioses pronuncian sus nombres el uno al otro, explotan sus espíritus presentes con sus palabras. Typhon y Atenea se vuelven halos y empiezan a centellear. Una energía equivalente a un choque entre galaxias cubre todos en una masa ofuscante. Las voluntades de los dioses chocan en el interior de la gruta. Los seis sentidos, cuando son expuestos a los dioses, son negados e inutilizables. Solo resta el Cosmo, la única cosa que conserva la identidad individual de cada uno de los seres presentes. -
Señorita Saori...! Saori Kido, la diosa Atenea, se mantiene serena en medio del halo. Después se arrodilla, silenciosamente dejando su mano reconfortante sobre Seiya. La hemorragia es detenida milagrosamente. -
Que bien! – Atenea suspira aliviada al certificar que el Santo está
vivo. En ese momento los poderosos Gigas están dominados por la presión de Atenea, que a los ojos de cualquiera parecería una humana cualquiera. -
¡Ese temor... somos totalmente temerosos de esta mocosa, a pesar
de ser algo completamente diferente a lo que sentimos por nuestro dios!. Las ondas de su Cosmo hacen al suelo temblar y, montadas en vientos viciados, cruzan los mares, viajando de Sicilia hasta el Santuario en Grecia. -
Entiendo. Fue así en la antigua Gigantomaquia. Ven por ti misma
a encontrar tu destino en los campos de la muerte. No existe posibilidad de diálogo. Typhon se limita a decir lo que se le viene a la mente, no admitiendo cualquier negociación. Ignorando el pedido de Atenea, el dios de los Gigas sube tranquilamente los escalones del altar. -
Sumo sacerdote. El dios de los Gigas sabe que Atenea no lo haría. Su bondad no le permite herir a uno de sus protectores. Y ese cuerpo frágil pertenece a Mei. - El que tiene enfrente es el cuerpo de uno de sus queridos Santos – el rostro de Typhon se convierte en una sonrisa fúnebre. Si no fuese por los cabellos, que pasaron de plateados a negros, sería la propia cara de Mei – Si me atacas con ese bastón, el cuerpo de Mei morirá. Si te muestras indecisa, esta niña puesta en sacrificio morirá. Cualquiera que sea la decisión que tomes... ¡Como es patética la voluntad de Atenea! – Los brazos de Mei, que ahora son los de Typhon, se branden en el aire. Entonces: Sangre. -
Ofrézcanme sangre! Las armaduras de Adamas en astillas. El cuerpo de Mei, que ahora es Typhon, está húmedo de sangre. - Siento que falta. ------------------------------------------------------------------------------------- RESURRECCIÓN, Parte 6 ------------------------------------------------------------------------------------- Agrios y Thoas convulsionan, en pie, después de que sus armaduras de Adamas fueron perforadas. Mei, que ahora es Typhon, perforó con sus puños fortalecidos el abdomen de los Gigas, arrancando sus vísceras con vigor. Sus órganos están expuestos y son expulsados enseguida por la presión interna del organismo para, finalmente, esparcirse por el suelo. Los dos caen y la sangre de sus heridas va siendo absorbida por el piso del templo subterráneo. Un estruendo estremece la enorme caverna. La redoma de Flegra pulsa con un nuevo flujo colosal de Cosmo. - Siento que falta – Protesta aún Typhon, de las profundidades del abismo infernal. Enkelados
se curva ante las palabras del dios. - Que el sacrificio sea hecho. El poco de fuerza que tengo ahora no es suficiente para derrotar a Atenea. Ofrézcanme todo lo que puedan. Sáquenme de las profundidades del vacío. Ofrézcanme – Typhon se impone por el temor. Los Gigas, ya condenados, dan su última muestra de lealtad, incendiando su Cosmo en el momento final de sus vidas en ofrenda a su dios. Los Cosmos de Agrios, la Fuerza Brutal, y Thoas, el Relámpago Veloz, son devorados por Mei, ahora Typhon. -
Sumo sacerdote... – Continua el impetuoso dios. Un viento repleto de malos presagios causa escalofríos en los Santos. El halo va dejando el cuerpo frágil de Mei, formando un aura flameante que se separa de la figura humana, Typhon: Origen semántico de “tifón”: Señor de todos los vientos malignos. - Typhon – Dice una voz La voluntad divina de los Gigas se detiene a medio camino, antes de ser transferida para el cuerpo de Enkelados. -
¿Quién pronuncia mi nombre? Hasta ahora un títere de Typhon. Mei pasa por una evidente transformación. Sus cabellos recuperan el color plateado, el brillo turbio y flameante de esa su mirada y los labios transmiten las palabras de bondad como debería ser. -
Saori... Una sombra pasa volando. Garras cortan la carne. - Quirri! – Pallas, el Espíritu Estúpido, que permanecía oculto hasta ahora, corta con ímpetu los costados de Mei. La sangre brota como una bola de lodo, escurriendo para el suelo. El cuerpo del joven se inclina pesadamente. En ese mismo instante, la voluntad de Typhon brilla, radiante, transfiriéndose al cuerpo de Enkelados. El dios toma para si las energías de los Gigas, uniendo a ellas todos los fragmentos de Cosmo acumulados en la redoma de Flegra, creando así un remolino de luz. La máscara demoníaca de Enkelados cae de su rostro, despertándose en el suelo. Su traje sacerdotal se reduce a polvo, perdiéndose en el aire. En su lugar, rompiendo la piel de adentro para afuera, surge una nueva armadura de Adamas, dotada de un brillo ónix nunca antes visto. El dios está ahora en un cuerpo poderoso. El señor de los Gigas, devorador de sacrificios y maestro de los vientos de malos presagios, finalmente se revela. La nueva imagen de Typhon es totalmente asimétrica. El lado derecho lleva llamas infinitas. En el lado izquierdo, un viento vaga sin rumbo. Los colores de los ojos, los cabellos, la piel, el propio formato del Adamas, todo es diametralmente opuesto a partir de una línea imaginaria vertical en el centro de su cuerpo. El nuevo Typhon es ciertamente bello. Su figura física y su voz son bellas, así como las llamas que brotan del arco-iris al ojo derecho. Relámpagos blanco-azulados son lanzados de cada uno de los poros de su piel en el lado izquierdo. -
Atenea. Siempre justificas tus luchas con la auto-afirmación de
que tus combates son en pro de la “justicia” y escondiendo
tus masacres sobre la justificación de “Guerras Santas”
– El dios de los Gigas sabe que Atenea y sus Santos libran perpetuamente
un conflicto moral frente a la contradicción de batallar con violencia
a fin de proteger el amor y la paz en la Tierra. Typhon abre largamente los brazos. Mei no consigue moverse, seriamente herido por las garras de Pallas. - Te voy a devorar aquí mismo – La voz de Typhon hace eco, amenazadora. Pero, en el momento en que sus puños de fuego y viento agorero se levantan. Atenea lanza su bastón de oro. A la altura de la cabeza de Mei. Los Cosmo de los dioses chocan. Los ataques son anulados, uno reduciendo el poder del otro a un nivel mínimo. Del espacio vacío surge una caja adornada con estrellas del firmamento. No es de oro, de plata o de bronce, es simplemente negra como la noche. Typhon empieza a recordar algo antiguo. -
¿Cuál de las 88 constelaciones está simbolizada en
este relieve? – Se pregunta en pensamiento. Con eso, la caja se abre en el aire, revelando una Cloth brillante, que absorbe para si misma toda la luz alrededor. La estatua de la constelación de Mei comienza a tomar forma: Una mujer, de lado. Sus largos cabellos se ondulan con un breve centelleo que recuerda la imagen de una lámina brillando. La figura toda negra se desprende entonces, adhiriéndose al cuerpo de Mei. Typhon consigue finalmente traer el recuerdo del nombre de la constelación, que permanecía lacrada junto con su voluntad desde tiempos inmemoriables: - Eres tú, Santo de Cabellera de Berenice Mei lanza un ataque que proyecta la barbilla desprotegida de Typhon en el aire, lanzando al dios de los Gigas con fuerza para atrás, Typhon escupe sangre. Su mandíbula poderosa es cortada en medio. -
¿Yo... Santo de Atenea...? – Percibe Mei, usando lo poco
que le resta de Cosmo. Es un breve momento de felicidad, antes que él
se tumbe para adelante, agotado, perdiendo los sentidos. Un sonido estremecedor resuena por toda la gran ruta. Rocas se desprenden de las paredes, cayendo como una lluvia de meteoros. La columna de fuego de Typhon alcanza el techo de la caverna y atraviesa la barrera de piedra, llegando hasta la superficie. - No tendrá sentido registrar esta batalla en la historia – Typhon, envuelto en una columna de fuego, se aleja lenta y soberanamente. El magma ardiente comienza a vaciarse de las hendiduras dejadas en la tierra. - Tienes la obligación de luchar y matarme. Y yo tengo la obligación de luchar y matarte. El monte Etna, la piedra angular del sello que retenía a los Gigas, desaparece en medio de la lava y la destrucción. ------------------------------------------------------------------------------------- INTERRUPCIÓN ------------------------------------------------------------------------------------- - Voy a contar la historia de Mei. En el Santuario, Nicole relata los acontecimientos para Shun, Hyoga, Seiya y Kiki. -
Fue un poco antes de la “Revuelta de Saga” – Comienza
– Mei estaba entrenando en Sicilia, cuando, por lo menos hasta donde
yo sé, su maestro ordenó una prueba final para que él
conquistase la calificación para Santo. La oficial auxiliar Yulij, rescatada conjuntamente con Seiya por Atenea, está en UVI (Unidad de Cuidados Intensivos) de un hospital de la Fundación Graad, viva, a pesar de una fractura craneana – Tal vez gracias a la protección de su constelación protectora. -
Yo no sabía que ese traje existiera... ¿Cómo el maestro
de Mei lo sabía? – Pregunta Seiya. Fanart de Marco Albiero (Italia)
- ¿Mei sabe de eso? – Pregunta Shun. Seiya y Shun recuerdan claramente la figura de su “enemigo” y de su olor de animal salvaje. -
Nadie podría imaginar que Typhon intentaría usar la sangre
de Santos en sacrificio – explica Nicole – Estaría
acumulando Cosmo a través de una redoma de fuerza, a fin de reunir
fuerza suficiente para romper el Sello de Atenea. Felizmente la enorme explosión no trajo muchas víctimas, una vez que la población ya había sido evacuada del área, alcanzando solamente los equipos del ejército que patrullaban la región. La nube de cenizas volcánicas alcanzó la estratosfera y aún cubre el cielo de Grecia. -
La vida de millones de personas está amenazada – Argumenta
Shun – Si esa tragedia es fruto del poder de Typhon, nadie puede
saber lo que podrá hacer en el futuro. En la Sala del Patriarca, los Santos son envueltos por un pesado silencio. - ¿Cómo está Mei? – Pregunta Hyoga, en voz baja. Nicole se voltea para el fondo de la Sala del Patriarca, irguiendo los ojos en dirección del Templo Sagrado, que está más allá de una cortina rojo bermellón y una pared de piedra.
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